Dos años después, nos quitamos la mascarilla: ¿qué teme cada generación de esta medida?
Tras dos años, las mascarillan han dejado de ser obligatorias tanto en exteriores como en interiores, salvando tres excepciones
¿Qué le preocupa a cada generación de esta nueva vida?
Hablamos con la psicóloga Teresa Terol para que nos explique cómo afrontar esta nueva etapa con nuestros hijos, nietos y nosotros mismos
Ha llegado el día. Después de más de dos años con las mascarillas como fieles compañeras de vida, a partir de hoy pasan a dejar de ser obligatorias ni en exteriores ni en interiores, a excepción del transporte público, los centros sanitarios y sociosanitarios. Esta decisión se toma, en palabras de la ministra de Sanidad, Carolinas Darias, "gracias a la alta cobertura vacunal y la mejora de los indicadores epidemiológicos". Aunque es una decisión ansiada por muchos, como en todo lo que tiene que ver con la pandemia, hay opiniones para todos los gustos. Hablamos con la psicóloga Teresa Terol para que nos explique qué preocupa más a cada generación y cuál es la mejor forma de afrontar esta vuelta a lo de antes, pero con un virus que sigue entre nosotros.
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El miedo al contagio no es la única razón por la que muchos jóvenes y adolescentes están reticentes a ir quitarse sin mascarilla. "Con la retirada de las mascarillas surge lo que se denomina 'síndrome de la cara vacía Durante dos años, se ha convertido en un elemento que nos protege socialmente del medio. Hay personas, sobre todo en la adolescencia, que desarrollan miedo o ansiedad social y, cuando hay partes de uno que se pueden tapar, como la boca o la nariz, dan una sensación de intimidad, similar a la que tiene cuando se llevan gafas de sol", nos explica la psicóloga.
Es decir, que la mascarilla les ayuda a estar más cómodos consigo mismos y, de algún modo, es su forma de paliar el miedo a ser rechazados o no aceptados por sus iguales. "Los cambios nos generan miedo, sobre todo en los jóvenes que, de repente, no saben cómo comportarse. Si hay que abrazarse, besarse… todo es ambiguo".
Además, entran en juego, también, los complejos físicos. Los adolescentes están en un proceso de continuo cambio que no han tenido que hacer público en los últimos años. "Es una manera de ocultar los complejos: los dientes, la nariz, imperfecciones… se sienten demasiado expuestos sin ella".
La adolescencia es un momento de autoconocimiento y autoestima, donde las habilidades sociales y la comunicación juegan un papel relevante. Sin embargo, estas interacciones se han visto limitadas últimamente. "A la hora de comunicarse, no hay tanto que controlar o gestionar del lenguaje no verbal. Entre las gafas y mascarilla los jóvenes se sienten detrás de una pantalla, que les aporta confort y tranquilidad. Salir de ella les genera ansiedad".
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El miedo es un tema completamente subjetivo y lo provoca no el hecho de quitarse la mascarilla, sino algo específico. "Tendemos a pensar que el tema de la autoestima solo se produce en los jóvenes y no es para nada así. Es una gran pandemia y no solo en gente poco agraciada físicamente. La realidad es que nos cuesta mucho reconocernos, valorarnos en muchos aspectos, aunque seamos personas de éxito o que tengan un buen físico”, apunta la psicóloga.
Por otro lado, en adultos sí que se produce un miedo más racional que está directamente relacionado la enfermedad y la forma con la que se ha vivido la pandemia. Con la edad nos volvemos más conscientes de todo lo que ha conllevado, de las muertes, del sufrimiento y del peligro que sigue existiendo, aunque sea en menor medida.
Por eso, la psicóloga nos explica que "hay que tener sentido común, buscar información de calidad, intentar hacer las cosas progresivamente, si crees que es conveniente llevarla hazlo, hay que hacerlo en pequeños pasos. La habituación que es un fenómeno que tiene el cerebro humano y debemos tener paciencia, ir sobre seguro”, aclara la experta.
Por eso es muy importante el respeto, tanto de un lado como de otro. "No hay que juzgar, cada uno debe hacer lo que quiera. Hay que entender que cada uno lleva su ritmo y ha vivido la pandemia de una forma diferente y que lo que marca la ley es lo que hay que hacer. Hay permiso de quitársela, pero no obligación. Eso sí, si alguien de verdad tiene mucho miedo y le limita, es mejor que pida ayuda. El miedo es normal y genera ansiedad, hay que normalizarlo y avanzar”, concluye Terol.