Un simple análisis de sangre puede medirnos una gran cantidad de parámetros en nuestra sangre que le ofrece, a través de los datos, información sobre nuestra salud a los médicos que interpretan ese análisis. Y entre todos esos parámetros están los linfocitos, un tipo de leucocito, el de menor tamaño, y que son clave para el correcto desarrollo de los órganos del sistema linfático circulando por nuestro cuerpo a través de ese sistema y también del aparato circulatorio. Pero, ¿sabes qué significa tener los linfocitos bajos y las consecuencias que esto acarrea en nuestro organismo?
Como ya comentamos, el nivel de linfocitos en sangre puede medirse fácilmente a través de un análisis en sangre y es importante saber que existen dos tipos de linfocitos principales: los del tipo B y los del tipo T. Los linfocitos B se producen en la médula ósea y su liberación tiene como objetivo el producir anticuerpos contra diferentes bacterias o virus. Mientras tanto, los linfocitos T, que se dividen en varios grupos dependiendo de su función específica pero que también se producen en la médula ósea, aunque luego maduran en el timo. El valor de estas últimas es muy importante porque suelen ser las primeras células atacadas por el VIH, por lo que su revisión es una buena forma de detectarlo.
Pero antes de pasar a qué ocurre con los linfocitos más bajos de la cuenta en nuestra sangre es necesario también conocer qué pasa cuando están altos, aunque para ello también se debe conocer cuáles son sus valores ideales. Si bien esto debe ser interpretado siempre por un médico, los niveles normales de linfocitos suelen mantenerte en 1.500-4.000/mm3 o 20-45%. Entonces, cuando tras en un análisis se obtienen datos de linfocitos por encima o por debajo de estos valores es que sus niveles están alterados.
Linfocitosis es el nombre que se le da a los linfocitos elevados más de la cuenta, algo que suele estar relacionado con procesos infecciosos como el sarampión, otras infecciones crónicas como la tuberculosis, o la diabetes o una hepatitis viral. Aún así esta irregularidad también puede producirse durante el embarazo y la lactancia o por deficiencias nutricionales de ciertas vitaminas o minerales.
En cuanto a los niveles más bajos de lo normal de linfocitos, se lo conoce como linfopenia y en muchos casos puede estar relacionada con la médula ósea por, por ejemplo, una leucemia. Aún así también puede ser un factor que avise de la presencia de una enfermedad autoinmune, como el lupus, en la que el cuerpo está atacando a su propio sistema. Por eso mismo esta bajada de los linfocitos puede deberse a la presencia del virus VIH en nuestro organismo.
Pero ojo, porque una simple gripe también puede llevar a reducir los niveles de linfocitos en nuestro organismo. De todas formas, cuando se toman medicamentos inmunosupresores o se está en tratamiento con radioterapia y quimioterapia es importante tener un control de estos valores, pues es normal que los niveles de linfocitos puedan verse reducidos.
¿Se puede hacer algo para evitar esa bajada de los linfocitos? Por lo general nada especial, pero sí que es recomendable seguir siempre una vida sana con una dieta equilibrada, mantenerse activo, siendo también muy importante el descanso, además de evitar excesos como el alcohol. La bajada de los linfocitos puede no avisar, por eso es tan importante realizarse chequeos médicos cada cierto tiempo al ser un indicador de posibles enfermedades que tu médico podrá tratar adecuadamente una vez revisada la analítica de sangre y otras pruebas diagnósticas concluyentes.