Somos generosos en donaciones y trasplantes humanos. ¿Permitiríamos también que lo fuesen nuestras mascotas? Igual que el hombre, ellas también pueden donar sangre. No importa qué animal sea, siempre que la transfusión se haga dentro de la misma especie y cumpla una serie de requisitos de los que nos habla Luis Viñals, director del Centro de Transfusión Veterinaria (CTV)y uno de los pioneros en nuestro país. Como veremos, muchos de los protocolos son en muchos aspectos similares.
La primera sorpresa al tratar de conocer con él esta práctica es el desconocimiento, que, curiosamente, contrasta con la excelente disposición que habría entre las personas que conviven con algún animal. Lo confirma también un estudio del londinense Royal Veterinary College que concluye que la mayoría de los dueños de perros ignora la posibilidad de donar sangre. Con una información clara, el 89% estaría dispuesto a permitirlo con tal de contribuir a la curación de otros animales. Solo los mayores de 71 años se muestran algo más reacios, de acuerdo con las encuestas realizadas por los investigadores británicos.
Del Reino Unido llegan también historias de héroes como Stumpy, un labrador blanco que acaba de jubilarse como donante después de haber salvado 120 vidas. Un problema en sus patas traseras truncó su destino de perro guía para personas ciegas y su propietaria, la veterinaria Elly Pittaway, encontró en la donación una alternativa igualmente solidaria. Sus transfusiones han ayudado a alcanzar las 7.000 que contabiliza cada año el Pet Blood Bank, considerado centro de referencia en todo el mundo.
En España, el CTV que dirige Viñals nació en 2002 y desde entonces ha sido testigo y partícipe de la evolución en este campo. El gesto de donar es altruista y anónimo. Por eso, y por su discreción profesional, prefiere no desvelar anécdotas como la de Stumpy, pero tendría tantos relatos como donantes y receptores pasan por las instalaciones de este centro. Centramos la conversación en aquellos aspectos que más interesan a esos dueños de posibles donantes:
Cualquiera puede donar, siempre que el receptor sea de su misma especie. Los más comunes son los perros, gatos, caballos y conejos. El proceso es muy similar a la donación humana, pero no los requisitos. En perros, por ejemplo, se exige un peso mínimo de 20 kilogramos y se extraen entre 400 y 450 mililitros. En gatos, al menos tres kilos y el volumen es de 30 o 40 mililitros. También cuenta la edad, el donante debe tener entre dos y ocho años, además de encontrarse en buen estado de salud y no padecer enfermedades transmisibles a través de la sangre, como la leishmaniosis.
Los galgos son excelentes donantes. En el Centro de Transfusión Veterinario de Madrid, el galgo español es la raza más habitual. Tiene un elevado hematocrito, es tranquilo y se accede fácilmente a su vena yugular.
La razón más clara es que la sangre no se fabrica y los animales, igual que los humanos, la pueden necesitar. Esa necesidad es permanente porque los hemocomponentes tienen fecha de caducidad. Es importante que haya donaciones frecuentemente. Hoy es el tuyo el que dona, pero mañana puede ser el que necesite que haya sangre preparada para curarle. Por otra parte, tu generosidad es un ejemplo para otros dueños de animales.
Se utiliza para diferentes patologías e incidencias y es el veterinario quien valora cuándo procede una transfusión sanguínea. Es habitual en casos de hemorragia por traumatismo, cirugías, anemia o pacientes con enfermedad hepática o intestinal.
En las redes sociales del Pet Blood Bank encontramos ejemplos como el de Carmen, una spaniel cruzada que se curó gracias a una doble transfusión de de glóbulos rojos donados por un galgo de siete años y un pastor alemán de cuadro permitió devolver la fortaleza a su sistema inmunológico, amenazado a causa de una anemia.
Ninguno. La donación de sangre es un acto totalmente inocuo y la sangre donada se regenera rápidamente. Bien mirado, el animal está mejor controlado que cualquier otro, puesto que se examina su salud con mayor regularidad y se le practican análisis de sangre para garantizar que está libre de enfermedades. El donante permanece un par de horas bajo vigilancia para asegurar su perfecta recuperación. La frecuencia con la que se puede donar es cada tres meses, muy similar a la de los humanos.
La sangre es dividida en hematíes, plasma y plaquetas. Estos son los tres hemocomponentes que se transfieren a los animales según sus necesidades. En el laboratorio se realizan pruebas analíticas para determinar los grupos sanguíneos y comprobar que las bolsas donadas no poseen enfermedades que se transmitan a los animales transfundidos. Inmediatamente después se procede a su almacenaje o distribución a las clínicas encargadas de practicar las transfusiones. El CTV dispone de una red de centros de referencia por toda España que permite a los veterinarios el acceso a los productos. Suministra también a otros países de Europa, como Portugal, Francia, Italia y Bélgica.
El almacenaje de concentrados de hematíes y plasma fresco congelado canino y plaquetas agiliza las intervenciones, sobre todo en los casos más urgentes. Para hacernos una idea de esta necesidad, las plaquetas tienen una duración de nueve días. Una unidad obtenida de bolsa donación, de 400 mililitros, vale para un perro de 10 kilogramos. Los hematíes caducan a los 42 días y el plasma, una vez congelado, a los cinco años.
Es un campo en constante investigación y en un futuro podría haber, igual que sucede en medicina humana, autobuses que realizan campañas de extracción. Todas las unidades donadas se enviarían al centro de transfusión para ser procesadas y abastecer a las clínicas.