Recombinación genética, a debate: ¿puede el coronavirus mezclarse con otros y crear uno más potente?
La mezcla de un virus con otro se llama recombinación, y aunque es muy difícil que se produzca, tampoco es descartable
El SARS-CoV-2, por el momento, ha mutado, es decir, ha tenido "errores" en su replicación, pero no se ha recombinado con otros
En el mundo científico hay división de opiniones. Hablamos con un experto en virología para que nos lo aclare
Imagínate una fotocopiadora duplicando un documento. Y luego otra vez el mismo. Y otra, y otra... En cada una de las copias surgen pequeños defectos: de tinta, de líneas que se mueven, de mil posibles variables. El original, por muy buena que sea la máquina, nunca será igual que la quinta copia que hayas hecho. Ahora piensa en un virus, el que nos trae por la calle de la amargura, el SARS-CoV-2, haciendo sus copias para sobrevivir, para adaptarse a su huésped, nosotros, y a sus enemigos, el sistema inmunitario y las vacunas. Así surgen las mutaciones que estamos oyendo estos días: la británica, la sudafricana... Pero aun hay más posibilidades de réplicas: las recombinaciones.
¿Qué son las recombinaciones de virus?
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Volviendo al ejemplo de la fotocopiadora, también podemos coger la mitad de un documento, la otra mitad de otro, juntarlo encima del cristal y que nos de como resultado uno nuevo con las dos mitades. Lo habremos recombinado, habremos hecho un 'cortar y pegar' de toda la vida. Lo mismo ocurre con los virus, pero no con todos ni de la misma manera.
¿Puede el SARS-CoV-2 convertirse en otro virus distinto?
Ahora bien, ¿puede este SARS-CoV-2 recombinarse con otros patógenos y crear un virus nuevo? Es la pregunta del millón y, por el momento, hay opiniones de todos los tipos.
Miguel Ángel Jiménez Clavero, virólogo e investigador científico en el CISA, nos comenta que estas posibilidades, por supuesto, existen, "pero es un evento muy (MUY) infrecuente. Depende de la frecuencia de coinfecciones, la existencia o no de exclusión de la sobreinfección que controle algunas de esas coinfecciones, y de la distancia genética entre los virus coinfectantes (a mayor distancia mas difícil)". Por ejemplo, es altamente improbable que el SARS-CoV-2 recombinara con otro virus como el del sarampión o el causante de gastroenteritis, por su propia disposición genética.
"Aparte del SARS-CoV-2 apenas circulan otros coronavirus humanos, a destacar dos que producen catarros leves. Pero la distancia genética que los separa del SARS-CoV-2 es amplia, así que yo diría que el riesgo de recombinación con estos es bajo", nos explica Jiménez Clavero.
Expertos en EE.UU.
En el otro lado de la balanza se encuentran otros expertos como Nels Elde, genetista de la Universidad de Utah, que en una entrevista con The New York Times ha afirmado: "No hay duda de que la recombinación está ocurriendo y, de hecho, probablemente esté un poco subestimado y podría estar jugando un papel incluso en el surgimiento de algunas de las nuevas variantes que tanto preocupan".
Elde también afirmó que, dentro de una persona, se podría haber producido una recombinación de las distintas mutaciones surgidas, "pero, por ahora, dijo, esa idea es especulativa porque es realmente difícil ver estas cicatrices invisibles de un evento de recombinación y aunque es posible infectarse con dos variantes a la vez, se cree que es poco común".
Entonces, ¿puede recombinar el virus con las distintas mutaciones y crear uno nuevo?
Es la siguiente pregunta que debemos hacernos. Si ya sabemos que es complicado que el SARS-CoV-2 se mezcle con otros virus que no sean de "su familia", cabe plantearse si puede juntarse con primos cercanos, con sus propias mutaciones para crear una "versión definitiva".
Según Jiménez Clavero, esto podría tener algo más de riesgo: "pero igual que son próximas genéticamente lo son desde el punto de vista de sus características funcionales, con lo que la 'novedad' esperable en un recombinante de este tipo sería pequeña (en términos prácticos no es fácil que esas "microrecombinaciones" cambien mucho la cosa)", nos explica.
En este sentido también se manifiesta el doctor belga Hans Kluge, director para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en una entrevista con el diario El País. En ella, Kluge afirma: "Las nuevas variantes son un cruel recordatorio de que el virus todavía nos golpea. Pero no son un nuevo virus, son la evolución normal de cualquier patógeno que trata de adaptarse a su anfitrión, el ser humano. No es el comienzo de una nueva pandemia, pero por supuesto debemos estar muy alerta".
Además, como concluye Jiménez Clavero, para conocer todo este recorrido evolutivo de este coronavirus necesitamos información concreta de cómo se comporta, de cómo está formado, de cómo cambia. "Nuestra capacidad de discernir recombinaciones depende de la cantidad de información genética sobre la diversidad de coronavirus que tengamos. Esta está aumentando exponencialmente en esta pandemia, pero hasta hace poco había relativamente poca información de este tipo, y por tanto poca capacidad de detectar esa recombinación".