La palabra imposible no existe en nuestro cerebro. Es una especie de ordenador personal, el dispositivo más potente y sofisticado del universo, tanto es así que todavía no hemos conseguido ni rozar los límites de sus posibilidades. En esa búsqueda de expansión y de exprimir más lo que es capaz de lograr, el neurocientífico Jonathan Benito ha escrito ‘Redefine imposible’, una guía para transformar nuestra vida a través de hábitos que fomentarán la creación de neuronas y nos harán ser más felices.
¿Qué es la neurogénesis?
Es muy sencillo, llamamos neurogénesis a la formación de nuevas neuronas en el cerebro.
¿Qué importancia tiene esto?
Hace unos años, los neurocientíficos pensábamos que solo se producían neuronas nuevas mientras se estaba desarrollando el cerebro (en nuestra época de crecimiento), y que luego, una vez formado éste, no se generaba ninguna nueva. Sin embargo, la neurociencia ha demostrado que no es así, que se siguen generando neuronas durante toda la vida.
Concretamente se incorporan en una intrigante estructura denominada hipocampo. Está implicado en multitud de procesos, entre los que podemos destacar la memoria y el bienestar emocional. Hoy sabemos que, bajo determinados modos de vivir la vida, estas nuevas neuronas que nacen pueden morir de forma inmediata. Un hipocampo deteriorado nos lleva a territorios emocionalmente oscuros, además de otros problemas cognitivos, como defectos de memoria.
Entonces, ¿podemos notarlo?
Si sientes que no eres lo suficientemente feliz y que te cuesta más de lo normal memorizar las cosas, puedes empezar a sospechar que tienes que cuidar la neurogénesis de tu hipocampo. La neurogénesis es crucial para tener una buena capacidad cognitiva, pero sobre todo para mantener un buen bienestar emocional.
¿Es posible aumentar la neurogénesis a los 50?
Por supuesto, y no solo a los 50, sino también a los 60, a los 70 e incluso en la más avanzada ancianidad. El grupo español dirigido por la Doctora María Llorens demostró que incluso en cerebros de 87 años de edad, los más ancianos que pudieron estudiar, se producía un proceso de neurogénesis sumamente activo. Por tanto, a los 50 se produce muchísima neurogénesis y por ende podemos, sobradamente, poner en marcha todos los mecanismos que conocemos para poder estimularla al máximo posible.
¿Qué hábitos podemos adquirir o modificar para estimularla?
Esta es justamente la pregunta del millón. Una forma muy sencilla y gratificante de estimular la neurogénesis es estar en contacto con la naturaleza. Las investigaciones científicas apuntan a que unas dos horas de contacto con la naturaleza a la semana es suficiente para estimular la neurogénesis. Y basta con un parque, no nos tenemos que perder en la Amazonía.
Otra forma muy potente de estimular la neurogénesis es mediante el deporte. El deporte es beneficioso desde muchísimos puntos de vista, pero sobre todo desde el punto de vista cerebral. Unas dos o tres horas de deporte a la semana son suficientes para aumentar de manera significativa la neurogénesis, y por tanto nuestro bienestar emocional.
¿Además de esto, por dónde empezamos?
El primer consejo que le daría a la gente que nos lee es que tienen que dejar de usar la mente como un trastero de datos, de citas, de compromisos... todo eso nos lo tenemos que llevar a un sistema confiable fuera del cerebro. De esta manera no solo tendremos perfectamente identificadas todas aquellas tareas que requieran nuestra intervención, sino que podremos disponer del cerebro solo para pensar, para vivir el presente con intensidad; ya sea el presente una actividad laboral o una de ocio.
Yo recomiendo el uso conjunto de dos sistemas confiables. El primero es una simple agenda (aconsejo electrónica, pero puede ser de papel), donde debemos de registrar solo tres cosas: los compromisos que hemos adquirido en un día y hora concreto, como reuniones o citas, las fechas límite de los asuntos y recordatorios de estos últimos, para poder prever con antelación que nos llega una fecha límite en la que tenemos que hacer algo.
El resto de las cosas no tienen que ir en la agenda, porque no tienen un compromiso temporal fijo, sino que los haremos lo antes que podamos, en función de las prioridades que tengamos. Ese tipo de tareas pendientes las debemos tener perfectamente registradas en algún listado alojado en una nube electrónica; mi preferido es uno llamado Asana.
¿Nos enseñas algún ejercicio concreto para organizarnos?
Os voy a contar una poderosa herramienta que puede cambiar la vida de todos aquellos que lo pongan en marcha. Se trata de lo que yo llamo una hoja de ruta. Al igual que existen las hojas de ruta físicas, que te orientan en el espacio, llevándote de un sitio a otro, yo te propongo construir una hoja de ruta temporal. Es muy sencillo.
Coges la mitad de un folio y lo doblas por la mitad. En la mitad izquierda escribes las diez cosas más importantes que tengas que hacer ese día (para ello es conveniente nutrirse de la agenda y del listado de tareas pendientes de las que hablábamos en el apartado anterior). Una vez que entre las dos fuentes has anotado diez ítems, en la parte de la derecha de la hoja ordénalos de mayor a menor importancia. Y ahora es sumamente sencillo... comienza por la primera tarea, utilizando lo que se llama la técnica del Bulldog: hasta que no terminas con ella, no pases a la siguiente tarea. Y así sucesivamente.
Es posible que al finalizar el día no hayas podido terminar todas las tareas pendientes que tenías; no te preocupes, si no lo has conseguido con esta técnica no lo conseguirás con ninguna otra.
¿Cuál es el primer paso?
Priorizar, priorizar y priorizar. Imaginad que vuestra hoja de ruta es como un carro de la compra. Supón que tienes el reto de tener que alimentar a una familia de cuatro miembros con 50 euros al mes. Piensa cómo irías al supermercado: ¿con una lista tipo francotirador o irías cogiendo de los lineales lo primero que se te antojase?
Todos iríamos con una lista, porque sabes que si metes un producto, a la fuerza hay otro que tienes que dejar fuera. Pues con nuestra hoja de ruta pasa exactamente lo mismo: por cada tarea que introduces, hay otra tarea que se queda fuera. Hay que pensar muy bien lo que se introduce ahí, porque el sumatorio de nuestras hojas de ruta conformarán nuestra vida.