El lío con las cremas solares de Mercadona: sustancias y productos que provocan fotosensibilidad
Elisa Monedero ha denunciado en un tuit que una crema solar de Mercadona le ha producido una reacción de fotosensibilización
Investigamos bien qué es la fotosensibilización: podemos convertirnos en fotosensibles de un día para otro por cremas, perfumes y medicamentos que reaccionen con el sol... y la edad no ayuda
El lío ha comenzado en redes. Elisa Monedero pasó un largo día de playa y, según cuenta en su Twitter, se aplicó varias veces un fotoprotector de Mercadona de alta cobertura. Pero se quemó, a pesar de haberse dado esta crema. O quizás por haberse dado esta crema. Y no solo eso, sino que fue al médico y la diagnósticó fotosensibilidad, con lo que no puede darle más el sol en lo que queda de verano. El tweet de Elisa se ha hecho viral y otros usuarios afirman tener quemaduras solares después de usar el mismo producto. Pero, ¿qué es la fotosensibilidad exactamente?
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Mientras Twitter arde con los testimonios de otros usuarios que afirman haber tenido la misma experiencia que Elisa, la Agencia Española del Medicamento ha abierto una investigación para analizar si la composición de la crema es correcta o si el fallo está en un lote concreto. Mercadona, por su parte, ha compartido en sus redes la idoneidad del producto.
La cuestión de fondo es si un fotoprotector puede hacernos fotosensibles. Para eso, analicemos antes qué es la fotosensibilidad, por qué se produce y si puede afectar más a los mayores de 45 años.
Pieles maduras, más sensibles con el sol
"La fotosensibilidad es una reacción de la piel ante la radiación solar y no todos reaccionamos igual. Los mayores de 45 años tienen menos capital solar y se quemarán antes. Nuestra piel ha recibido ya mucha radiación ultravioleta y puede ser afectada antes, además es una piel que tiene menos capacidad para defenderse, pues no tiene la misma cantidad de agua ni de manto lipídico, por lo que está más sensible a la radiación ultravioleta", explica Beatriz Estébanez, médico estético de Clínica Menorca.
A partir de los 45 años, la producción de melanina también cambia: se ralentiza y es más pobre. Estos cambios producen, por ejemplo, las temidas manchas solares. Pero no solo eso, también nos hace más vulnerables a los melanomas, el tipo más habitual de cáncer de piel.
Por eso es fundamental que a partir de cierta edad nos tomemos muy en serio seguir los protocolos de protección. Los dermatólogos aconsejan tomar gradualmente el sol (el primer día, diez minutos e ir incrementando el tiempo cada jornada), evitar las horas de mayor radiación (entre las 11 y las 16:00h) y protegerse como mínimo media hora antes de la exposición, reaplicando el producto cada dos horas, incluso aunque no hayamos salido de una zona de sombra, ya que la arena o las zonas cercanas a cualquier superficie de agua multiplican el efecto de los rayos solares.
Cuestión de genética y de hábitos
Lo cierto es que la respuesta de la piel madura ante el sol comienza en la infancia. Todos nacemos con el 'capital solar' del que hablaba la doctora Estébanez: la mayor o menor resistencia a las radiaciones, determinado por nuestra genética y nuestro fototipo. Normalmente, las personas de tez y ojos claros son más sensibles al sol y corren más riesgo de quemarse. Si, además, durante los primeros años de vida nos hemos protegido menos y nos hemos quemado con frecuencia, ese 'capital' va perdiendo activos; es decir, seremos más sensibles al sol y correremos más riesgos. Necesitaremos, por tanto, mayor protección.
Además, hay determinados hábitos o circunstancias que nos hacen ser presa fácil de las quemaduras. Ponerse perfume para un día de playa o de piscina no es buena idea. Aplicarnos la crema con retinol que suaviza las arrugas, tampoco. Hacerse un peeling un par de horas antes de irnos al mar, mejor no. Nuestra piel queda despojada de su barrera de protección natural y los rayos ultravioleta la dañarían.
De igual forma, tomar antibióticos nos hace fotosensibles ya que al tiempo que 'barren' las bacterias que nos producen enfermedades también acaban con las bacterias buenas que nos protegen. Los anovulatorios son otro clásico: si tomas la píldora no te pongas como un lagarto al sol o tu piel quedará igual de cuarteada. Son solo dos ejemplos, pero la lista completa de productos y medicamentos que pueden provocar fotosensibilidad es más larga de lo que pensamos. Estos son los productos más fotosensibilizantes:
- Perfumes con alcohol.
- Exfoliantes faciales o corporales.
- Cremas con retinoides.
- Antibióticos/antimicrobianos.
