Once años. Es el tiempo que ha pasado desde que Ana Rosa superó por primera vez un cáncer de mama. Pese a que, en aquel entonces, en 2010, no se retiró del programa que presenta, esta vez sí va a hacerlo. “Afortunadamente está localizado y no hay metástasis, pero requiere un tratamiento intenso que me va a tener alejada de este plató”, explicaba en directo antes de abandonar el espacio. Pese a que las recaídas, no se pueden descartar y por ellos los screening mamarios son fundamentales. La doctora Isabel Calvo, oncóloga de la Sección de Tumores de Mama de MD Anderson Cancer Center Madrid nos explica la importancia de pedir una tomosíntesis, en lugar de una mamografía, en las revisiones anuales.
Aunque las autoexploraciones son importantes tanto antes como después de padecer un cáncer de mama, los screening mamarios siguen siendo la fórmula más eficaz para detectar la enfermedad. “Depende de la comunidad se empiezan a hacer de forma anual a partir de los 40, 42 o 45 años y desde ahí hasta los 70. Y en lugar de la mamografía convencional, lo ideal es pedir una tomosíntesis, que es una mamografía y es mucho más precisa”, explica la doctora.
Esto nos permite visualizar mejor las lesiones, el tamaño, la ubicación y la extensión de estas, por muy pequeñas, sutiles u ocultas que sean. Además, en el caso de que sea necesario, permite planificar de forma mucho más concreta la cirugía. Con los datos actuales se puede hablar que de esta técnica detecta un 35% más de carcinomas invasores. “La tomosíntesis se ofrece en la Seguridad Social, ya se están haciendo y en los hospitales se están cambiando las máquinas antiguas por las nuevas”.
La prueba, a ojos del paciente, es igual que la Mamografía Digital. Es decir, es necesario comprimir la mama para el estudio, simplemente se hace durante ocho segundos más. En cuanto a las dosis de radiación, una de las principales preocupaciones de los pacientes, la tomosíntesis utiliza bajas dosis, las mismas que una mamografía y muy por debajo de las permitidas.
Pese a que las recaídas pasados los primeros años no es algo frecuente, a veces ocurre. “Normalmente el alta se da a los diez años de superar la enfermedad porque ya se entiende que el riesgo de recaída es bajo y se pasa a hacer las revisiones anuales por parte del ginecólogo. En el caso de Ana Rosa han pasado 11 y es importante saber si ha ocurrido en la misma mama o en otra diferente para poder analizar su caso y su pronóstico, sin embargo, no tiene por qué ser necesariamente peor por ya haberlo superado una vez, hay que conocer el subtipo que es”, apunta Calvo.
Detectado a tiempo, el cáncer de mama tiene hasta un 95% de probabilidad de cura y hay dos factores que se relacionan con la reaparición de esta enfermedad. “Los oncólogos, en todo el tema de prevención, hacemos hincapié en mantener un peso adecuado, ya que la obesidad se asocia con un mayor riesgo de cáncer de mama, y en la importancia de realizar ejercicio físico porque también está probado que disminuye el riesgo de volver a padecerlo”.
El tratamiento de un segundo cáncer de mama es el mismo que si nunca lo hubieras padecido, aunque lo más habitual es que la paciente tenga que hacerse una mastectomía. La posibilidad o no de recibir radioterapia dependerá del tiempo que haya pasado desde el caso anterior.
Las revisiones son sagradas, tanto en tiempo como en forma. Siguiendo las recomendaciones generales, durante los dos primeros años tras la remisión deben hacerse cada tres meses, en los tres años siguientes, cada seis y a partir del quinto año de forma anual. Pasados los diez, suele darse el alta y en ese momento será tu ginecólogo el que pase a hacerse cargo de estas revisiones.
No solo las personas que ya hayan superado un cáncer deben hacerse revisiones ginecológicas anuales, cualquiera a partir de la cuarentena debe hacerlo de forma periódica para detectar, cuanto antes mejor, un posible cáncer de mama.