Aunque no se pueden controlar ciertos factores de riesgo para el cáncer, como la genética, es posible que podamos hacer algo para reducir las probabilidades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente el 35% de las muertes relacionadas con el cáncer se atribuyen a cinco factores de riesgo conductuales y dietéticos: alto índice de masa corporal, baja ingesta de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y alcoholismo moderado a fuerte.
El interés en la actividad física como una forma de prevención primaria del cáncer está aumentando cada vez más a medida que la evidencia de un posible efecto protector está siendo más sólida. Junto con la ingesta dietética, la inactividad física puede ser uno de los principales factores de riesgo de cáncer que puede modificarse con un giro en el estilo de vida.
En España se han diagnosticado en el año 2019 aproximadamente 270.000 nuevos casos de cáncer. Así mismo, el cáncer es la segunda causa de muerte en España, con una mortalidad del 26%. Debido a esto, es muy importante fomentar aquellos hábitos que pueden reducir el riesgo de padecer cáncer, como practicar algún deporte o realizar ejercicio de manera habitual. Existe amplia evidencia científica sobre el impacto positivo que tiene practicar de ejercicio físico de manera regular sobre la reducción del riesgo de padecer algunos tipos de cáncer.
Científicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) han identificado por primera vez cómo el ejercicio puede reducir el riesgo de padecer cáncer de colon y frenar el crecimiento de los tumores. En concreto, han demostrado que la actividad física hace que se libere en el torrente sanguíneo la proteína que combate el cáncer, la interleucina 6 (IL-6), que ayuda a reparar el ADN de las células dañadas. Los resultados, publicados en la revista 'International Journal of Cancer', arrojan luz sobre la importancia de la actividad moderada en la lucha contra esta enfermedad mortal, y podrían ayudar a desarrollar tratamientos en el futuro.
El ejercicio físico ha demostrado ser una herramienta eficaz para mejorar la calidad de vida además de que las personas con un índice de masa corporal normal tienen aproximadamente un 30% menos de incidencia en los cánceres más comunes relacionados con el sobrepeso como los de colon, mama, próstata, pulmón y útero.
El sobrepeso tiene un efecto negativo en la salud, especialmente por problemas cardiológicos y metabólicos. La obesidad está relacionada con depresión, diabetes, hipertensión, colesterol, cáncer y envejecimiento. Todos los indicadores de salud demuestran que es aconsejable controlar el peso corporal para evitar la muerte prematura causada por el sobrepeso".
La recomendación médica de practicar ejercicio corporal es muy amplia y cualquier tipo es válido: tareas domésticas, caminar, subir escaleras en los desplazamientos u otro. Las actividades incluyen un componente aeróbico (para potenciar la circulación y la actividad cardiaca), uno de fuerza muscular y un último de estiramientos (para potenciar el funcionamiento osteoarticular).
El tiempo recomendable de ejercicio semanal para una persona sana es de 30 minutos, cinco días con ejercicio moderado, o bien 20 minutos de ejercicio intenso tres días. Entre los moderados se encuentran: pasear a paso rápido, ciclismo con poco esfuerzo, danza, golf, tenis o ping-pong, patinar o esquiar, nadar, montañismo, etc.
El ejercicio es un poderoso antiinflamatorio y hace maravillas en el sistema inmunológico. Los científicos apuntan que el cáncer tiene un componente de inflamación y, desde luego, precisa de debilitar o engañar al sistema inmune para poder desarrollarse. Efectuar ejercicio acelera el sistema de transporte de glucosa a los músculos y, como consecuencia, los niveles de esta e insulina son más bajos en gente físicamente activa.
Por otro lado, aquellos pacientes que sufren un cáncer y se encuentran en tratamiento, el realizar ejercicio físico de manera habitual, les ayuda a fortalecer los músculos, evita o mejora la rigidez en las articulaciones, disminuye la fatiga, mejora el sueño y el apetito. Por ello, una manera de ayudar a los pacientes con cáncer es acompañarlos a realizar ejercicio físico de manera habitual. Este ejercicio deberá estar adaptado tanto en forma como en intensidad a las circunstancias de cada paciente.