La pandemia ha traído un interés renovado por nuestro sistema inmunitario. Encargado de proteger y defender el cuerpo de las amenazas externas, no siempre somos muy conscientes de cómo cuidarlo de la manera adecuada. A medida que vamos cumpliendo años, comienza a experimentar modificaciones que afectan de forma notable a cómo reaccionamos ante nuevos patógenos (y también frente a las vacunas). Por eso, en este momento, es fundamental entrenarlo como una barrera más frente a la COVID-19. Hablamos con Fernando Fariñas, inmunólogo en el Instituto de Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas, para que nos explique un nuevo concepto, el inmunofitness.
Anticuerpos, inmunidad celular… son términos que hasta hace poco más de un año no estaban en nuestro vocabulario del día a día. En estos meses hemos entendido la importancia de nuestras defensas y lo complicadas de mantener que son. "Con el envejecimiento vivimos un proceso de inmunosenescencia, es decir, va disminuyendo nuestra competencia inmunológica y eso va unido a un incremento en la gravedad y número de infecciones. Nuestro sistema inmunitario deja de tener la suficiente capacidad para eliminar agentes patógenos", explica el doctor.
No todos los sistemas inmunitarios son iguales y, aunque hay una parte que podemos controlar, hay otra que no. La 'biografía inmunitaria' de los individuos es el resultado de la genética más los factores ambientales. Los genes que has heredado de tus padres pesan un 50% pero el resto sí se puede entrenar. "Los genes son como los interruptores de luz, de tal forma que se encienden o se apagan dependiendo de los factores ambientales", explica Fariñas.
"El inmunofitness consiste en trabajar estos factores, en hacer ejercicio, tener buenos hábitos alimenticios, buenas relaciones sociales -que está comprobado que son muy positivas-, no fumar, controlar el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas, disminuir los niveles de estrés… son los hábitos que podemos cambiar, que mejoran nuestras defensas y que pueden ralentizar la inmunosenescencia y contribuir a que nuestro sistema inmunitario esté más sano y robusto", añade.
También podemos estar alerta ante algunas pistas que señalan que nuestro sistema inmune no va todo lo bien que nos gustaría. "El principal síntoma que nos debe hacer sospechar es tener infecciones muy frecuentes, ya sean respiratorias o del aparato digestivo. No nos referimos a un resfriado común, hablamos de infecciones severas, repetidas y continuadas en el tiempo, el desarrollo de enfermedades autoinmunes y otros procesos inflamatorios y tumorales. Todo esto nos debe alertar y hacernos acudir a un experto", apunta.
Algunas de estas enfermedades infecciosas, que son más letales cuanto mayores somos, se pueden prevenir mediante la vacunación. A medida que cumplimos años, el organismo no es capaz de producir anticuerpos y su respuesta es acumular células inflamatorias en el lugar de la infección. Ese proceso inflamatorio puede llegar a provocar un fallo en los órganos afectados. Por ello, los expertos insisten en la importancia de las vacunas en población mayor, que se considera como tal a partir de los 70 años, sobre todo frente a algunos virus como el de la gripe, el neumococo, la tosferina y, en la situación actual, el coronavirus.
La alimentación es una de las piezas fundamentales para mantener un buen sistema inmunitario. Si paseamos por los pasillos del supermercado, cada vez hay más productos suplementarios que prometen mejorar o ayudar a nuestras defensas. Pero ¿son de verdad efectivos? "Hay muchos alimentos que, en sus etiquetas, podemos leer lemas de este tipo y realmente son innecesarios. Si llevamos una dieta equilibrada vamos a tener todas esas vitaminas que prometen aportarnos y si, en cambio, tenemos malos hábitos y tomamos estos productos nuestro sistema inmunitario no va a mejorar en nada".
Es decir, hay alimentos (frutas, verduras, etc) que tienen una composición nutricional especialmente interesante en este sentido. Sobre todo si no están procesados. "Hay determinados nutrientes que son súper importantes para un buen funcionamiento inmunitario y que en determinados grupos de edad en la población son deficitarios. Hablamos por ejemplo de la vitamina D que tiene un papel inmunológico clave, y que tiene un importante efecto antiinflamatorio e inmunomodulador o de oligoelementos como el zinc o el selenio……pero son vitaminas y oligoelementos que encontramos en muchos alimentos como la fruta, cereales, chocolate o el pescado azul, entre otros", apunta el experto.
¿Y qué pasa con los suplementos que encontramos en herbolarios o farmacias? Un poco lo mismo: "La jalea real, la equináceasobre el sistema inmunitario. Pueden incrementar algunas respuestas inmunitarias, pero no son la panacea. Si tienes hábitos de vida malísimos, una cápsula de estos compuestos no te lo va a compensar", concluye el doctor.