Moderna, Pfizer, AstraZeneca, Johnson & Johnson... Seguro que te suenan. Son las empresas que, en los últimos días, están anunciando novedades sobre las vacunas contra el coronavirus. Sin embargo, en Uppers nos hemos preguntado qué pasará el día en que haya una vacuna pero el virus continúe en el ambiente. ¿Mutará y dejarán de ser efectivas las vacunas? ¿Pasará como con el virus de la gripe, que cada año toca renovar la vacuna? Preguntamos a la Dra. María Montoya, del Centro de Investigaciones Científicas Margarita Salas (CIB-CSIC) y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Inmunología (SEI).
Del SARS-CoV-2 se van conociendo más cosas según avanzan las semanas. Por ejemplo, ya sabemos que se puede transmitir por gotículas pero también por aerosoles. ¿Pero cómo se comportará cuando exista una vacuna? ¿Se resistirá?
"El sistema inmune dirige los 'ataques' al virus hacia una región preferencial, es como una diana a la que se dispara. En este caso hablamos de la proteína S de la espícula, del SARS-CoV-2. Una de las estrategias de los virus para sobrevivir a este 'ataque' es mutar la región de la proteína hacia la que se dirigen los ataques del sistema inmune. De esta forma, se camufla y el sistema inmune no lo reconoce", explica Montoya.
"Por suerte, nos encontramos con un virus que, aunque tiene un genoma de ARN que normalmente son virus con altas mutaciones, el SARS-COV-2 no tiene una tasa de mutación alta. Los estudios genéticos realizados en el CSIC han visto que el SARS- COV-2 establece 2 mutaciones al mes. Es una tasa de mutaciones mucho más baja que la del virus de la gripe. Eso es una ventaja a la hora de diseñar vacunas aunque no sabemos si estas mutaciones tienen efecto sobre el 'ataque' del sistema inmune", explica.
Muchas de las vacunas que están en desarrollo llevarán partes del propio virus atenuado, de tal manera que el organismo reconozca una amenaza y se active pero el virus sea inofensivo. "Para reducir la posibilidad de que el virus se haga resistente a una vacuna, la zona del virus que se usa en la formulación vacunal ha de ser lo mas conservada posible, es decir que no admita mutaciones. En el caso del SARS-Cov-2, no sabemos todavía como se comportarán las mutaciones cuando haya personas vacunadas", nos dice Montoya.
Además, también se desconoce por el momento si una resistencia inicial a la vacuna podría ser negativa a la hora de aplicar una nueva vacuna en un paciente pasado un determinado tiempo. "Este es un hecho que ocurre en el caso del virus de la gripe, pero la tasa de mutación de SARS-CoV-2 es menor que la de gripe. Todavía es pronto para saber el efecto de las mutaciones en las vacunas".
Con el virus de la gripe que, como ya nos ha dicho Montoya, muta mucho más rápido, cada año se hace una nueva formulación en base a la cepa dominante que haya atacado. Por ejemplo, si en el hemisferio sur ha atacado la "cepa XX", se entiende que será la misma que ataque en el norte seis meses después, por lo que en ese tiempo se preparan las nuevas vacunas para la campaña.
Esto podría ocurrir también en un futuro con la vacuna de la covid-19. "Esta situación es la que ocurre con la vacuna de la gripe. Si se tuviera que hacer así, sería factible dada la experiencia de generación de vacunas de gripe. Como digo, la tasa de mutación de SARS-CoV-2 no es tan alta como la del virus de la gripe", cuenta la especialista.
En los laboratorios españoles también se están investigando y fabricando nuevas vacunas. Estas, por el momento, van más lentas por la falta de financiación pero también por una cuestión práctica de robustez que otras que saldrán en los próximos meses no están teniendo tan en cuenta.
"Cuando se habla de vacunas 'más robustas' hablamos de formulaciones de vacunas que tienen varias o muchas proteínas del virus, no solo la proteína S. De esta forma, si muta una proteína el sistema inmune puede 'atacar' a otras proteínas. Tienen una ventaja notable frente a posibles problemas con las mutaciones del virus".