11 de marzo de 2020. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara la COVID-19 como "pandemia", más de dos meses después de que la Comisión Municipal de Salud de Wuhan notificase una serie de casos de neumonía en la ciudad, relacionados a los pocos días con un nuevo coronavirus. Era el principio del fin de la vida tal y como la conocíamos y el inicio de una pesadilla que ya acumula 79.100 fallecidos en España, según datos actualizados del gobierno, y más de 3 millones en todo el mundo, según el portal Our World in Data. Los errores en la respuesta ya forman parte del pasado y nada se puede hacer para remediarlos, pero el consenso científico es claro: no podemos repetirlos en la próxima pandemia.
Es la conclusión general de un estudio encargado por la OMS al Panel Independiente de Preparación y Respuesta a Pandemias, un grupo de trabajo formado por expertos que se ha encargado de analizar la actuación global de los países y continentes en respuesta a la crisis sanitaria de la COVID-19 y que, entre sus resoluciones, llama a tomar una serie de medidas para amortiguar con mayor éxito la próxima gran pandemia que venga. Porque, efectivamente, ya se da por hecho que el coronavirus no será el último reto de salud pública al que el mundo deberá enfrentarse en el futuro.
El informe elabora una recapitulación de las medidas que tomó la OMS desde que fueron notificados los primeros casos de COVID-19 en China, pero los expertos aseguran que hubo alertas desde la comunidad científica a las que el mundo no prestó atención, según recoge el diario El País.
No escuchar a los expertos
En 2018, la OMS ya alertó sobre la llamada 'enfermedad X', un patógeno que, mal controlado, podría desencadenar una crisis sanitaria a nivel mundial sin precedentes en el siglo XXI. No iban desencaminados; un año después comenzarían a aparecer personas con neumonías extrañas, y el resto ya lo conocemos. Primer error: subestimar las advertencias de los expertos epidemiológicos.
Lentitud en la toma de decisiones
A pesar de que en el mes de enero ya existía se sabía que la COVID-19 podía contagiarse entre humanos (China lo confirmó el día 20), la OMS tardó demasiado en declarar como emergencia internacional a este agente patógeno. En febrero, el virus ya estaba presente en más de 18 países y había más de 7.800 activos en todo el mundo.
A pesar de la información disponible, la decisión de declarar la "pandemia" no se toma hasta el 11 de marzo. Y ojo a lo que publica la OMS, que ya venía advirtiendo de la gravedad por aquellos días, en la cronología de su toma de decisiones frente a la crisis sanitaria: aquella decisión se toma ante "los niveles también alarmantes de inacción" del resto del mundo.
Relajación generalizada
Aunque el mundo ya tenía información suficiente como para tomar medidas, esta no se tradujo en la decisión de poner en marcha restricciones. "Si se hubieran impuesto restricciones de viaje más rápidamente y de forma generalizada, se habría frenado enormemente la transmisión de la enfermedad", lamenta uno de los expertos, en declaraciones recogidas por El País.
Nula preparación
Según el panel, los sistemas hospitalarios no estaban preparados para hacer frente a una enfermedad que, ya durante febrero, se propagaba a gran velocidad en todo el mundo. "La preparación significa planificar previamente múltiples dimensiones, incluido el suministro y el uso de equipos de protección adecuados, personal suficiente (...)". Por una cuestión cultural y de experiencia ante epidemias locales, los países asiáticos sí ofrecieron una respuesta acorde a la gravedad y se encontraron capacitados para pelearle al virus, algo que no se vio en el mundo occidental y, por razones tristemente obvias, en los países subdesarrollados.
En España y otros países, como Estados Unidos, vimos escenas dramáticas como los sanitarios que, frente a la escasez de Equipos de Protección Individual, encomendaron su protección a las bolsas de basura. También hubo que reclutar a miles de médicos jubilados, así como a estudiantes que se encontraban en la etapa final de su carrera universitaria, para que apoyasen las plantillas de los hospitales.
Los expertos piden cuatro medidas muy concretas a las que los gobiernos y organismos internacionales deben atender para no fracasar en el próximo gran desafío sanitario, que en palabras del panel se podría dar "en cualquier momento".
Limitar la burocracia a la OMS
Piden que la OMS tenga más galones a la hora de transmitir información de brotes sin tener que esperar a la aprobación de terceros, especialmente en el caso del envío de expertos a la zona de origen de la enfermedad para poder extraer datos necesarios.
Más recursos
Mayor inversión tanto para la OMS como para la preparación de países para que no volvamos a ver las imágenes de escasez frente a virus tan peligrosos como el SARS-CoV-2. La clave es que el mundo esté preparado de antemano. Hacen referencia a una capacidad de respuesta continuada en el tiempo, que no de pie a que los brotes locales se escampen por el globo, poniendo énfasis en la necesidad de un rastreo eficaz.
Compromiso de los gobiernos
Tanto en la creación de un consejo específico de respuesta de pandemias a nivel internacional, donde se unifiquen criterios de actuación, como en una declaración a nivel político en la Asamblea General de la ONU en la que todos los miembros se comprometan a tomar estas medidas.