Sigue siendo un tema tabú entre muchos hombres, pero todos sabemos que la cirugía estética ha dejado de ser cosa de mujeres. Estar a gusto con uno mismo no tiene sexo ni edad. Por eso, son cada vez más los que se lanzan a acabar con sus complejos. En España, la operación estética más común entre el género masculino, injertos capilares aparte, es la ginecomastia (reducción del tamaño de las mamas).
Está rodeada un silencio extraño, un sentimiento de vergüenza, sobre todo en temporada estival, y muchas dudas, que ayudadas de un cirujano plástico, vamos a resolver. Precisamente por este secretismo ha sido verdaderamente complicado conseguir un testimonio en primera persona. Finalmente, tras varias llamadas telefónicas a pacientes, Pablo – nombre ficticio –, accede a contarnos su historia.
En nuestro país, el agrandamiento mamario afecta a entre el 40 y el 60% de los hombres adultos, según los datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética. "Es muy común que se produzca un aumento de volumen en la región pectoral asociado al tejido graso y glandular de la mama", explica el doctor Carlos Gullón Cabrero, cirujano plástico de Clínica FEMM.
Esta patología, en la mayoría de los casos, está asociada a un sobrepeso ya sea actual o pasado, que hace que el tejido graso acumulado en la zona sea difícil de eliminar. Por otro lado, "es importante hacer una valoración hormonal porque hay casos, muy poco frecuentes, en los que existen una alteración", apunta el cirujano.
Cansados de convivir con una o ambas mamas agrandadas, a partir de los 40 años "los hombres que vienen a consulta se multiplican. Suelen ser pacientes que llevan años dándole vueltas y sufriéndolo probablemente desde los 20 pero ahora se deciden a hacerlo", aclara Gullón.
Este es el caso de Pablo que en 2017, y pasados los 40 años, decidió someterse a esta cirugía. "Lo sufría desde los 15 años debido a una alteración hormonal que tuve en la adolescencia y hace un año y medio me decidí. La experiencia fue estupenda. No me enteré de nada y, sin embargo, he notado un gran cambio en mi cuerpo. Para los hombres, tener las glándulas mamarias grandes es raro y, la verdad, estaba cansado. Ahora me siento mucho mejor, me veo mejor y estoy más a gusto", relata.
La cirugía puede variar en función de las características de cada paciente, el hombre ideal para someterse a esta operación es un varón en buen estado de salud y con unas expectativas realistas, esto último es fundamental.
Antes de realizar la cirugía el preoperatorio es sencillo. "Una analítica de sangre, unas pruebas de coagulación, un electrocardiograma y descartar ninguna alteración hormonal", explica Gullón.
Una vez que todo lo anterior está en orden, se puede hablar de dos técnicas de reducción mamaria. "En la mayoría de los casos se puede realizar una cirugía cerrada. Una pequeña liposucción con una tecnología que permite que la piel se adapte a su nueva forma y además, evita las cicatrices. En otros casos más extremos, la incisión es necesaria. La cicatriz se hace alrededor de la areola - para que no se note - y se requieren, además, drenajes los primeros días", cuenta el doctor.
Realizada la intervención, se coloca una venda o faja que comprime la zona y que el paciente deberá llevar durante aproximadamente un mes para evitar la inflamación y ayudar a la piel a retraerse. "El posoperatorio no lo recuerdo nada doloroso. Unos analgésicos eran suficientes para calmar la leve molestia", cuenta Pablo.
La vida normal puede retomarse pocas horas después de la cirugía, quitando los casos en los que se colocan drenajes, ya que el paciente tendrá que pasar una noche ingresado. "Recomendamos que se evite, en cualquier circunstancia, realizar ejercicios de brazos y pectorales durante los tres primeros meses”, explica el cirujano.
Y concluye apuntando que "es muy común que el paciente, ya que entra en el quirófano, aproveche para realizarse una liposucción abdominal o de los flancos, que son otras de las zonas donde más grasa localizada y difícil de eliminar se encuentra".