Natalia recibe por teléfono a Uppers desde su casa, en Madrid, donde permanece aislada desde hace casi tres semanas. Su hijo regresó de Mallorca el 18 de junio y tres días después, lunes, dio positivo en Covid en un test de antígenos. "El fin de semana -relata- el virus había dado sus primeras señales: cansancio, malestar general, fiebre y muchísima necesidad de dormir, pero nada que no pudiese achacarse al agotamiento propio de un viaje de estas características". Se aisló debidamente en su dormitorio y se le reservó un baño exclusivamente para él. Sin embargo, toda precaución resultó inútil. Poco a poco, fueron cayendo todos: padre, madre y un hijo más. Y poco a poco fueron repitiéndose los mismos síntomas que sufrió el hijo mayor a su vuelta de la isla, incluida la pérdida del gusto y del olfato. Solo la benjamina de la familia se salvó, aunque se encuentra aislada igual que el resto de la familia.
Natalia, de 48 años, estaba a punto de recibir la segunda dosis de Pfizer y su marido estaba ya vacunado con la Janssen. Aunque la pauta de esta vacuna es de una sola dosis, todavía no habían pasados los días necesarios para alcanzar la inmunidad: unas dos semanas después de su administración. Si esta madre accede a hacer público su testimonio es, sobre todo, porque considera urgente tomarse en serio la gravedad de la situación. "La incidencia -recuerda- está disparada en un grupo de edad sin inmunizar que multiplica sus contactos sociales durante el verano. No solo por ellos, también por los adultos, aunque estemos vacunados".
En el grupo estudiantes que viajaron con su hijo, 18 de 50 han dado positivo y varios han contagiado también a sus familiares. Las pruebas han confirmado que se trata de la variante Delta. Esta, más conocida como variante india, está demostrando una mayor contagiosidad y se está expandiendo rápidamente por Europa. En España hay varias comunidades afectadas y se prevé que en agosto sea ya la dominante. También sus síntomas se sienten de forma más acusada. Natalia, que ahora deberá esperar al menos seis meses para completar la pauta de vacunación con la segunda dosis de Pfizer, según el protocolo establecido, ha comprobado que la primera dosis ni la protegió ni minimizó los síntomas. Recibió el diagnóstico el día 1 de julio y aún padece congestión, pérdida de gusto y olfato y un dolor intenso de caderas, tobillos y rodillas.
Mientras, la incidencia sigue disparada y los padres de estos chicos saben que los jóvenes que viajaron a Mallorca están en el punto de mira. Cada día se cuentan más contagios y hay miles de personas aisladas. Una parte de la sociedad se ha ensañado con ellos y sacan a relucir macroconciertos, fiestas sin control y actitudes que han desparramado la situación justo cuando más cerca estábamos de doblegar al virus. También a los progenitores se les acusa de sobreprotectores y con poca autoridad para educar a sus hijos. Pero, ¿qué ha pasado realmente? Natalia, igual que el grupo de padres con los que mantiene contacto e intercambian informaciones y datos, piensa que "la responsabilidad es de todos y seguimos viendo actitudes muy poco cívicas en todas partes en las que no se pone el foco. No creo que sea oportuno el cruce de acusaciones, casi siempre con tintes políticos, sino de reconocer que las cosas aún se pueden hacer mejor".
El de su hijo fue uno de los primeros viajes que se hicieron a Mallorca y, por tanto, la situación aún no estaba desbordada. "No les afectó la decisión de confinamiento de los estudiantes ni los episodios de tensión que se han vivido después". Por otra parte, hace hincapié en que se les presentó Mallorca como destino turístico seguro con todas las precauciones oportunas. "Ahora nos preguntamos si era el momento de realizar viajes de fin de curso y nos empeñamos en buscar culpables, pero cuando se organizó se hizo con todas las garantías de seguridad. Durante los meses previos y hasta el último momento, siempre tuvimos presente la posibilidad e incluso la certeza de que se cancelase. Los chicos eran también conscientes de que la situación pandémica podía empeorar en cualquier momento. Después de la apertura de los cierres perimetrales y la mejora en la incidencia, el viaje siguió adelante. No se nos puede juzgar a los padres. Es una decisión que tomamos con absoluta prudencia, pero siempre desde el temor y la incertidumbre".
Y a medida que van pasando los días e indagan las circunstancias en las que se pudieron producir los contagios, no señalan, como han hecho las autoridades del gobierno balear, eventos como el concierto celebrado en la Plaza de Toros de Palma, del que, por cierto, disponen de vídeos que atestiguan que los asistentes permanecieron sentados, guardando distancia y usando mascarilla. El primer punto en su diana es, por el contrario, el ferry en el que se desplazaron de Palma a Valencia. "Por una parte, no reunía las condiciones oportunas ni tenía habilitados todos los asientos, a pesar de que estaban pagados. Como consecuencia, los jóvenes tuvieron dormir en el suelo sin ni siquiera poder mantener distancia. Por si fuera poco, según hemos podido saber después, el barco tenía a su tripulación infectada. Este pudo ser el comienzo del brote y, sin embargo, nadie apunta ahí", concluye esta madre.