Lydia Bosch anuncia que tiene cáncer de piel: tipos de lunares y manchas a los que hay que estar atento
Si tienes más de 50 y has tomado el sol desde la infancia sin protector solar, debes conocer que tu capital solar está muy disminuido y que la predisposición al cáncer epidérmico acecha
Cuando el capital solar, la protección genética que cada persona tiene, se agota por exceso de radiación solar, el riesgo de desarrollar cáncer es muy alto. Es el caso de Lydia Bosch, que acaba de anunciar que padece cáncer de piel. "Desde mi adolescencia he comprado todas las papeletas para tenerlo", explica la actriz. Aparte de las quemaduras solares, su edad (55) es otro factor de riesgo. Como en todas las enfermedades graves, el diagnóstico precoz es fundamental. Por esta razón, te contamos por qué se desarrolla el cáncer de piel, a qué debemos estar atentos y cómo autoexplorarnos para, ante el menor cambio en nuestra piel, acudir rápidamente al dermatólogo.
Cáncer y radiación solar
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Según la Asociación Española contra el Cáncer, el cáncer de piel es una enfermedad maligna producida por la división y crecimiento descontrolado de las células que la forman, con capacidad para invadir los tejidos y estructuras sanas de alrededor y en algunos casos, a otros órganos a distancia.
Existen varios tipos entre los que destacan los melanomas y los carcinomas cutáneos. En ambos tipos, el principal factor de riesgo implicado en su aparición son las radiaciones solares, fundamentales en los carcinomas.
Melanoma, el cáncer de piel menos frecuente
El melanoma es el tipo de cáncer cutáneo menos frecuente, aproximadamente el 5% de los tumores de piel, aunque en los últimos años está aumentando de forma considerable. Las células afectadas son los melanocitos o células productoras de melanina. Entre otros factores, las radiaciones solares pueden alterar su ADN y comienzan a dividirse y crecer descontroladamente, invadiendo los tejidos sanos de alrededor y otros órganos a distancia.
Los melanomas se desarrollan sobre todo en personas de piel y ojos claros con dificultad para broncearse y que han sufrido quemaduras solares, fundamentalmente en la infancia o adolescencia. La exposición puntual, excesiva e intermitente al sol se relaciona con su aparición, lo que explica que los melanomas se localicen preferentemente en zonas no expuestas al sol de forma habitual, como es el caso de la espalda y las piernas.
Los más vulnerables al melanoma
Además de la acción de las radiaciones solares, el riesgo que una persona tiene de padecer un melanoma aumenta con:
- La existencia de antecedentes familiares o personales de este tumor.
- La presencia en la piel de gran número de lunares (más de 50 o 60).
- Padecer xeroderma pigmentoso, enfermedad hereditaria que afecta la capacidad de las células de la piel de reparar el daño causado a su ADN.
- Las quemaduras solares con ampollas durante la infancia y adolescencia.
- Edad avanzada.
Carcinomas cutáneos
Son los tumores más frecuentes del ser humano y además, en los últimos años se está produciendo un aumento de esta patología. Aparecen sobre todo a partir de los 50 años. Las personas expuestas al sol de forma crónica, como es el caso de los trabajadores al aire libre -labradores y marinos-, son los más afectados por estos tumores. Las lesiones suelen localizarse en la cara, el cuello y las manos.
Según las células afectadas, los carcinomas cutáneos pueden ser:
- Basocelulares: afectan a las células basales de la epidermis, encargadas de la renovación de la piel. Son los más frecuentes, representando el 70-80% de los carcinomas. Este es precisamente el tipo de cáncer que padece Lidia Bosch.
- Espinocelulares: las células implicadas son las espinosas, situadas en la zona más superficial de la epidermis. Representan el 20% de los carcinomas.
El aspecto de las lesiones que pueden presentar estos tumores es muy variado. Destacan por su frecuencia la aparición de manchas, generalmente rojizas, que pueden descamarse y sangrar formando costras que caen una y otra vez, nódulos (elevaciones o prominencias redondeadas en la piel) y úlceras que no cicatrizan.
El crecimiento de estos cánceres es muy lento y tienen poca tendencia a invadir ganglios o producir metástasis a distancia, lo que favorece que su índice de curación sea muy alto, a pesar de que las personas que lo padecen tarden meses e incluso años en acudir al médico.
Señales de alerta
Los cánceres de piel se manifiestan de múltiples formas, por lo que si aparece cualquier tipo de lesión en la piel (manchas, costras, nódulos, úlceras) o se producen cambios en las ya existentes (crecimiento, variaciones de color o forma, sangrado, picor), debe acudir al dermatólogo.
Los melanomas suelen presentar unas lesiones muy características, conocidas por la regla del ABCDE: A, de asimetría; B, de bordes irregulares; C, de color variado; D, de diámetro (mayor de 6 mm) y E, de evolución o cambio de aspecto. Algunos cánceres de piel crecen muy rápidamente, por lo que su diagnóstico precoz es necesario para conseguir la curación.
Cómo autoexplorarse
La autoexploración de la piel, es un método importante a la hora de diagnosticar lo antes posible un cáncer, y son fáciles de hacer.
El objetivo de la autoexploración cutánea es que cada persona conozca las características de su piel y pueda ser consciente de los cambios. Estos cambios van tanto desde la aparición de una nueva lesión (lunar, mancha, costra…) como variaciones de una ya existente. El aspecto de las lesiones que pueden presentar los cánceres de piel es muy variado. En el caso de los carcinomas, destacan la aparición de manchas, generalmente rojizas, que pueden descamarse y sangrar, nódulos (elevaciones o prominencias redondeadas en la piel) y úlceras que no cicatrizan.
La autoexploración cutánea consiste en visualizar toda la superficie corporal incluyendo el cuero cabelludo. Es recomendable realizarla cada tres meses y seguir siempre el mismo método para no olvidar ninguna zona del cuerpo. Esta es la secuencia que se debe seguir:
- Frente al espejo visualiza la parte anterior del tórax, abdomen, región pélvica y piernas, brazos y antebrazos, manos, espacios interdigitales y uñas. Comprueba también la cara y cuello, parte posterior de los codos y antebrazos, axilas, y debajo de las mamas.
- De espaldas al espejo de cuerpo entero y con la ayuda del espejo de mano, examina la parte posterior del cuerpo: cuello, orejas, hombros, parte superior e inferior de la espalda, glúteos y piernas.
- Con los pies apoyados en un taburete y, con el espejo de mano observa la zona genital, y los laterales de las piernas hasta los tobillos. Continúa inspeccionando los pies (planta y dorso), dedos, espacios interdigitales y uñas.
- Finalmente, mira el cuero cabelludo. Para ello, colócate frente al espejo y ayúdate de un secador de pelo. Y recuerda que con estos pequeños gestos, puedes estar salvando la piel y la salud.