Llegar a casa cansado, ponerte una copa de vino y tumbarte en el sofá es uno de los de los mayores placeres de la vida. Algunos de esos días acaban con un sueñecito en el sofá. Esa lucha contra tus párpados que, especialmente después de la cena, es difícil de ganar. Placer y rabia a partes iguales. Aunque en el momento o disfrutas muchísimo, llega el terrible instante de levantarte e irte a la cama. Para rematar, ya no tienes sueño. No consigues pegar ojo y la frustración se apodera de ti. ¿Qué tendrá el sofá para ser un potente somnífero? Te explicamos qué le pasa a tu cuerpo en los dos minutos que tardas en llegar a tu habitación.
La respuesta nos la da el Grupo de Estudio de Trastornos del Sueño de la Academia de Ciencias Médicas de Catalunya. Uno de sus investigadores, el neurólogo Karol Uscamaita aseguraba en una entrevista con RAC1 que está relacionado con un problema de insomnio. “Hay falsas creencias en lo que pensamos que nos va bien para dormir y, en consecuencia, también tenemos conductas que no son adecuadas, pero las ponemos en práctica porque creemos que son buenas”. Dormirnos en el sofá es una de ellas.
De acuerdo con el especialista, tras años de estudios han determinado que entre las conductas no adecuadas para coger el sueño más comunes está el hecho de dormir en un lugar diferente de la cama, ya que nuestro cerebro no es capaz de identificar la conducta y lo asimila a cuando alguien empieza a tener desórdenes a la hora de comer.
"Si una persona se duerme siempre en el sofá, el cerebro entenderá que estamos en el sitio cómodo en el que toca dormir. Pero si se va a la cama, donde a menudo se consulta el móvil, se empieza a pensar o a mirar la tele, el cerebro interpretará la cama como un lugar donde estamos activos", explica.
Es por eso que el experto explica que la cama solo se debe utilizar para dos cosas, o para dormir o para mantener relaciones sexuales. El resto de las actividades, como mirar la tele, pensar en qué vas a hacer el día siguiente, leer o hablar por el móvil es mejor hacerlas desde el sofá, hasta que tengamos sensación de somnolencia.
"Cuando tenemos la sensación de que necesitamos dormir, tenemos que ir a la cama y probar a dormir, durante 10 o 15 minutos. Si conseguimos dormirnos, perfecto. Si no, tenemos que salir y volver a hacer una actividad relajante en un lugar relajante –puede ser el sofá, no pasa nada–, pero sin quedarnos dormidos. Y en el momento que notamos que volvemos a tener ganas de dormir, volver a la cama", apunta Uscamaita.
Si lo que pretendes es dormirte en el sofá y justo después hacerlo en la cama profundamente, debes saber que es muy complicado y que, aunque te duermas, tardarás más de una hora en alcanzar la misma fase REM que tenías en el sofá si habías pasado más de 60 minutos dormido en él.