Escribir a mano una nota de agradecimiento, una felicitación o la simple lista de la compra puede brindar unos cuantos beneficios para la función cerebral o incluso frenar el deterioro cognitivo. Al hacerlo ponemos en marcha una serie de funciones que dan paso al lenguaje, y también al conocimiento y a la reflexión. Pero es un hábito cada vez más minoritario a favor de los teclados de ordenadores, tablets o móviles. La pregunta es si lo que ganamos en rapidez lo perdemos en salud mental.
"Nuestro desarrollo evolutivo va ligado al lenguaje y a la escritura. La movilidad de la mano y la capacidad del lenguaje van juntos. De hecho, la localización de estas facultades en el cerebro está muy próxima y la actividad de la mano dominante, habitualmente la derecha, activa algunas áreas del lenguaje. Una de las técnicas de rehabilitación de la afasia (pérdida del habla) es la escritura a mano. La escritura permite mejorar el lenguaje espontáneo y viceversa", explica el doctor Marcelo Berthier, miembro de la Sociedad Española de Neurología, catedrático de esta especialidad y jefe de la Unidad de Neurología Cognitiva y Afasia de la universidad de Málaga.
"Lamentablemente, estamos perdiendo la costumbre de escribir a mano. Utilizamos más el móvil, con códigos de comunicación que acortan las palabras y eso interfiere a nuestro sistema léxico. La peor consecuencia es que no sepamos escribir de otra forma. Pasó algo parecido con el uso generalizado de las calculadora: el cálculo mental ha quedado inactivo", advierte este experto. Los últimos estudios afirman que dibujar cada letra sobre el papel no solo es un proceso mental sino, además, una manera de trabajar la psicomotricidad de nuestras manos y dedos.
La estimulación cerebral que supone la lecto-escritura hace que se activen capacidades muy distintas, desde creatividad a la memoria, la función más dañada en la enfermedad de Alzheimer. La alteración en el lenguaje es uno de los síntomas característicos de esta dolencia. Ejercicios de escritura, como un dictado, la copia de unas pocas frases o la práctica de la propia firma, son técnicas que pueden trabajarse en casa y que aportarán beneficios importantes a la hora de frenar el deterioro cognitivo. "Escribir a mano pone en marcha estímulos auditivos y visuales, además de los estímulos internos. Al escribir almacenamos mejor los conceptos en nuestro cerebro. Si escribimos un Word, por ejemplo, no tendremos recuerdos visuales y almacenaremos peor la información", afirma Marcelo Berthier.
Hay, además, otros beneficios ligados a la escritura:
El avance de las nuevas tecnologías es imparable. Y es cierto que nos hacen la vida más cómoda. La cuestión es cómo conciliar los beneficios de ambos mundos: lo digital y lo manual. Buscar el equilibrio es complejo, pero si hubiera que escoger entre ambos, Berthier prefiere la escritura 'artesana', y no solo por los beneficios en nuestro cerebro. "Es cierto que la tecnología nos ha facilitado la vida, pero también ha interferido en aspectos importantes. Escribir a mano puede ser tedioso y a la vez enriquecedor. Por ejemplo, cuando vamos al médico, ya no nos mira a la cara, sino que está escribiendo ante el ordenador. Si escribiera a mano, podría mirar al paciente".
Para este neurólogo el lenguaje simplificado que usamos en móviles o tablets esconde un problema más profundo, como es la falta de instrucción o de formación de los usuarios. "El problema no es utilizar un lenguaje simplificado, sino no tener recursos y no poder expresarte de manera formal o informal, según el contexto", explica. "Si nos fijamos, vemos que cada vez se habla peor, con palabras altisonantes, construcciones gramaticales erróneas, sin distinguir entre el lenguaje formal o el de la calle. Incluso la escritura es parecida al lenguaje oral”, añade este neurólogo que concede mucha importancia a la lectura como el otro gran recurso contra el deterioro cognitivo.
En este aspecto, no diferencia entre el libro electrónico y el físico. "Lo importante es leer, ya sea en una pantalla o con un libro físico. No leer sí deteriora nuestra reserva cognitiva. La lectura es un factor protector de la salud cerebral, pero se lee cada vez menos”, señala antes de confirmar que todavía prefiere leer en papel.