- Antifúngicos.
- Agentes cardiovasculares.
- Anti-inflamatorios no esteroideos: ibuprofeno, diclofenaco, ketoprofeno, entre otros.
- Anti-psicóticos, anti-depresivos, ansiolíticos.
- Fármacos contra el acné.
- Fármacos contra el paludismo.
- Anticonceptivos.
- Antidiabéticos.
- Medicamentos utilizados en quimioterapia.
En resumen, un tratamiento de anti-inflamatorios por ese molesto dolor de espalda o un antibiótico por esas anginas que sufres cada verano por el aire acondicionado pueden hacerte fotosensible. Y en este momento nos preguntamos ¿qué es exactamente la fotosensibilidad?
Fototoxicidad y fotoalergia, dos reacciones a la fotosensibilidad
La fotosensibilidad es el resultado de la interacción entre los rayos ultravioletas y cualquier sustancia sensible que se encuentre en la piel. Puede tratarse de un producto que se ha aplicado en una zona concreta de la piel, como los perfumes o algún medicamento tópico o una molécula que haya llegado a la piel a través de la circulación sanguínea, como algunos de los medicamentos fotosensibles ya mencionados.
La fotosensibilidad puede manifestarse de dos formas: la primera es una reacción inmediata que sucede después de la aplicación de un producto o tras tomar un medicamento. Bajo los efectos de los rayos UV, la piel enrojece, quemada por el sol y se siente caliente y dolorida. Esto se conoce como fototoxicidad.
En este segundo tipo de reacción al sol, la sustancia en o sobre la piel se modifica por el efecto de la luz solar. Para nuestro cuerpo es un agente extraño y reacciona con una respuesta inmune exagerada: eczema con picor tras 48 horas que puede extenderse más allá de las áreas expuestas de la piel. Esto se conoce como fotoalergia.
En uno y otro caso resulta de vital importancia la elección del protector solar. "A la hora de elegir un fotoprotector debemos tener en cuenta el tipo de filtro que esa crema posee. Hay dos tipos, los físicos y los químicos, los que normalmente llevan las cremas fotoprotectoras. El filtro físico produce un efecto rebote en la piel de la radiación ultravioleta, hacen efecto espejo, son filtros mas naturales que no provocan reacciones adversas. Por lo tanto, para personas con pieles sensibles, de fototipos bajos, niños, bebés, etc., es mejor utilizar fotoprotectores con filtros físicos como el óxido de cinc, el talco, el óxido de titanio, la mica, que al ser productos naturales nos van a proteger mejor. El inconveniente es que suelen tener texturas más densas y dejan un efecto de velo", afirma Beatriz Estébanez.
Los productos con filtros químicos comportan muchos más riesgos. "Los fotoprotectores con filtros químicos, como el octocrileno o la oxibenzona, sí absorben la radiación ultravioleta con el fin de neutralizarla para que no generen un efecto nocivo. A diferencia de los filtros físicos su textura es más agradable, pero en pieles sensibles pueden provocar irritaciones y alergias e incluso quemaduras que se tratan como tal con productos específicos con las indicaciones del médico o farmacéutico. Esa piel quemada no se puede exponer al sol porque se puede producir una pigmentación postinflamatoria e incluso esa zona puede quedar más sensible", asegura esta experta.
Aliviar el daño solar
Si ya nos hemos quemado, y como apunta la doctora Estébanez, las terapias para minimizar el riesgo comienzan por interrumpir la exposición solar durante varios días o incluso durante periodos prolongados. Además de eso, tu médico puede valorar realizar algunas pruebas para descartar si existe una fotoalergia medicamentosa cuando los síntomas persisten durante varios días. En cualquier caso, para aliviar las molestias puedes llevar a cabo algunos de estos tratamientos:
- Tomar ibuprofeno o algún anti-inflamatorio no esteroideo para reducir el dolor y la hinchazón. Es mejor ingerirlo lo antes posible.
- Aplicarse una crema de hidrocortisona: reducirá la inflamación y el prurito.
- Rehidratarse: beber agua es esencial. Las bebidas azucaradas no funcionan igual y las alcohólicas precisamente favorecen la deshidratación.
- Si hay ampollas: jamás romperlas, deben seguir su proceso natural. Si se rompen, hay que limpiarlas con agua y jabón.
- Si hay descamación (nos pelamos): crema hidratante. Son especialmente buenas las de áloe vera, rosa mosqueta, aceite de almendras y de argán. Los aceites ozonizados también restauran la piel en tiempo récord en las áreas más quemadas.
- Refresca la piel si sientes que está acalorada: una simple ducha o un paño humedecido hidratarán localmente la zona.