Cuatro de cada diez españoles mayores de 60 años padecen juanetes y el 70% son mujeres. Aunque no nos demos cuenta, nuestros pies sufren a diario. Caminar con calzado poco recomendado, largos periodos de tiempo de pie, tacones, zapatos demasiado apretados… todo esto se traduce, en ocasiones, en dolencias crónicas. De ahí que sea tan importante la prevención para evitar problemas asociados a la edad como la fascitis plantar, la artrosis, la metatarsalgia, el pie diabético, los sabañones, o uno de los más comunes: los juanetes.
"Se trata de una protuberancia ósea que se forma en la articulación en la base del dedo gordo del pie. Ocurre cuando este hace presión sobre el dedo de al lado, esto hace que la punta del dedo gordo del pie apunte hacia los dedos más pequeños, desviándose, y obliga a que la articulación que tiene en la base sobresalga", explican desde TKE Home Solutions.
Pese a que el sobrepeso, las sobrecargas, bien por hacer deporte o por permanecer de pie mucho tiempo cada día, y la falta de elasticidad, que se incrementa con la edad, son algunos de las causas que hacen que los juanetes se agraven, no son las de su formación. "Seis de cada diez personas que padecen juanetes se debe a causas genéticas. Además, si hemos nacido con pies planos, estos nos producirán una desviación en nuestra pisada que si no hemos corregido en la adolescencia puede acabar en juanetes", apunta TKE Home Solutions.
Tener el dedo gordo mucho más largo que los demás o sufrir artritis, soriasis o gota son también factores de riesgo. Hay ocasiones en las que algunas personas han tenido un traumatismo en el pie que le puede llegar a afectar al hueso o a la articulación del dedo gordo. "Por último, el mal uso del calzado produce tanto juanetes como más del 50% de las dolencias de los pies".
Más allá del dolor en la zona, existen algunas dolencias que nos alertan de la necesidad de ir a un podólogo para evitar que estas deriven en otras como bursitis, dedo en martillo, metatarsalgia o complicaciones en las rodillas, caderas o vértebras lumbares. El primero de todos, la aparición de un bulto en la parte exterior del pie, en la base del dedo gordo. Otro puede ser tener molestias en la articulación de este dedo: hinchazón, rojez o dolor que va empeorando a medida que caminamos.
Si se forman callos o durezas entre el primer y el segundo dedo o aparecen dedos en garra, es decir, se empiezan a deformar, también nos debemos preocupar. Así como si vemos que tenemos una movilidad limitada tanto en el dedo gordo como en el pie en general.
Dependiendo del grado del juanete, la cirugía puede ser la única solución. Se suele realizar cuando el dolor es persistente y la deformación ha aumentado mucho. La intervención se realiza con anestesia local y colocan clavos, tornillos, placas o una férula para mantener los huesos en su posición adecuada. Sin embargo, si el juanete no llega a ese extremo, existen algunos tratamientos que nos ayudan a aliviar la molestia, los expertos nos muestran los principales: