De niño, José Tubío pasaba las tardes enredando con bichos, plantas o cualquier otro menester que le permitiese hacer migas con la naturaleza. Tenía ya esas cualidades que se dibujan en un científico: curiosidad, viveza, ingenio y una singularidad que, como él dice, podría rozar la rareza. "Mientras mis hermanos jugaban, yo exploraba por la ría de Noya (La Coruña), donde veraneábamos", recuerda. Con el tiempo se vio que su rareza no era tal, sino vocación y aptitud.
Acaba de recibir el Premio Nacional de Investigación en Cáncer Doctores Diz Pintado, una distinción que le reconoce, también a nivel mundial, por su trabajo en cáncer y genoma. Nos atiende desde esa "esquinita de Europa", que es como llama a él a su tierra natal, Santiago de Compostela, y nos habla de sus avances en la investigación del cáncer, también de la hazaña de hacer ciencia de máxima altura con recursos de bajura. Puede que la alegría del premio sea doble si sirve de revulsivo para conseguir la financiación europea que necesita su departamento para continuar sus líneas de investigación. En números, esto significa entre 300.000 y 450.000 euros anuales.
Para calibrar el alcance de su investigación basta con mencionar que el cáncer es una de las causas principales de muerte en todo el mundo, con casi diez millones de fallecimientos al año. En el cáncer de hígado, una de sus principales vías de estudio, el panorama no mejora Es el sexto cáncer más común y la segunda causa de muerte relacionada con tumores a nivel global, produciendo alrededor de 800.000 fallecimientos anuales, según los datos que aporta la Fundación Española del Aparato Digestivo. En España se detectan anualmente casi 6.500 casos de cáncer de hígado y en hombres ocupa el tercer lugar entre las causas de muerte relacionada con esta enfermedad. Es uno de los pocos tumores cuya tasa de mortalidad se espera que siga aumentando.
Tubío dirige desde 2016 el grupo de Genomas y enfermedad del centro CiMUS de la Universidad de Santiago de Compostela, integrado por veinte investigadores. "Lo que hacemos es identificar los procesos y mecanismos que causan las mutaciones que necesitan las células cancerígenas para sobrevivir y crecer. Estudiamos el ADN móvil, es decir, el material genético capaz de moverse a diferentes partes de un genoma", detalla.
Un cáncer que empieza veinte años antes de dar la cara
En el cáncer de hígado, la enfermedad arranca en las células hepáticas. "El material genético del virus de la hepatitis B -aclara- se introduce en las células del hígado y se integra en el ADN humano generando una supermutación clave en el origen y desarrollo del tumor de hígado. Es algo que empieza a ocurrir 20 años antes de dar las primeras señales de alerta". Para llegar a sus resultados, el equipo analizó 296 carcinomas de hígado mediante tecnologías punteras de secuenciación de ADN. El trabajo abre el camino para minimizar el impacto de la enfermedad con el desarrollo de una herramienta de diagnóstico temprano que permita detectar estas supermutaciones hasta dos décadas antes de que se manifiesten. Es ciencia básica, pero indispensable para continuar avanzando en la prevención, la detección precoz y la preparación de nuevos fármacos.
Cuando entregó su investigación, sus dos gemelos, Roj y Mario, estaban a punto de nacer. Llegaron prematuros, con un kilo de peso y un montón de complicaciones que ya han superado. Dos años después de su nacimiento, vio publicado su trabajo en dos artículos de 'Nature' y un tercero en 'Nature Genetics'. "Puedo decir que mis hijos nacieron con un 'Nature' bajo el brazo", bromea. Está viviendo uno de los momentos más intensos también en lo personal y también en lo profesional. Acaba de conseguir plaza fija como profesor en la Universidad de Santiago de Compostela.
Cuando en marzo de 2020, se decretó en España el estado de alarma, se encontraba en un momento decisivo de la investigación y no dudó un segundo en hacer la maleta y trasladarse a su laboratorio para cumplir el confinamiento trabajando. Completamente solo. "Oía hasta el eco de mis pasos al caminar", recuerda. Además de continuar con la genómica del cáncer, se remangó y animó a su grupo (que teletrabajaba) a abrir una nueva línea de investigación del genoma del Covid.
"Me pareció necesario usar nuestra experiencia en el análisis de tumores para conocer este virus". En colaboración con otros centros internacionales, el equipo logró descifrar la marca genética de la COVID-19 y sus variantes para frenar su propagación y transmisión. Su estudio fue también publicado en la revista Nature, en junio de 2021. "La vigilancia genómica es fundamental para comprender cómo los viajes pueden afectar a la transmisión del SARS-COV-2 y, por tanto, para diseñar futuras estrategias de contención en una situación normalizada de movilidad intercontinental", explicó entonces el investigador del CiMUS.
Para rematar el año, su startup Genome4carede genómica e inteligencia artificial, está en la lista de las más innovadoras de 2021. La creó junto a Ana F. Marmiesse con el fin de acelerar el diagnóstico de enfermedades raras y establecer las firmas moleculares del tumor en enfermos con cáncer.
Tubío estudió Biología en la Universidad de Santiago y se formó en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona y en la Universidad de Cambridge. En esta ciudad británica aplicó sus dotes culinarias, aprendidas en buena parte de Karlos Arguiñano. Podía cocinar durante dos semanas platos diferentes para la comida y la cena sin repetir. Lo realmente decisivo en su vida como científico, la punta de lanza que le hizo ser consciente de la necesidad de investigar la genómica de tumores, fue la muerte temprana de su abuelo, a causa de un cáncer de pulmón, en 1996. "Se había convertido en mi mejor amigo y compartí con él horas fabulosas. Fue duro perder al abuelo y al amigo. Curiosamente, al poco de morir llegó a mis manos un artículo sobre metástasis que asentó definitivamente ese germen".
Competir con los mejores en condiciones precarias
Está donde quiere estar, en su Galicia natal, pero no le duele prendas admitir lo duro que resulta trabajar en la vanguardia de la genómica del cáncer, avanzar en el hallazgo de nuevos genes, identificar nuevos mecanismos de mutación y de la dinámica de las metástasis y otros importantes procesos, con las condiciones de la investigación en nuestro país y, de modo especial, en una ciudad pequeña, donde los recursos económicos, si llegan, llegan los últimos. "Es un orgullo investigar en España, y en mi tierra gallega, pero es complicadísimo competir con los grupos más prestigiosos del mundo en mi área de conocimiento en condiciones precarias".
Dos hijos, autor en grandes revistas científicas, aclamado divulgador en algunos medios de comunicación gallegos y, desde hace unos meses, plaza fija como profesor universitario. ¿Se puede pedir más? Como científico, apunta a lo más alto sin perder su percepción romántica de la vida. Mientras va cumpliendo metas, le enorgullece saber que avanza en algo que va a ayudar a mucha gente. "La labor humana de la ciencia es brutal. Los políticos deberían darse cuenta y dejarse de chorradas", concluye.