La mujer madura suele tener una gran preocupación según avanzan los años: la menopausia. Un proceso natural que a ojos de gran parte de la sociedad es la “pérdida de la juventud” de las mujeres, cuando su menstruación cesa y deja de ser fértil, una situación que viene acompañada de múltiples síntomas y que según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) se produce, normalmente, entre los 48 y los 54 años, lo que no quita que pueda llegar antes o después de esa edad. Por eso mismo, la menopausia es una etapa que las mujeres viven durante gran parte de su vida, más aún teniendo en cuenta la alta esperanza de vida existente en nuestro país, por encima de los 80 años. Diagnosticarla es importante básicamente para poder establecer un tratamiento adecuado en relación a los síntomas, ¿quieres saber un poco más?
La menopausia se produce en el momento en que la mujer pierde su función ovárica, lo que lleva a que la producción de las hormonas femeninas, estrógenos y progesterona, disminuya de forma considerable y que genera diferentes síntomas y cambios en su organismo, afectando a cada una de forma distinta pero con muchos puntos en común. Mientras que unas pasan esta fase sin apenas notarlo, otras lo sufren de forma más grave, con una sintomatología fuerte que afecta a su día a día.
La edad de la mujer y la explotación ginecológica son dos aspectos necesarios para el diagnóstico final, además de pruebas complementarias que determinen los niveles de hormonas que posee. Por supuesto, es clave tener en cuenta los síntomas entre los que, según la AEEM, se encuentran:
Pero la menopausia no llega de repente, es un proceso en el que hay varias fases. La primera es la premenopausia, que puede durar unos cinco años o incluso menos, especialmente en aquellas mujeres fumadoras o sometidas a demasiado estrés. Aquí comienzan a aparecer los síntomas de forma discreta, como sequedad en la piel o cambios psicológicos que podrían llegar desde episodios de ansiedad hasta la depresión.
Una vez acaba esta etapa llega la menopausia, que se inicia tras el fin de la última menstruación, en la que los síntomas son mucho más visibles y notables. Pero después llega la postmenopausia, una etapa en la que los sofocos y otros síntomas comienzan a disminuir pero el riesgo de padecer algunas enfermedades es mayor, pues las hormonas ya son prácticamente inexistentes, siendo indispensable el cuidado, especialmente en la protección de la osteoporosis. Por lo general esta etapa termina sobre los 65 años, antes de entrar en la vejez.
La menopausia es un proceso natural que no se puede evitar, pero sí que se pueden determinar ciertas pautas que prevengan los síntomas.
En todo caso, será el especialista quién designe un tratamiento especial o unas recomendaciones específicas dependiendo de la magnitud de los síntomas, el historial clínico y la fase en la que se encuentre. Aún así, hay que recordar que es un proceso natural que, tarde o temprano, llegará y que se podrá afrontar de distintas formas dependiendo de cómo te afecte.