Síndrome de la Navidad: ¿por qué estoy obligado a ser feliz?
La Navidad está considerada como la época más feliz del año, pero muchas personas pasan estas fiestas sumidas en una profunda desdicha
El blues de la Navidad es un síndrome que surge durante estas fechas y que se caracteriza por presentar síntomas semejantes a los de un trastorno depresivo
Las causas de este síndrome son muy variadas, y pueden ir desde el duelo por la muerte de un ser querido hasta el estrés
Cenas familiares, villancicos, luces de colores, regalos y un puñado de días libres para relajarse en casa con un buen tazón de chocolate caliente y un surtido de turrones, mazapanes y polvorones. Para la gran mayoría, la Navidad es uno de los momentos más felices del año, una época de alegría y reunión en la que nos reencontramos con todos esos familiares y amigos a los que llevamos meses sin ver y en la que podemos disfrutar de un merecido descanso alejado de la rutina y obligaciones del mundo laboral. Sin embargo, hay muchos ciudadanos que pasan estas fiestas sumidos en una profunda desdicha, afectados por una melancolía y tristeza que les impide sumarse al ánimo colectivo.
El blues de Navidad, también conocido como depresión blanca o depresión navideña, es un síndrome que aparece durante estas fechas y que se caracteriza por disminuir el interés y alterar el ánimo de sus pacientes. Causado por la propia Navidad y las circunstancias ligadas a esta época del año, sus síntomas son muy semejantes al del trastorno depresivo e incluyen falta de energía, irritación, malestar, pérdida de apetito, tendencia al aislamiento y apatía, combinados, en ocasiones, con problemas de estrés y ansiedad y hasta trastornos del sueño.
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A pesar de que este síndrome no aparece recogido en los manuales de clasificación de enfermedades mentales y de que no haya cifras oficiales sobre su presencia entre la población, no son pocos los ciudadanos que lo padecen. De hecho, aquellos pacientes que han sufrido depresión son propensos a padecer este blues de Navidad y a empeorar su trastorno durante esta última etapa del año.
¿Por qué se produce la depresión navideña?
Las causas detrás de este síndrome son muy variadas. Generalmente, además, este problema no surge por una única razón, sino por una confluencia de motivos que pueden afectar a nuestro estado anímico y que pueden cambiar en función de cada persona.
Aun así, hay algunas causas que suelen repetirse. Uno de ellos es el duelo por los seres queridos que ya no están, cuya pérdida se hace mucho más patente en esta época del año en la que solemos reunirnos con nuestros familiares y amigos. De hecho, este duelo puede derivar en otro síndrome conocido como “síndrome de la silla vacía”, un problema que se caracteriza por intensificar todos los sentimientos que se agolpan en nosotros mismos tras la muerte de un ser querido y que suele aparecer en estas fechas, generando un conflicto emocional en el paciente.
Además del duelo, la ausencia de amigos y familiares, ya sea por una pelea o conflicto, un distanciamiento o, sencillamente, porque viven lejos, puede afectar a nuestro ánimo, haciendo que nos sintamos solos y culpables por lo que podría haber sido y, al final, no es. La añoranza por tiempos pasados, en los que nos sentíamos más jóvenes y felices, también puede potenciar la aparición de la depresión navideña, especialmente en el caso de las personas mayores.
Otros factores que pueden afectarnos en esta época del año son los compromisos. Las cenas, comidas y actividades con personas a las que no queremos ver pueden generarnos problemas de estrés y ansiedad. Lo mismo ocurre con el consumismo propio de estas épocas del año, sobre todo si estamos pasando por una situación económica delicada. Además, factores ambientales, como el descenso de las temperaturas o los cambios de horario, pueden alterar nuestro estado anímico.
¿Cómo evitar la depresión de Navidad?
Para poder combatir estos síntomas, es necesario que intentemos identificar cuáles son las causas que nos hacen sentir mal para poder buscar una solución. En caso de que el problema sea algo inalterable, como la muerte de un ser querido, lo mejor que podemos hacer es intentar aceptar nuestra situación de la manera más sana posible, refugiándonos en aquellos que todavía están a nuestro lado y enfocándonos en los buenos momentos que hayamos vivido con la persona fallecida. Es decir: en vez de centrarte en su pérdida, intenta recordar con cariño todos los buenos momentos.
Además, es importante que evitemos todos esos compromisos y actividades que nos hagan sentir mal y que decidamos cómo queremos pasar exactamente estas fiestas. Si ir a una comida o cena va a hacer que nos sintamos mal con nosotros mismos, declina la oferta. Tus seres queridos lo entenderán. Otra opción es que propongas alternativas a los planes de todos los años y que intentes hacer reuniones más pequeñas, en distintos sitios y días.
Asimismo, es recomendable que no compares tu situación con las de otras familias y que no participes en el consumismo navideño si no puedes o quieres. La felicidad, a fin de cuentas, no está en los objetos, sino en el tiempo que pasamos con nuestros seres queridos.
Sea como sea, si los síntomas no remiten y notas cómo tu salud mental se va deteriorando con el paso de los días, lo más recomendable es que busques ayuda de un profesional que pueda hacerte un diagnóstico y darte el tratamiento que necesitas. Pedir ayuda, recuerda, no es nada malo.