La advertencia de una lectora de Uppers nos puso sobre aviso: "Con tantas horas delante de una pantalla, deberíais utilizar protección solar". ¿Una crema con filtro solar? ¿Significa eso que el ordenador desprende, igual que el sol, esos rayos ultravioleta que provocan quemaduras y aumentan el riesgo de cáncer de piel? Antes de pensar que la autora de tal consejo está desvariando o de correr al almacén en busca de una sombrilla, consultamos algún dato científico que nos confirme si tiene o no razón. Efectivamente, hay información suficiente para saber que los dispositivos electrónicos que usamos no emiten rayos ultravioleta, pero sí una luz azul que puede causar, además de fatiga ocular, progresión de la miopía y posible degeneración macular en un futuro, una agresión directa sobre nuestra piel.
Se trata de una luz que disminuye los pigmentos naturales de la piel que actúan como antioxidantes, lo que debilita sus defensas con el riesgo de dañar también su ADN. Podríamos considerarla ya una forma más de contaminación lumínica. La luz azul está en todas partes, puesto que su principal fuente es el sol, pero las pantallas de nuestros equipos y dispositivos emiten una cantidad considerable cuyo impacto se agrava por el tiempo de exposición y la escasa distancia que separa al usuario.
Con esta información básica en la mano, consultamos con un experto. Gema Herrerías, farmacéutica, experta en Dermofarmacia y fundadora de la línea de productos GH, atiende de inmediato a nuestras dudas. Tengamos en cuenta que los adultos pasamos frente a las pantallas una media diaria de 11 horas, según el grupo de investigación de mercado Nielsen. No es el momento de discutir cuánto tiempo es demasiado, sí de estudiar un empleo estratégico para reducir su impacto negativo.
Herrerías nos aclara, antes de nada, qué está ocurriendo: "Existen diferentes fuentes de emisión de luz visible azul. La natural, procedente de la radiación solar; la artificial, que proviene de los dispositivos electrónicos (como móviles, ordenadores, tabletas o televisores); y las fuentes de luz artificial de baja energía de tecnología (LEDs).
Los estudios sugieren que las pantallas pueden tener consecuencias dañinas en la piel, contribuyendo al envejecimiento de la piel". Uno de ellos es el estrés oxidativo y la activación de los melanocitos, aumentando la pigmentación de la piel. "El mecanismo de acción en la piel ocurre por activación de unos receptores de la molécula opsina 3 (Opsin-3) que son sensibles a la luz azul, sobre todo en pieles oscuras", indica.
La luz azul acelera, según la experta, el envejecimiento prematuro de la piel porque activa unas enzimas que, a su vez, estimulan la destrucción del colágeno en la piel, aunque en menor grado que la radiación ultravioleta. "Tiene sentido pensar que, aunque la potencia e intensidad de luz emitida por estos dispositivos electrónicos sea insuficiente, en su conjunto, por efecto acumulativo, podría dañar la piel. Esto se debería al abuso de la exposición a la luz azul artificial junto a la natural, presente incluso en el interior de los edificios".
Este no sería el único desenlace indeseado en la piel que deriva del abuso de dispositivos electrónicos. Herrerías advierte también un aumento significativo de patologías y lesiones cutáneas, como las dermatitis de contacto irritativas y alérgicas debidas a materiales como níquel o plásticos, entre otros.
Sabiendo que la radiación de luz visible puede contribuir al eritema, pigmentación y envejecimiento de la piel por formación de radicales libres, Herrerías recomienda limitar el uso de dispositivos electrónicos y emplear protectores solares de amplio espectro, preferentemente con pigmento, combinados con antioxidantes tópicos y orales. "Los protectores solares de amplio espectro proporcionan protección frente a radiaciones UVB/UVA y hoy en día la mayoría muestran eficacia frente a la luz visible e infrarrojo IR-A. Hay evidencia de que los protectores solares que combinan filtros solares de amplio espectro frente a la radiación UVA/UVB y la luz visible son más eficaces en la prevención de la pigmentación de la piel".
También ayuda colocar filtros protectores en las pantallas y revestimientos antirreflejo especiales que se adaptan a cualquier dispositivo e impiden el paso de cantidades significativas de luz azul sin restar visibilidad. Por supuesto, no toda luz azul es mala. Esta luz visible ayuda a la agudeza mental, fortalece la memoria y, sobre todo, nos mantiene anímicamente bien. Juega también un importante papel en la regulación del ritmo circadiano y en los ciclos naturales de sueño y vigilia. La clave está en saber frenar este tipo de deterioro en la piel.