A Pau Donés, vocalista de Jarabe de Palo, le dieron un mal pronóstico tras enterarse de que padecía cáncer de colon. Su oncóloga estimó que le quedaban nueve meses de vida, que terminaron convirtiéndose en cinco años. Para ella, el músico fue un ejemplo de cómo avanzan las terapias contra el cáncer y el tratamiento de los pacientes. Sin embargo, no es la norma general para la mayoría. Hablamos con el doctor José Ignacio Martín Valadés, jefe de la Sección de Tumores Digestivos de MD Anderson Cancer Center Madrid, para que nos explique en qué se basan para hacer los pronósticos de los enfermos y cómo influye su actitud en el tratamiento.
Ante un caso de cáncer, los médicos calculan el pronóstico usando estadísticas recogidas por investigadores durante años. "Los resultados se dan en relación con los ensayos clínicos y los estudios que se realizan con otros pacientes. Conocemos cuáles son los resultados medios de respuesta a los fármacos y la supervivencia, pero siempre hay una variabilidad, gente que vive más y otra que vive menos. Como toda estadística existe un margen de error tanto para bien como para mal", explica el doctor.
Desde el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos nos hablan de los cuatro parámetros que se usan con mayor frecuencia para elaborar estas estadísticas:
También, es importante entender que no todos los cánceres de un tipo tienen el mismo pronóstico. Esto depende del estadio en el que se encuentra la enfermedad. "No es lo mismo un tumor localizado que uno avanzado o uno metastásico. Además, dentro del mismo tumor, no todos los tratamientos tienen la misma eficacia y esta es teórica. Es decir, que hasta que no se lo ponemos al paciente no vemos el resultado en él y entran en juego factores como la edad o las patologías previas", asevera Martín Valadés.
Por otro lado, no todos los organismos responden igual a los tratamientos y en función de cómo evolucionan se pueden ir añadiendo otro tipo de terapias que pueden mejorar el pronóstico inicial. "El tratamiento combinado y multidisciplinar se va determinando a medida que se ve cómo evoluciona la enfermedad. Es un comité de tumores el que establece cuál es el plan terapéutico a seguir y se va revisando periódicamente. Todo lo que se añade es para mejorar la vida del paciente y se busca enlentecer la evolución de la enfermedad", apunta el doctor de MD Anderson.
Por eso, cuando alguien entra por primera vez en la consulta, se le explica que todo es una estimación y que las estadísticas en las que se basan pueden no reflejar los resultados de tratamientos novedosos y recientes. "Yo siempre les digo a los pacientes, para que me entiendan, que esto puede ser como la evolución del colesterol: cuando vas la primera vez al médico de cabecera te pone un tratamiento y según evoluciona se añade o se quita, todo enfocado a mejorar su vida".
La mayoría de los enfermos de cáncer preguntan en la primera consulta cuál es su pronóstico. Esto les ayuda a hacer frente al diagnóstico y a tomar decisiones respecto al tratamiento, cuidados paliativos y demás cuestiones. "La actitud que toman es fundamental a la hora de afrontar la enfermedad y cómo llevar el tratamiento, pero no es justo decir que influye en la supervivencia. Es algo que no está claramente demostrado y no podemos asegurar, pero hace más fácil el camino", reconoce Martín Valadés.
Una vez que se conoce el pronóstico, al paciente se le ofrece ayuda psicológica para afrontarlo, sin embargo, no siempre la aceptan. "Los doctores establecemos una relación muy estrecha con nuestros pacientes, los vamos conociendo poco a poco y existe una relación de empatía. Día a día vamos descubriendo rasgos de su personalidad y vemos cómo podemos ayudarles, hacérselo más fácil. En ocasiones somos nosotros mismos los psicólogos y en otros casos el paciente necesita claramente un soporte psicooncológico”, concluye.