Día de la Salud Mental: cuando el mejor antidepresivo se llama 'nieto' y no lo puedes ver por culpa de una pandemia global
Este año, el Día de la Salud Mental se celebra en unas condiciones en las que hemos sido impactados por la pandemia de coronavirus que ha dejado consecuencias físicas, mentales y emocionales.
En el segmento de las personas que ven, que necesitan a sus nietos, las secuelas pueden ser aún peores
Este 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una cita que, este año, cobra especial importancia por las secuelas que la covid-19 y todo lo que la rodea está dejando en la población y, particularmente, en las personas mayores. Problemas como la soledad no deseada se han recrudecido durante estos meses, pero no solo eso: depresión, angustia, estrés postraumático, baja autoestima o hiperactividad mental se han hecho muy presentes en la vida de muchas personas.
Y el problema no tiene solución a corto plazo. Al estar aún sumidos en la pandemia, llámese segunda ola o continuación de la primera, los síntomas de estas enfermedades aún quedan, en muchos casos, escondidas en algún recoveco de la mente esperando para salir cuando todo esto acabe.
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Javier Olivera Pueyo, psiquiatra y secretario de la Sociedad Española de Psicogeriatría, tiene claro que esto aún no ha hecho más que comenzar: "la verdadera repercusión de la pandemia sobre la salud mental solo la conoceremos cuando realmente todo esto pase y vayamos volviendo a la normalidad", explica en una entrevista realizada por Jesús Méndez en la Agencia SINC.
La falta de ver a los nietos
La estabilidad mental y física de muchos de nuestros mayores pasaba por ver a sus nietos un rato a la semana, un día, dos... poder disfrutarlos y sentir su abrazo y su cariño. Sin eso, el panorama cambia radicalmente. "Un cerebro que no habla, no actúa, no se relaciona, empeora en todos los aspectos. Yo he hablado con personas mayores al teléfono que lloraban por no haber visto a sus nietos durante este tiempo. Si, como dice un amigo, el mejor antidepresivo se llama 'nieto', todo esto está suponiendo para ellos una adaptación con consecuencias importantes", explica Olivera Pueyo.
El miedo y el estigma
Otros dos factores que han tenido mucho que ver con la situación actual han sido el miedo y el no poder despedirse de sus familiares fallecidos. "Desde el principio ellos han sabido que era una enfermedad que afectaba más a mayores y que podía ser mortal. Además, fueron conscientes de que si había falta de respiradores ellos iban a ser, por edad, los primeros descartados. Eso ha sido un motivo de ansiedad y de enfado. Aunque pueda ser lógico que ante una situación de falta de recursos se priorice a los más jóvenes, muchos te dicen 'hemos trabajado toda la vida y así nos lo pagan'", cuenta el especialista.
Esta es una pandemia cruel y, además, se ha estigmatizado a las personas mayores. El edadismo, que nunca se ha ido, se ha impulsado más si cabe, como reconoce el propio Olivera: "Mucha gente ha pensado 'esta es una enfermedad de los mayores, a mí no me afecta'. En las residencias ha habido una marginación tremenda. Yo he visto carteles en residencias en los que ponía: 'Estamos vivos, no os olvidéis de nosotros. No somos apestados'. De hecho, he visto a gente cruzar de acera al acercarse a una residencia, como si realmente fuera la peste".
Prestar atención a los síntomas
Para intentar frenar esta nueva epidemia de salud mental que se nos viene encima, el especialista da una serie de recomendaciones para permanecer atentos en todo momento y detectar los primeros síntomas cuanto antes.
"Debemos estar atentos si percibimos que disminuyen voluntariamente la relación social, ya sea por teléfono, mensajes… o si rechazan la ayuda. Esos pueden ser síntomas de temor o de conductas que llamamos de negligencia y abandono: dejan de comer, de arreglarse… También si duermen peor, si están más irritables y observamos cambios en su conducta o si advertimos que están algo desorientados", dice.
En el caso de la depresión "ya estaba infradiagnosticada en ancianos antes de la pandemia y ahora se están añadiendo casos. En ellos las manifestaciones son diferentes que en los jóvenes, ellos vienen de una generación que ha vivido con mucho estigma las enfermedades psiquiátricas y les cuesta mucho más reconocerlo. En general, ante esos signos deberíamos consultar con atención primaria, que son los primeros en encargarse".