España es el quinto país de la Unión Europea con más población mayor de 65 años vacunada contra la gripe, y no es para menos. En el periodo 2017-2018 fueron 800.000 personas afectadas por la gripe, con 52.000 ingresos hospitalarios y 15.000 fallecidos, según datos del Instituto Carlos III.
La llegada de las temperaturas frías y el tiempo seco que nos acompaña son el caldo de cultivo perfecto para que los síntomas de la gripe se empiecen a hacer notar y el virus se comience a extender entre la población.
En la penúltima semana de 2019, el Sistema de Vigilancia de la Gripe en España (SVGE) detectó una incidencia de la gripe de 37 casos por 100.000 habitantes, más bajo que en el mismo periodo del año anterior pero extendiéndose por el norte peninsular y las Islas Canarias. Según este informe, los datos, aun positivos, señalan que la actividad gripal se encuentra en valores propios del periodo pre-epidémico. Pero tenemos buenas noticias.
Un estudio de la Universidad de Glasgow acaba de demostrar que un paciente que tenga un resfriado no puede tener a la vez la gripe, y viceversa. Esto ocurre porque, aunque los síntomas parezcan los mismos, los virus que causan ambas dolencias son distintos y no interactúan entre ellos, según han descubierto en el laboratorio.
Según el Dr. Pablo Murcia, coautor del estudio, "estaba claro que el virus de la gripe y el rinovirus, causante de los resfriados, interactuaban de una manera negativa: cuando se detectan muchos virus de la gripe en la población hay poco rinovirus, y viceversa", explica.
Para que el virus de la gripe (H1N1) no interactúe con los rinovirus, lo que acontece realmente es una batalla campal por la conquista de nuestras células. Según el Dr. Sema Nickbakhsh, investigador principal en el estudio, "al igual que los leones y las hienas compiten por los recursos de comida en el Masai Mara, creemos que los virus respiratorios también compiten por los recursos en las vías respiratorias".
En este sentido, añade que todavía quedan muchas otras variables para investigar, como la respuesta inmunitaria que hace a un cuerpo ser más duro ante nuevas infecciones después de haber sufrido ya un ataque vírico.
La clave, no obstante, la da el Dr. Murcia: "si entendemos cómo los virus interactúan y cómo algunas infecciones virales pueden favorecer o inhibir otras, entonces podríamos desarrollar mejores vías de atacar a los virus".
En todo caso, si ya has sufrido un resfriado durante el otoño pasado, puedes estar un poco más tranquilo porque la gripe será más benevolente contigo.