Los atracones de pantalla y luces LED ya estaban instalados en nuestras vidas, pero la crisis por coronavirus con el aislamiento en casa y una desescalada aún paulatina han acelerado su invasión. En estos días hemos usado más el teléfono -+38,3% ya en marzo, apunta Smartme Analytics- y la falta de costumbre en cuestión de teletrabajo ha contribuido a desdibujar los horarios alargando las jornadas frente al ordenador y bajo el fluorescente. Incluso en los momentos de desconexión, seguimos conectados: videollamadas, películas, series, televisión, clases online, videojuegos… Una sobreexposición a la luz azul que las pantallas y las luces LED blancas desprenden que reaviva un debate creciente en los últimos años: ¿Cómo nos afecta? ¿Es tan nociva o se trata de un nuevo nicho al que sacar rendimiento desde el mercado cosmético? ¿Afecta a una pieles más que a otras? Esto dicen los científicos.
La luz azul o HEV es el rango del espectro de luz visible que abarca una longitud de onda de entre 380 y 495 nanómetros. Y aunque un 30% de la radiación que emite el Sol entre las nueve de la mañana y las ocho de la tarde es también luz azul, es el tipo y el grado de exposición a través de los dispositivos y pantallas LED lo que ha causado interrogantes dando paso a las primeras investigaciones al respecto, y también a su capitalización.
"Más que se considere que existe un riesgo real, lo que queremos difundir es la constatación de que debemos prestar atención a algo nuevo cada vez más presente en nuestra vida y que, por tanto, también puede tener un efecto en la piel, ya que se trata de otro espectro de luz al que estamos cada vez más expuestos", explicaba María Victoria de Gálvez, miembro del Grupo de Fotobiología de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología) durante el Congreso Nacional de Dermatología celebrado el pasado junio.
Como apuntan a este medio desde la AEDV, cada vez son más las investigaciones que ahondan en los efectos biológicos de la luz azul. Según un estudio publicado en la revista científica Free Radical Biology and Medicine en 2017, que citaba desde la entidad el académico y biólogo José Aguilera, el estrés oxidativo es uno de ellos. Este produce el aumento de radicales libres, que aceleran el envejecimiento prematuro de la piel provocando pérdida de elasticidad y firmeza, y propiciando la aparición de manchas y arrugas.
Basándose en las evidencias de otros dos estudios, publicados ambos en 2018, Aguilera explicaba que los melanocitos se activan con la luz azul haciendo que incremente la melanina cutánea. "También se ha visto que [la luz azul] afecta al estado hídrico de la piel y a la barrera cutánea porque la exposición a esta radiación altera la síntesis de algunas proteínas". Y concluía cómo todas esas circunstancias "pueden revertir en un mayor envejecimiento y en una mayor pigmentación".
Según detallaban los expertos participantes en el debate que planteaba la AEDV en su 47 congreso nacional a raíz de estos estudios, para que la dosis de luz azul que emite por ejemplo un smartphone pudiera pigmentar la cara, habría que estar mirando la pantalla durante 48 horas seguidas. También influiría en esto la intensidad de la configuración de la luz de cada pantalla y las condiciones lumínicas del entorno. "Hay que tener en cuenta que todo suma", apuntaba el doctor Aguilera. "Un 37% de la radiación de un fluorescente pequeño es luz azul, las luces LED blancas emiten un 35% de luz azul, el porcentaje de esta luz emitida por la pantalla del móvil, de una tablet. Todo es sumatorio".
¿Hay pieles más susceptibles que otras a la hora de percibir sus efectos? Según enumera la Academia Española de Dermatología y Venereología en un comunicado de prensa que remite a Uppers, "las personas que podrían tener más riesgo de sufrir una hiperpigmentación por luz azul serán aquellas con un fototipo alto, ya que sus células tienden a producir más melanina, las mujeres embarazadas y las personas que se someten a peeling o procedimientos de peelingresurfacing en la cara, ya que su piel está más sensible durante un tiempo a la radiación luminosa".
No son pocas las cremas lanzadas específicamente bajo el reclamo de combatir la luz azul en los últimos años. Pensadas para usar como una crema de día mientras se está delante de la pantalla (como la Crema Facial Protección Luz Azul de Babaria, la Crema de Día Protección Luz Azul 360º de Laboratorios Magriña o Aceite facial 3 en 1 Anti Blue Light de Anne Marie Borlind). O, también tirando de la etiqueta 'blue light'y apelando a la función regenerativa nocturna, como la Crème Nuit Détox Multi Actions de Uriage.
Pero, ¿qué dicen los expertos? A falta aún de más investigación que contribuya a determinar sus efectos y las condiciones en las que estos se dan con mayor precisión, el dermatólogo Rubén del Río recordaba desde el debate Controversias en fotobiología dermatológica del último congreso de la AEDV que, empleada de forma correcta y bajo indicación médica, la luz azul puede tener utilidad terapéutica. "En dermatología se usa la luz azul como una herramienta terapéutica, al igual que recurrimos a la radiación ultravioleta para la psoriasis o la dermatitis atópica. El problema podría derivar cuando hay una exposición abusiva a luz azul, algo que todavía está por definir". Comparado con el efecto de la radiación ultravioleta, señaló, el efecto de la luz azul es muy bajo. "Como dermatólogo no diría que [la luz azul] es una alerta roja, pero sí aconsejaría moderar el uso de las pantallas, aunque no tengan efectos tan negativos como la luz ultravioleta, porque seguramente estaremos haciendo un bien para la salud general".