Mientras el mundo occidental está en absurdas discusiones sobre si la vacuna sí o no, si la tercera o la cuarta, si los antígenos a un precio o a otro, en otras partes del planeta las preocupaciones son mucho más banales y humanas. Partiendo de lo básico: el amor paternofilial que nos ha dejado una imagen para hacernos pensar. La de Tawy Zoé llevando en su espalda a su padre Wahu Zoé durante más de siete horas a través de un bosque de colinas, arroyos y obstáculos para recibir la primera vacuna contra la covid-19.
Después de que pusieran la vacuna a u padre, lo volvió a subir a la espalda y caminó otras 7 horas hasta el pueblo. La foto fue tomada por Erik Jennings, un médico que ha estado atendiendo al pueblo Zoé en medio de la pandemia, aunque no ha sido hasta ahora cuando ha decidido compartirla en su cuenta de Instagram y la historia se hecho viral.
El pueblo Zoé sólo lleva tres décadas conviviendo con el personal sanitario. Hasta entonces, no tenían contacto con la llamada civilización y hasta hoy mantienen con vigor sus formas de organización social y territorial. Viven en una zona densamente boscosa entre los ríos Cuminapanema y Erepecuru, en el norte de Pará, en Brasil.
El autor de la foto es el neurólogo Erik Jennings, que trabaja como coordinador de la residencia de neurocirugía del Hospital Regional do Baixo Amazonas. En una entrevista con la revista GQ, el propio Jennings reconocía que el covid había tenido un impacto muy grande en las poblaciones indígenas en general.
"El principal de los impactos es la pérdida de las personas mayores que son la gran fuente de conocimiento de estos pueblos", lamentó. Para Erik, sin embargo, "el covid-19 ha tenido ya una dimensión de genocidio para los pueblos indígenas".