Angela Merkel, la canciller de Alemania, no quiere una tercera ola. Su país se encuentra inmerso en plena cresta de la segunda, con máximos históricos de fallecidos por coronavirus, y ha querido hacer una advertencia muy seria de cara a las fechas navideñas que se aproximan: si se aumentan los contactos ahora, también aumentarán los contagiados y los fallecidos en enero. Una conclusión plenamente extrapolable a nuestro país.
En una declaración ante el Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, la presidenta germana se ha referido así a las recomendaciones de cierre de colegios y comercios que ha llevado a cabo la Academia de las Ciencias alemana. "Son recomendaciones acertadas el cierre de comercios, mantener el número de las reuniones al mínimo posible, cerrar los colegios... necesitamos reducir los contactos; no puede ser que ahora antes de navidades tengamos muchos contactos y a continuación sean las últimas navidades con los abuelos porque hemos desperdiciado la oportunidad de hacer algo", ha dicho.
A pesar de que Alemania está viviendo esta segunda ola con restricciones severas en el ámbito social, numerosos mercadillos navideños han podido instalarse en las calles y, dentro de ellos, también algunos puestos de comida. Es ahí donde la canciller ve también un posible foco de contagio que, a su juicio, convendría erradicar.
"Aunque suene duro, y sé cuanto dinero se ha gastado en montar los puestos de vino caliente y waffles, esto no es compatible con el acuerdo al que llegamos de solo comprar comida para comprar en casa. Lo siento, lo siento desde el fondo de mi corazón, pero si el precio que tenemos que pagar son 590 muertes al día, en mi opinión, es inaceptable", ha dicho ante los parlamentarios y prácticamente con la lágrima a punto de caer. "Los científicos están prácticamente suplicándonos reducir nuestros contactos una semana antes de ver a los abuelos y a las personas más mayores en Navidad", ha concluido.