Si eres de los que tienes que ir con unas gafas de ver de lejos y otras de cerca en el bolsillo, si las gafas progresivas no te terminan de convencer y las lentillas te hacen daño en los ojos, vas a ver este invento de la Universidad de Stanford con una ilusión especial.
Con la edad, todos perdemos calidad visual debido a distintos problemas como miopía, astigmatismo, hipermetropía y, sobre todo, presbicia, que es la que afecta a un 20% de la población mundial y que se ceba con las personas mayores de 45 años. La solución habitual es utilizar unas gafas para cada acción del día, pero esto podría tener su final muy pronto.
Investigadores de la Universidad de Stanford han creado y probado un nuevo prototipo de gafas en 19 personas de entre 52 y 70 años, con resultados más que esperanzadores. La diferencia con otras gafas graduadas estándar es que estas son autofocales, es decir, que se regulan automáticamente y en tiempo real en función de donde estemos enfocando en cada momento. De este modo, no sería necesario tener varios tipos de lente en una misma montura, como pasa con las progresivas, o de estar cambiando de gafas a cada momento.
Para conseguir el efecto deseado, los cristales que utilizan estas gafas están rellenos de un fluido que se expande y se reduce para regular la graduación en cada momento. Además, de este líquido 'mágico', también cuenta con un rastreador de los movimientos de los ojos y de un sensor de profundidad.
Estos tres elementos se encuentran realizando operaciones aritméticas constantemente para darle los datos adecuados al algoritmo creado por los investigadores y que este sea, en última instancia, quien regule la presión del fluido del interior de la lente mediante una corriente eléctrica determinada y, por tanto, aumente o disminuya la graduación en función de dónde estemos mirando.
Por el momento este invento es un prototipo y, de hecho, aún no tiene forma de gafa convencional, sino más bien de máquina de las que usan los ópticos para regular la vista, pero si los resultados siguen siendo convincentes no sería de extrañar que lo pudiéramos ver en unos años en las ópticas.
Las 19 personas que participaron en la prueba de este nuevo producto comprobaron que con las autofocales mostraron una mejor agudeza visual en comparación con las gafas monovisión y las lentes progresivas, En cuando al reenfoque, las autofocales se mostraron más rápidas y, en comparación con los progresivos, más precisas.
A pesar de la novedad que supone este nuevo prototipo, la idea no es nueva. Si bien las Google Glasses pudieron haber servido para algo similar, el fracaso del proyecto hizo que se descartara esta posibilidad por completo.
Sin embargo, en la feria de tecnología más importante del mundo, el CES de Las Vegas, se presentaron, en 2017, las gafas de la compañía Deep Optics, basadas en una investigación de la Universidad de Utah y con un sistema muy similar a las de Stanford. Dos años después aún no han llegado al mercado. ¿Veremos una competición de estos productos en un futuro no muy lejano?
El primer reto que se plantea con estas nuevas gafas es, precisamente, pasarlas a formato de gafas. Actualmente son solo un prototipo que necesita de más pruebas y, sobre todo, de la financiación correspondiente para poderlas lanzar al mercado.
En segundo lugar, se plantea un problema con las ópticas: si hay unas gafas que lo hacen todo, ¿le interesará a las ópticas colocarlas en sus estantes si saben que ya no necesitarás otro tipo de gafas o de soluciones oculares como lentes de contacto o servicios como regraduaciones?
Por último, y aunque de momento no se han planteado estas gafas con ningún tipo de conexión a internet, de alguna manera tendrá que recibir actualizaciones el software que lleva consigo. Si se conectaran a internet finalmente, ¿sería posible que se enviaran todos los datos de hacia dónde miramos a posibles anunciantes o a servicios de inteligencia?