De entre los muchos suplementos de los que podemos valernos para mejorar nuestra salud y nuestro bienestar y diseñar una dieta más completa, los probióticos juegan un papel fundamental por su mejora de la flora intestinal, la absorción de nutrientes y la buena marcha de nuestras defensas.
Hoy te hablamos de ellos en Uppers
Los probióticos son organismos vivos (bacterias y levaduras) que nosotros ya tenemos en la flora intestinal. Una vida estresante, ciertos desajustes hormonales, consumir algunos antibióticos, la mala alimentación o algunos factores genéticos de riesgo pueden afectar drásticamente a nuestra microbiota y matar a estos aliados, que campan por nuestro estómago y se encargan de todo tipo de tareas relacionadas con el sistema digestivo. ¿Qué ocurre entonces? El estómago se llena de bacterias dañinas y nuestro sistema inmune falla como una escopeta de feria.
Tal y como te cuenta cualquier médico al que le preguntes, es importante que tengas una flora intestinal estable: un intestino en buen estado te va a permitir unas buenas digestiones, ir al baño con cierta regularidad, evitar flatulencias descontroladas y absorber de forma adecuada ciertos nutrientes y sustancias implicados en el buen estado de tu cuerpo y tu salud. Hay que dejar de tener miedo a las bacterias, sobre todo estas, que debes mantener en un número estable si quieres regular todas estas funciones y no ponerte enfermo más a menudo de lo que te gustaría.
Cada cepa tiene una utilidad diferente.
Uno de los primeros beneficios que suele mencionarse es la ayuda que nos brindan para prevenir infecciones intestinales (colitis, Chron, colon irritable e inflamaciones de todo tipo), pero esto depende mucho del tipo de probiota utilizada en el tratamiento mediante suplementos y de los alimentos que consumimos. Ayudan también con la diabetes, al mejorar la metabolización de ciertas grasas y azúcares. Refuerzan el sistema inmune y nos ayudan a absorber mejor el calcio y el magnesio.
También se habla de su papel para reducir la hipercolesterolemia en un pequeño porcentaje, por la acción de sus lactobacilos y acidófilos. Fuera colesterol malo. La reducción de los efectos secundarios de ciertos antibióticos es un punto más a tener en cuenta.
El control de la obesidad es otro factor de interés, que ya se cita en varios estudios sobre el tema y con el que muchos investigadores trabajan. Algunos afirman que pueden ayudar tangencialmente a reducir el peso y la grasa corporal, aunque no en modo milagro. De hecho, hay varios estudios que se pronuncian en sentido contrario: pueden hacer que subamos de peso.
Tenemos a nuestra disposición dos vías para consumir probióticos y equilibrar nuestra flora intestinal. La primera son los suplementos, que podemos encontrar en la farmacia. Los más conocidos son la Bifidobacteria Animalis (prevención de infecciones), B. Bidifum (ayuda en la digestión de lácticos), B. Longum, B. Breve (combate infecciones bacteriales), Lactobacillus Acidophilus, Lac. Reuteri (buen aliado contra el Helicobacter pilori), Lac. Rhamnosus (diarrea), Lac. Fermentum, etc.
La segunda fuente de probióticos es la dieta. Muchos alimentos fermentados contienen probióticos naturales y cepas beneficiosas. Es importante matizar que cada tipo de alimento tendrá una incidencia distinta en nuestra flora, y habrá algunos con ciertas cepas de probióticos que nos irán mejor que otros.
Kéfir: por sus procesos de fermentación, está lleno de estos aliados para tu intestino. Debería ser una de nuestras primeras opciones si queremos mejorar nuestra flora y microbiota.
Kombucha: esta bebida cien por cien vegana, sin gluten, hecha a partir de té fermentado. Se puso de moda hace un tiempo. Su microorganismo tiene nombre de perro obediente: Scoby.
Microalgas: mucho más habituales en la cocina oriental que en la mediterránea, y aun así deberíamos prestarle atención a la espirulina, el kombu o la chorella. Proteína y fermentación se alían para darnos muchos beneficios.
Leche fermentada: ya habrás oído hablar del lactobacilus de este producto, el yakult, bastante utilizado en algunas dietas. La leche de oveja y de cabra contiene más probióticos que la de vaca.
Quesos: solo los que se fabriquen a partir de leche cruda sin pasteurizar.
Masa madre: la fermentación de cereales, en este caso, va a dar cultivos vivos en el pan y las galletas.
Yogur natural: cuanta más calidad tenga, más fiable será su contenido en estas bacterias y levaduras. Los pasteurizados no valen. Algunos yogures de sabores también han conseguido mantenerlos en su composición. Yogures vegetales como el de soja, por ejemplo, contienen un alto porcentaje de Bulgaricus y Thermophilius, dos filtros ideales de toxinas en nuestro hígado
Tantos otros productos fermentados nos vendrán bien para tomar nuestra ración de probióticos: miso, col china fermentada (kimchi) o chucrut.