Nos engatusan con promesas de eterna juventud y realmente creemos posible parar el tiempo. Es verdad que la medicina anti envejecimiento avanza de forma espectacular en la prevención de la enfermedad y discapacidad optimizando los ejes metabólicos y hormonales, mejorando la nutrición, la composición corporal y el ambiente celular. Pero milagros no existen y tampoco todo vale. Hablamos de todo ello con varios profesionales.
La primera advertencia nos la da el doctor Alfonso Galán, profesional de la clínica Neolife y referente en la medicina antiaging: "Huyamos cuando nos ofrezcan una única solución, casi mágica, para combatir el envejecimiento, un solo producto o tratamiento que la persona que quiere envejecer bien reciba de forma pasiva. Ni es así, ni debe ser así. Un programa antienvejecimiento es siempre multidisciplinar, abarcando todos los aspectos de la vida, y exige cambios en los hábitos y costumbres".
Confiar ciegamente en la milagrosa pastillita azul que promete más de lo que cumple. El psicólogo y terapeuta sexual Agripino Matesanz, autor de 'Mitos sexuales de la masculinidad', considera que el mayor mito en la sexualidad madura ha sido reducirla a lo exclusivamente genital y coital. Es decir, tamaño, duración y número de coitos. "De acuerdo con esto, busca solución en los fármacos y en las operaciones de pene con el fin de aumentar su longitud y volumen, pero no se detiene en el origen y a la causa real. Por educación, la mayoría de los hombres y mujeres no han elaborado una sexualidad basada en juegos previos, deseo mutuo, estimulación suficiente. A medida que avanza el tiempo, esto genera frustración tras frustración. Por otra parte, sigue sin haber una conversación efectiva sobre sexualidad y el hombre continúa hablando a modo de chiste y en términos de competición".
En un estudio que realizó Matesanz con 5.000 hombres con disfunciones, concluyó que la mayoría no tenía ningún problema de erección. "El motivo -dice- era esa falta de costumbre en buscar la sensibilidad y la falta de comunicación".
Esta práctica, solo al alcance de unos pocos bolsillos pudientes, además de peligrosa es una estafa, según ha advertido la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos FDA. Aunque no tiene ningún beneficio clínico probado, hay millonarios que pagan cantidades desorbitadas por dosis de plasma procedente de gente joven con la idea errónea de prevenir el envejecimiento o la pérdida de memoria y tratar enfermedades como el Parkinson, la esclerosis múltiple, el alzhéimer o cualquier otro mal vinculado a la vejez. Los resultados son inexistentes y el riesgo de reacciones alérgicas, sobrecarga circulatoria, lesiones pulmonares y transmisión de enfermedades infecciosas es muy alto.
Frente a los tratamientos fraudulentos basados en compuestos químicos para revertir el deterioro, estamos desprotegidos. Los mecanismos de daño celular asociados al envejecimiento son cada vez más conocidos: alteraciones en la secuencia de ADN, disfunción mitocondrial, alteraciones en el reciclaje de proteínas en el interior de la célula o acortamiento telomérico. "La ciencia -señala Galán- todos los días busca formas de revertir estos cambios, pero hasta los médicos y científicos más estudiosos tienen serias dificultades en mantenerse al día y hacer revisiones de la evidencia científica para distinguir que puede ser útil de que no".
El colesterol ese poquito elevado, la tensión ese poquito alta, la tripita, el no hacer deporte de forma regular, el seguir fumando porque es muy poco lo que fumo, el yo no voy al urólogo o al ginecólogo a chequearme. Galán insiste en que la medicina actual debe basarse en la prevención, no en actuar cuando ya tenemos una enfermedad causada por un factor de riesgo mal controlado o que se podría haber evitado incluso que llegase a aparecer. Se refiere con ello al cáncer, trastornos cardiovasculares o enfermedades neurodegenerativas, las tres principales causas de muerte y discapacidad en nuestro medio. "Lo primero que debemos conocer -dice- es el riesgo particular y adónde nos están llevando nuestros hábitos actuales".
No dejan de crecer los centros que ofrecen test genéticos cada vez más completos, baratos y rápidos. Básicamente, nos dicen nuestra predisposición genética a desarrollar una determinada patología en el futuro.
Deben servir de guía para elaborar un programa de prevención y de screening para evitar en la medida de lo posible la aparición de esa enfermedad o cáncer en particular. Pero en el caso del cáncer, por ejemplo, va a ser inevitable que aparezca y no se pueden tomar medidas profilácticas, excepto la mastectomía preventiva en pacientes con una predisposición genética fuerte para desarrollar un cáncer de mama. "Lo que podemos hacer es chequear con una frecuencia mayor que permita un diagnóstico en el estadio más precoz posible", advierte Galán.
Pero los test genéticos no abarcan todo. Menos del 35% de las enfermedades dependen de la genética. El resto, o no son hereditarias o no están determinadas genéticamente. Tampoco sus pronósticos son infalibles, ya que están condicionados por un montón de factores. Sobre todo, la influencia ambiental.
Pongamos por caso el tratamiento de reemplazo hormonal con hormona bioidéntica. Consiste, según el médico de Neolife, en utilizar hormonas bioidénticas, estructural y molecularmente iguales a las que produce o producía nuestro cuerpo. Van a realizar exactamente las mismas funciones que la hormona original y sin efectos indeseados. "Antes se necesita un estudio muy exhaustivo y completo para determinar qué hormonas en particular puede necesitar. Siempre están dentro de la fisiología normal humana, no usamos valores suprafisiológicos". Lo difícil es ponerse en manos de alguien correctamente formado y que sepa manejar hormonas bioidénticas.
Con los suplementos vitamínicos hay también gran desconcierto. No todas las dietas garantizan todos los nutrientes. Omega 3, vitamina B6 y B12, folatos, vitamina D… ¿Están justificados los suplementos? Solo si son prescritos por un médico. Su mal uso pone en riesgo la salud. La vitamina A, por ejemplo, en exceso se acumula en el hígado y puede provocar daño hepático, además de otros problemas. El abuso de vitaminas del grupo B y C produce cálculos renales y nerviosismo. Con la vitamina E, la consecuencia más común son las hemorragias, pero el mayor peligro lo tienen quienes toman coagulantes o se tienen que someter a una intervención quirúrgica. El exceso de calcio está en el germen de muchos episodios de piedras renales. Y de potasio en la aparición de úlceras y depresión.
Como conclusión, no perdamos de vista que el gran reto es vivir sano muchos años. Envejecer bien y retrasar la aparición de enfermedades. Cualquier elixir de eterna juventud parece, de momento, improbable.