El sabor perdido por el cáncer se puede recuperar: cómo volver a comer con gusto tras la quimio
La iniciativa 'El sabor perdido' pretende devolver a los enfermos de cáncer el gusto por la comida
Uno de cada dos pacientes sufren variaciones en el sabor de los alimentos durante la quimioterapia
Metálico. Es el sabor de los alimentos para los enfermos de cáncer que se someten a tratamientos oncológicos. Uno de cada dos pacientes que reciben quimio o radioterapia lo sufren, perdiendo algo tan crucial como el gusto de la comida.
Ana Isabel tenía 64 años cuando le diagnosticaron un cáncer de pulmón y su vida, normal hasta ese momento, cambió radicalmente. "Mal sabor, mal olor, vómitos, arcadas… comer era muy desagradable", recuerda Ana. "Perdí once kilos con la primera fase del tratamiento y luego alguno más. Comer para mí se convirtió en taparme la nariz, coger un vaso de agua y tragarme los alimentos sin masticar".
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El relato de Ana Isabel es muy común entre las personas en tratamiento oncológico. "La quimioterapia altera la proliferación celular, sobre todo en la mucosa oral y nasal, y esto provoca que el sabor de los alimentos varíe. Para muchos enfermos supone una verdadera limitación", explica la doctora Pilar López Criado, jefa de la Sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y Cuello y Melanoma del servicio de Oncología Médica de MD Anderson Cancer Center Madrid.
Por este motivo, la doctora y su equipo pusieron en marcha, junto con el chef Ramón Freixa, 'El sabor perdido'. Una iniciativa con la que se pretende devolver el verdadero sabor de los alimentos a las personas en tratamiento oncológico. "En los últimos años nos hemos dado cuenta de que es importante curar pero también es importante cómo hacerlo", afirma Patricia Pradera, psicooncóloga de MD Anderson.
El talento 'gastro' al servicio de los enfermos de cáncer
Ana Isabel llevaba meses sin probar su comida favorita: los huevos fritos. Pero el día de su cumpleaños Freixa le hizo el mejor regalo de todos. Un menú de tres platos en el que aunaba los sabores que ella tanto echaba de menos. "Me lo comí todo, probé cada plato y estaba buenísimo. Me emociono al recordarlo, al ver mi cara de satisfacción en el vídeo. Pensaba que no iba a volver a disfrutar de lo que tanto me gustaba: comer", cuenta Ana Isabel con los ojos vidriosos.
Para el chef este proyecto ha supuesto todo un reto. Cuenta que nunca se había imaginado haciendo creaciones que ayudasen a gente que no está pasando un buen momento. "Cuando empecé a hablar con Ana Isabel me contó que había muchas cosas que antes le encantaban y que ahora le tiraban para atrás. Sobre todo los olores fuertes. Ahí nos dimos cuenta de que teníamos que tratarlos junto con las texturas para crear alimentos que disfrutase de verdad", explica el dos estrellas Michelín y tres soles Repsol.
Hemos adaptado las creaciones a recetas sencillas que los pacientes puedan preparar en casa y que, además, puedan disfrutar con toda la familia. Queremos desterrar el concepto de 'comida de enfermo
Esférico de aceituna con hoja de ostra, pastel de mejillones umami con escabeche, falso huevo frito con pisto y gelatina de mango con panacota, fueron los platos que deleitaron a Ana Isabel. "Volver a valorar la comida fue maravilloso. Hasta entonces no me podía tomar ni una cerveza. Iba al supermercado, recorría los pasillos y salía con las manos vacías. Así que ahora si con este proyecto se consigue que la gente vuelva a disfrutar de vez en cuando de la comida es un logro".
Y precisamente eso es lo que busca el chef, que puedan disfrutar y no tengan que hacerlo en un restaurante. "Hemos adaptado las creaciones a recetas sencillas que los pacientes puedan preparar en casa y que, además, puedan disfrutar con toda la familia. Queremos desterrar el concepto de 'comida de enfermo'", asevera Freixa.
Ana Isabel sigue con su tratamiento, ya ha pasado por quirófano y ahora está con sesiones de radioterapia. Para ella participar en este proyecto ha supuesto un extra de energía y positividad. Con ayuda de Ramón Freixa ha conseguido recordar lo que significaba para ella 'quedar a comer' no solo para disfrutar de la compañía.