Un mal mix: el riesgo de tomarte la pastilla del colesterol con un zumo en lugar de con agua
El zumo multifrutas, que suele contener pomelo, no está indicado para tomar medicación
Café, leche, refrescos, alcohol... ¿cómo reacciona nuestro cuerpo al tomar medicinas con estas bebidas?
El agua, pese a lo que se suele pensar, no siempre es la bebida más recomendada para tomar fármacos
Una de la tarde. Suena la alarma de la pastilla del colesterol o de la hipertensión. Es sábado y estás de cañas con unos colegas. No tienes agua a mano. Sacas el comprimido, te lo metes en la boca y le das un trago a la cerveza. Esta acción se repite con más frecuencia de la que piensas. Tendemos a tomar la medicación con lo primero que tenemos a mano. Pero ¿te has preguntado alguna vez el efecto de la bebida que ingieres en la efectividad de la pastilla? No sirve cualquier líquido, al menos no con determinados fármacos. Hablamos con Antonio Aguilar, profesor de Farmacología y director del Máster de Atención Farmacéutica de la Universidad CEU San Pablo para que nos explique los efectos que puede tener la leche, los zumos multifrutas, el alcohol o el café mezclados con comprimidos que tomamos habitualmente.
El agua no es siempre lo mejor
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La sabiduría popular nos dice que lo mejor para tomarnos cualquier medicación es acompañarla de un buen vaso de agua y, por lo general, es así. En el caso de la aspirina, por ejemplo, este simple hecho favorece la absorción y disolución del comprimido y su efecto es más rápido.
Sin embargo, si ponemos a analizar bien los prospectos de diferentes fármacos, que suelen incluir la forma correcta de seguir el tratamiento, veremos que existen excepciones. "La más clara es la de los suplementos de hierro que interesa tomarlos con un zumo de frutas por su alto contenido en vitamina C y porque el medio ácido favorece la absorción del hierro", explica Aguilar.
Ojo a los zumos multifrutas con pomelo
El pomelo. Ahí está el problema. Pese a que no es común hacernos en casa en néctar de esta fruta, sí que suele estar presente en los bricks de zumos multifruta. Se trata de un cítrico que interactúa con algunos compuestos de determinados fármacos para controlar el colesterol o la tensión. Lo mismo ocurre con algunos anticoagulantes o con la famosa Viagra.
"El zumo de pomelo es un enlentecedor metabólico y puede aumentar las concentraciones de algunos fármacos que se metabolizan como es el caso de algunas estatinas como la simvastatina, que es la que más se suele recetar. Pero no solo con este, tiene múltiples interacciones y por eso no se recomienda tomar con medicamentos", explica el profesor.
El café y la leche, enemigos de mucha medicación
Tomarte un ansiolítico con el café de por la mañana no parece lo más lógico, pero quizá ni te hayas parado a pensarlo y lo hagas de forma recurrente si estás bajo este tipo de tratamiento. "Por un lado, está dando un estimulante y, por otro, un depresor. Entonces, puedes pensar que se compensan el uno con el otro, pero nuestro sistema nervioso es muy complejo y no se puede predecir lo que va a ocurrir". Lo mismo ocurre con otros productos con cafeína y derivados como puede ser el té, el cacao o incluso los refrescos de cola.
La leche es otra de esas bebidas que se utiliza bastante para tomar medicamentos, pero que tampoco es buena. "El calcio presente en la leche forma unos compuestos dentro de nuestro organismo insolubles que luego no se pueden absorber. Es lo que ocurre con la tetraciclina o con algunos medicamentos para la osteoporosis", apunta Aguilar. Es decir, que la leche impide que el cuerpo absorba el medicamento, por lo que es como si no te lo hubieras tomado.
Efecto antabús, lo que nos pasa al mezclar alcohol y medicinas
Es más que obvio que mezclar el alcohol con medicamentos no es una buena idea, pero no hablamos de bebidas espirituosas fuertes como el whisky o la ginebra, ocurre lo mismo si lo hacemos con una 'inofensiva' cerveza. Pero lejos de los que puedes llegar a pensar no es el alcohol el que afecta a los medicamentos, es más bien todo lo contrario. "Hay medicinas que cortan el metabolismo del alcohol y producen lo que se llama el efecto antabús que es muy desagradable, de repente estás muy perjudicado y la sensación es como si estuvieras intoxicado", apunta el experto.
Este efecto antabús suele aparecer en los diez minutos siguientes a la ingesta y la intensidad de la reacción está relacionada generalmente con las cantidades de alcohol y de fármaco. La duración puede ser desde 30 minutos a varias horas en los casos más severos y provoca hipotensión, taquicardia, ansiedad, confusión, cefaleas, náuseas y vómitos, entre otras cosas.
"Es especialmente poco recomendado mezclarlo con ansiolíticos ya que el alcohol, al ser un depresor, potencia en exceso el efecto del medicamento. Lo mismo ocurre con los antihistamínicos que producen somnolencia, como la mayoría de los que se venden sin receta", concluye el profesor.