Manos de oro: esto es lo que tienes que hacer para cuidarlas después de los 50
La edad, el frío o la pérdida del colágeno hacen necesario prestarle atención al cuidado diario.
Nuestro cuerpo tiene algo de árbol. Uno se hace viejo, más sabio. Ahí aparecen anillos, grietas, manchas oscuras que le dicen al mundo: sí, verás, he vivido mucho.
La higiene nunca debería ser general sino particular, así que hay muchas partes que podemos cuidar aplicando un tratamiento específico. Las manos no son una excepción, muy al contrario: enseguida delatan nuestra edad. Con el paso de los años, pueden parecer más estropeadas y acusar la aparición de las primeras manchas.
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Son algo así como nuestra marca de agua gestual. Su movimiento y aspecto dicen mucho de nosotros de cara a los demás, y existen líneas de cuidado cremas y tratamientos específicos para mantenerlas con buen aspecto. Aquí te contamos qué puedes hacer para tenerlas como un pianista virtuoso. Manos para dar en cámara, pero mejor, para tener mejor salud.
Agentes externos
El hecho de que las manos se arruguen con la edad es natural, pero la vida diaria está llena de pequeñas logísticas que afectan a su aspecto sin que nos demos cuenta. Por ejemplo, las tareas de bricolaje, lavar los platos sin guantes, utilizar jabones con contenido abrasivo que no respetan el pH de la piel, la saliva si nos las mordemos o el frío. Pueden parecer acciones menores y sin importancia, pero si a eso le sumamos la edad, es muy fácil que pierdan ese buen aspecto que nos presenta ante el mundo antes incluso de abrir la boca. Manchas, heridas, descamaciones. Da miedo lo poco que hace falta para tenerlas feas.
Pequeños cuidados
Un primer consejo sería introducir en nuestras rutinas el factor de lo estacional. Por sí mismas, las manos son una parte del cuerpo con poco colágeno y glándulas sebáceas. Con el envejecimiento, la pérdida del colágeno se acentúa, lo que hace que, por ejemplo, si no utilizamos guantes en invierno sea muy fácil que se agrieten. Es una época del año especialmente sensible, que actúa como un mordisco. Cubrirlas con guantes y mantenerlas calientes sería un primer paso.
Y si nos referimos al verano, ocurre a la inversa. Beber dos o tres litros diarios de agua también tiene efectos visibles en el aspecto de nuestras manos, que se verán muchísimo mejor si nos hidratamos con cierta regularidad.
Otro paso importante sería empezar a utilizar diferentes cremas para mantenerlas hidratadas, y como siempre, dependiendo del dinero del que dispongamos podemos invertir más o menos cantidad en conseguir productos específicos y de calidad.
Hay de toda clase y condición: cremas hidratantes base, otras con vitamina B5 y acido hialurónico, cremas con exfoliantes que reduzcan las manchas y mantengan mejor la elasticidad de la piel, las que contienen aceite de argán, karité, agua termal, alantoína. La cantidad de productos puede abrumarnos al principio, pero lo más importante es esto: la crema nunca debe ser un mito sino una compañera muy ‘a mano’. Las de texturas no grasas te harán protestar menos. Suele ser la excusa de los que no la utilizan, por lo pegajosas que se quedan.
Si pensabas que en verano el sol solo afecta a tu cara, te equivocas, porque otro de los cuidados recomendados para tus manos es añadir al paso de la hidratante una crema de protección solar, de factor alto, si es posible. Al igual que en el rostro, es fácil que aparezcan las primeras manchas. Si podemos evitar las grietas y motas molestas, tanto mejor. Es recomendable aplicar la crema también en el dorso, y entre cada dedo.
Las rutinas
Unos últimos consejos antes de meterlas en los bolsillos. A la hora de lavarlas, es mejor no excederse en el número de veces diario. El uso constante de agua actúa como agente agresivo. Es mejor utilizar agua fría antes que caliente y elegir un jabón que respete el ph de nuestra piel (5,6, por ejemplo). Y el secado, ah, el secado. Enérgico. Solo debe quedar una fina película de agua que se evapore de forma natural.
Conviene hidratarlas con crema al menos dos veces al día, poniendo especial cuidado en hacerlo de noche. Puedes incluso dedicar un rato a masajearlas; desentumecer cada dedo, mimarlos. Ellas lo van a agradecer.