Con los mayores de 50 vacunados, ¿quiénes son ahora los 'débiles'?
El perfil del vacunado ha pasado de los 62 años, cuando comenzó la pandemia, a los 39 este mes de mayo con la vacunación avanzada
Pese a lo que se ha pensado, los mayores de 65 años han sido los más fuertes durante la pandemia, desde el punto de vista psicológico, de acuerdo con la última encuesta del CIS
Las generaciones más jóvenes, tras un año muy complicado y sabiendo vacunados a los mayores de su casa, se toman cada vez más licencias
"Los viejos son los débiles de la pandemia". Es una de las frases que, voluntaria o involuntariamente, más se ha repetido en el último año. Los datos respaldaban la idea: los mayores eran los que más ingresaban en las UCIS, los que tenían un riesgo más alto de padecer covid grave en caso de contagiarse, los que más morían. Sin embargo, también han sido los más responsables, en un momento en el que respetar o no las normas cobraba una importancia vital. De aquellos primeros eslóganes de 'Quédate en casa', pasando por el 'Por mí, no te vas a contagiar', hasta llegar a la dureza de campañas de concienciación a los más jóvenes como 'Saltarte la cuarentena = enterrar a tu abuela', los sénior han sido los protagonistas de una realidad difícil de digerir. Pero eso está cambiando.
Ahora ya no son el colectivo de riesgo. Desde el pasado 26 de diciembre, día en el que se empezaron a inocular vacunas en nuestro país, su papel en la sociedad ha vuelto a ser el de rockeros y luchadores. De hecho siempre lo han sido de algún modo: de acuerdo con los datos del CIS, los mayores son los que mejor se han sabido adaptar psicológicamente a esta nueva situación. Solo dos de cada diez mayores de 65 años reconoce haber pasado mucho o bastante miedo durante la pandemia y también son los que dicen haberse sentido menos deprimidos.
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Por eso ahora, fuertes e inmunizados, conscientes de lo que han pasado pero seguros ante una enfermedad que ya no les toca desde tan cerca, se preparan para ir recuperando su valioso tiempo. Salen. Disfrutan. Vuelven al vermú, a la patata frita, a los amigos, al bendito fin de semana al sol. Con lo cual se produce una gran paradoja: la de que son hijos y nietos ahora los más vulnerables y a los que ellos deben, de algún modo, proteger. Ya se sabe que con la vacuna uno no sufre el virus, pero sí lo transmite.
De hecho, los datos evidencian este nuevo cambio de paradigma. Sin ir más lejos, la edad de los nuevos contagiados no hace más que bajar. Los jóvenes de entre 20 y 24 años lideran el ranking de contagiados nuevos en Sevilla. En la comunidad valenciana, los positivos en el tramo de 20 a 39 años son los que más han aumentado y suponen ya casi el 30% de los enfermos, a los que sumar el 20% que son menores de 19 años.
Con todo, también se ha producido otro efecto psicológico y emocional paralelo que está contribuyendo a ese descenso de la edad de contagiados. Las generaciones más jóvenes, tras un año muy complicado y sabiendo vacunados a los mayores de su casa, están tomándose más licencias. Es decir, están teniendo menos precauciones a la hora de salir de casa. Un buen ejemplo de ello son las calles de bares de casi cada ciudad española, en las que las mascarillas brillan por su ausencia y la distancia de seguridad es poco menos que una utopía.
Veremos cómo avanza el verano, con los uppers de más de cincuenta vacunados total o parcialmente y con ganas de volver a viajar y de reunirse con los suyos. De cumplirse con lo que se espera, la deseada inmunidad de rebaño llegará antes de que se acabe el verano, con el 70% de la población inmunizada. En apenas dos semanas, algunas comunidades aseguran que ya van a empezar con los menores de 40 y julio se vislumbra como el principio del fin, al menos en lo que a mascarillas se refiere. La incidencia sigue bajando, las vacunas estás cumpliendo con su función y más pronto que tarde, los informes diarios hablarán de cero muertos. Y que llegue pronto.