Cuando nuestra rutina y zona de confort se revuelven ante una enfermedad, problemas laborales o económicos, discusiones familiares, los hijos… reaccionamos para solventarlo o nos vemos incapaces y todo nos supera. A veces, esta ansiedad que genera el estrés se ve acompañada de subidas y bajadas de peso que de ninguna manera convienen a nuestra salud.
En Uppers hemos querido conocer la relación entre el peso y el estrés. Para ello hemos consultado a Vanesa Fernández López, doctora en psicología, miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Nos ha explicado qué es el estrés y nos ha dado las pautas sobre cómo hacer que el estrés no engorde o cómo afecta el estrés en la pérdida de peso.
La doctora Vanesa Fernández adelanta que el estrés es “un proceso psicofisiológico que se pone en marcha cuando tenemos que hacer frente a demandas de nuestro entorno que exceden los recursos que habitualmente utilizamos para resolver esos problemas”. No es peligroso para la salud. Lo que da lugar a complicaciones es el estrés crónico, es decir, el que se mantiene a lo largo del tiempo. En estos casos, “se generan problemas psicofisiológicos, con entidad médica reconocida, como los estomacales, la hipertensión o las cefaleas que no cesan si no se frena el estrés”, apunta Vanesa Fernández. “En el ámbito emocional, aparece el agotamiento emocional, los trastornos de ansiedad y de las emociones, el abuso de sustancias o los problemas sociales”, subraya la doctora Fernández.
En cuanto a cómo afecta el estrés a la pérdida o al aumento de peso, depende de cada persona. En algunas, estas situaciones de estrés puntual o crónico no interfieren en absoluto. En cambio, en otras, “a nivel físico, el estrés mantenido afecta en un mayor gasto calórico”, señala la doctora. “En el aspecto emocional, ante alteraciones intensas, se da el caso de los que comen mayor cantidad o de forma desordenada para aliviar la ansiedad o, al contrario, se les hace un nudo en el estómago y no les entra nada”, comenta. En realidad, todo gira en torno a la relación habitual de cada uno con la comida.
Al igual que la ansiedad que genera el estrés provoca hambre o la quita, “otras personas tienden a fumar más, a morderse las uñas o sufren dolores de cabeza”, puntualiza.
Pero cuando el estrés y el peso van de la mano, adelanta la doctora, “influye más en las mujeres que en los hombres. Se nos impone un canon de belleza social, el culto al cuerpo es más exigente en el sexo femenino y en muchas ocasiones la mujer basa su autoestima en el aspecto físico”.
La pregunta es si podemos conseguir que el estrés no afecte al aumento o a la pérdida de kilos. En palabras de la doctora, “nosotros tenemos el control de nuestra conducta”. La estrategia a seguir, cuando nos vemos en una situación de estrés que se puede hacer crónica es reaccionar a tiempo. Dice la doctora que, “primero debemos escuchar a nuestro cuerpo e intentar hacer caso a las señales que me están diciendo que paremos. No es posible mantener la atención en un trabajo, en el cuidado de otros o en una actividad de forma permanente”.
Sin embargo, en ocasiones, nos vemos desbordados y debemos acudir a un profesional médico para que nos ayude a controlar nuestro nivel de estrés. Señala que el punto de inflexión está “cuando el estrés interfiere de manera significativa en lo cotidiano, en mi vida o en la de otras personas por nuestras respuestas emocionales, porque se ve afectada mi salud o tengo problemas con los demás”. Pone como ejemplo situaciones en las que el estado de ánimo es bajo, estamos nerviosos, mantenemos discusiones con la familia o la pareja de forma constante o a nivel físico nos encontramos muy fatigados, sufrimos cefaleas o insomnio, entre otros síntomas.
La doctora enumera las recomendaciones para controlar el estrés y las claves para sobrellevarlo:
Intentar dedicar tiempo a actividades de ocio que sean gratificantes, realizar un deporte que nos guste y relacionarnos con las personas que queremos y las que nos quieren. Pero, por supuesto, descansar lo suficiente a diario y cumplir los ritmos de sueño. Al igual que parar para comer, organizar y planificar las comidas y que sean saludables.
Tal como explica la doctora “de cara a la alimentación, es importante el sueño, porque se ha observado que el insomnio se asocia sobre todo con la obesidad”.
La relajación, la meditación o el mindfulness ayudan a superar la ansiedad y el estrés. En concreto, el mindfulness es una técnica de relajación que enseña a tomar conciencia plena de las emociones con el fin de eliminar la frustración o ansiedad que produce el no poder cambiar ciertas situaciones.
“Si realmente lo que te ocurre es tan horrible, ¿realmente no puedes hacer nada para solventarlo?”, cuestiona la doctora. Las terapias cognitivo conductuales son un gran avance en la psicología. “Se enseña al paciente a detectar esas señales de estrés para corregirlas con patrones autoinstructivos y pensamientos equilibrados y constructivos; lo que se persigue es convertir una situación estresante en desafiante”, adelanta.
Para concluir, la doctora Vanesa Fernández remarca que es necesario “asumir que el estrés forma parte de nuestra vida y es una respuesta natural cuando hay situaciones ambientales que lo demandan. Pero si se mantiene hay que poner remedio. Puedo asumir una semana estresado por el trabajo, pero no de forma constante”.