Cumplir años no es ya ningún drama. De hecho, puede hacernos sentirnos bien en nuestra propia piel. Pero, en lo que respecta a la salud, hay algunos puntos críticos que conviene vigilar. La salud bucodental es uno de ellos. Mantener los dientes en perfecto estado es más importante de lo que parece. Y no sólo desde el punto de vista estético. Una sonrisa agradable y sana incide en nuestra autoestima, pero además hará que el proceso de masticación sea efectivo y que aprovechemos todos los nutrientes; de hecho, la masticación es la primera digestión. Por tanto, mimar la dentadura es favorecer nuestra salud, física y emocional.
Las distintas etapas vitales pueden pasar factura en el estado de nuestros dientes. En el caso de las mujeres, el embarazo, con sus cambios hormonales y las exigencias de la gestación, es un periodo particularmente crítico. En la menopausia y postmenopausia también hay que extremar los cuidados porque la dentadura se hace más débil. Los cambios hormonales que se experimentan en esta etapa de la vida afectan a la mucosa bucal, las encías y los huesos de la boca. De ahí que se experimenten nuevos malestares, como sequedad bucal, alteración del gusto, ardor, retracción de encías (lo que puede generar sensibilidad y aumento de caries), debilidad ósea (atención con la posible pérdida de piezas) y problemas con la articulación temporomandibular.
También debemos evitar malos hábitos, como el tabaco, que oscurece las encías e impide su oxigenación, o el consumo de alimentos o bebidas azucaradas. Pero, además, las últimas investigaciones señalan a otros enemigos de los dientes, hasta ahora desconocidos.
No se trata de dejar de comer proteínas animales y vegetales. Las proteínas son necesarias para muchísimas funciones vitales y son fundamentales en las etapas de crecimiento. Pero cuando llegamos a la edad adulta, un exceso de proteínas puede contribuir al deterioro dental. Por eso, en los periodos en los que se come mucho, por ejemplo, en Navidad o en otros momentos de celebración, es conveniente limitar el consumo de proteínas. Una dieta basada en la ingesta de proteína origina consecuencias negativas sobre nuestra salud oral, ya que favorece la enfermedad de las encías pudiendo llevar a la pérdida de dientes.
Los carbohidratos (pasta, panes, cereales, patatas…) son otro de los grupos de alimentos que debemos evitar. Lo conveniente es moderar el consumo de alimentos como patatas fritas en bolsa ya que cuentan con almidón, y una vez consumidas se convierte en ácido, lo que puede atacar los dientes. También es recomendable evitar la ingesta de palomitas o kikos, responsables de algunas fracturas dentales o de heridas en la encía o el paladar.
Disminuir la ingesta de comida caliente es otra de las pautas recomendadas por los odontólogos. Los cambios de temperatura bruscos de los alimentos pueden provocar sensibilidad dental y dañar el esmalte. Además, las bebidas o los alimentos muy fríos también pueden propiciar sensibilidad dental, haciendo que nos resulte molesto el consumo de ciertos platos.
Cumplir años puede significar ganancia de peso. Por esta razón, los productos light son algo habitual en la cesta de la compra senior. La mala noticia es que atentan contra la salud dental. Debemos prescindir de ellos ya que, en exceso, son dañinos para nuestros dientes. Se trata de alimentos bajos en calorías, pero pueden provocar caries igual que otro tipo de alimentos, ya que contienen azúcares. Además, en el caso de estos últimos, hay que lavarse los dientes inmediatamente después de su consumo, mejor con un cepillo suave de puntas redondeadas y con dentífricos no abrasivos.
En el día a día, podemos incorporar rutinas que promuevan nuestra salud bucodental. Los odontólogos recomiendan consumir pescado azul, ya que su omega 3, además de que tiene múltiples beneficios para la salud, ayuda a combatir las infecciones bucales. Las carnes de temporada como el corzo, el jabalí, la liebre o las perdices también contienen vitaminas del grupo B, en concreto B12 y fósforo, necesario para la formación y mantenimiento de huesos, dientes y encías.
Los platos de temporada también pueden ayudar a preservar la salud bucodental. Los guisos a base de legumbres, como las lentejas o la fabada, contienen vitamina B, beneficiosa para prevenir la glositis (inflamación de la lengua), la estomatitis angular (grietas en la zona bucal) o la queilosis labial (fisuras en los labios).
Estas vitaminas fortalecen la mucosa bucal que protege la dentadura. ¿Dónde las encuentras? La vitamina A está presente en frutas y vegetales anaranjados y amarillos, queso, yema de huevo y pescados azules. Las vitaminas C y E las encuentras en kiwis, aguacates, cítricos, tomates, aceitunas, nueces, semillas y espinacas. Además, los frutos secos poseen vitamina K, buena no solo para los dientes sino para la síntesis de colágeno, que previene el envejecimiento.
Los productos lácteos son una importante fuente de calcio, elemento indispensable para la reparación del esmalte dental. También contienen fosfatos y vitamina D, lo que aumenta su beneficio sobre dientes y huesos. Eso sí, lo ideal es tomarlos sin azúcar. También son muy recomendables los frutos secos y semillas, ricos en vitaminas y minerales, entre los que destacan el calcio (almendras, avellanas, pistachos) y el magnesio (semillas de girasol, sésamo, piñones). Otros alimentos que mejoran nuestra sonrisa son las verduras de hoja verde, como espinacas, acelgas, brócoli o alcachofas; y las frutas y verduras crudas.
Pandemia, confinamientos, vuelta al trabajo… El estrés no nos abandona, y con él malos hábitos como el bruxismo, morder lápices, hielo, morderse las uñas… Todo esto puede provocar microtraumatismos en los dientes y afectan a la mandíbula. Por último, nunca debemos abandonar a la rutina de cepillado de tres veces al día, complementada con hilo y enjuague bucal.