Las infecciones de orina se producen cuando los gérmenes contaminan la orina y se reproducen dentro del tracto urinario. Puede provocar una serie de síntomas, como dolor o escozor al orinar, molestias en el la zona baja del abdomen, sensación de urgencia para orinar, ganas permanentes de hacerlo o impresión de no haber finalizado.
La causa de esta infección son las bacterias. Lo más habitual es que el E-Coli, presente en el intestino alcance la uretra, y provoque una infección urinaria, que a menudo deriva en una cistitis o inflamación de la vejiga. Si la infección de orina alcanza la vejiga, estaremos ante una cistitis; si afecta al riñón y la zona pélvica renal, se trata de una pielonefritis. Suele ser un agravamiento de la cistitis y suele venir acompañada de fiebre. Si la infección se encuentra en la uretra, será una uretritis y en la próstata, en el caso de los hombres, se produce la prostatitis.
La anatomía femenina hace que estas infecciones sean más habituales entre las mujeres. Según la Sociedad Española de Nefrología (SEN), la mitad de ellas puede sufrir una infección del tracto urinario a lo largo de su vida. No obstante, las infecciones de orina también afectan a los hombres y cuando las padecen, suelen ser casos más graves vinculados con una patología prostática. Un 12% de los hombres sufrirá una infección urinaria a lo largo de su vida y más probablemente a partir de los 50 años. A diferencia de las mujeres, los hombres sufren infecciones más frecuentemente en órganos distintos a la vejiga; en la uretra durante la infancia, asociada incluso a la fimosis, y en la próstata, en la madurez. Tanto en hombres como en mujeres la infección de orina puede indicativa de la existencia de piedras renales.
Las cistitis generalmente se tratan con antibióticos de amplio espectro, lo que supone un riesgo para la salud, ya que estos antibióticos no afectan únicamente a las bacterias causantes de la infección, si no a aquellas que forman parte de nuestra flora intestinal y que son imprescindibles para nuestra salud y sistema inmunológico. Debido a los problemas que presenta el tratamiento con fármacos antibióticos la cistitis requiere de una alternativa más natural y saludable.
Existen estudios que indican que los arándanos son un potente remedio contra las infecciones de orina. Este fruto rojo ha formado parte de la dieta de los pueblos árticos y de las tribus indígenas americanas durante milenios gracias a la larga lista de beneficios para la salud. Además de en la gastronomía o en la dieta diaria, son muy utilizados para prevenir, curar o aliviar síntomas o enfermedades.
Son frutos del bosque con un contenido muy bajo en azúcares y muy elevado en antioxidantes y vitaminas. Hay que destacar su elevado contenido vitamínico, y son importantes la Vitamina C, la Vitamina A , los Betacarotenos y compuestos fenólicos entre los que predominan los flavonoides, principalmente antiocianinas que tiene propiedades antitumorales, antiulcerosas, antioxidantes y antiflamatorias. Se les atribuye el papel de prevención de infecciones del trato urinario. Por este motivo es recomendable tomar zumo de arándano en pacientes que tengan una infección urinaria.
El arándano rojo carece de efectos secundarios de consideración a diferencia de los antibióticos y puede tomarse durante periodos prolongados, tanto para prevenir como para tratar, incluso en combinación con los antibióticos.
Para garantizar su eficacia y seguridad, es imprescindible que sean adquiridos con el consejo de un profesional como el farmacéutico, y que los preparados se presenten en una forma farmacéutica que facilite la dosificación como cápsulas, comprimidos o sobres.
Hay que tener en cuenta que estos frutos son de origen natural, su consumo es bien tolerado, no modifica la flora bacteriana vaginal y tampoco favorece la aparición de resistencias bacterianas. Su efecto antiadherente contra las bacterias, previene la aparición de infecciones recurrentes. Además sus efectos son proporcionales a la cantidad consumida.
Este fruto posee la capacidad de proteger y fortalecer las paredes de los capilares, pequeños vasos sanguíneos, por lo que es útil en el tratamiento de venas varicosas, flebitis y hemorroides, al igual que en la prevención de problemas de la visión causados por la ruptura de pequeños vasos sanguíneos en los ojos.
Destaca también su contenido en fibra soluble, por lo que su consumo se aconseja cuando deseamos reducir los niveles de colesterol alto, gracias a que es útil para rebajar concretamente los niveles altos del colesterol malo).
Y, por si fuera poco, estas pequeñas bolitas rojas también son altamente antioxidantes debido a sus compuestos fenólicos, lo que les otorga poder para prevenir y luchar contra las enfermedades y preservar la salud. De hecho, tienen más fenoles que otras frutas, lo que puede ayudar a prevenir enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer.