Prácticamente la mitad de los pacientes diagnosticados de coronavirus pierden el olfato, según los fatos del estudio EneCOVID del ISCIII y, aunque el 80% de ellos lo recuperan de forma espontánea con el paso del tiempo, unas cuatro semanas después del inicio de los síntomas, dos de cada diez necesitan entrenamiento para hacerlo. Precisamente para estos últimos, se han diseñado terapias específicas dentro del campo de la neurorrehabilitación. En plena segunda ola y siendo hombre, mayor de 65 años, el perfil de paciente predominante, hablamos con Paola García, coordinadora técnica de Grupo 5 CIAN y Marta Ramírez, terapeuta ocupacional de Grupo 5 CIAN, para que nos expliquen en qué consisten estos tratamientos gracias a los cuales se pueden recuperar los sentidos de forma eficaz.
La paciencia es clave en cuanto a lo que la recuperación del gusto y el olfato se refiere. No se puede pretender estar perfecto nada más superar la covid, pero eso no significa que necesites rehabilitación específica. "Lo primero que debemos darnos, antes de acudir a consulta, es un margen. Tienen que pasar entre 40 y 60 días desde que perdimos los sentidos para poder valorar el tratamiento y, antes de empezarlo, es un médico el que da las pautas", nos cuenta Paola García.
Los pacientes que suelen ir a consulta con este problema están muy asustados, pero las especialistas nos piden que guardemos la calma, porque sí, es reversible. "Nos llegan, sobre todo, pacientes mayores de 60 o 65 años a los que el coronavirus les ha afectado de forma especialmente fuerte. Están muy preocupados porque es algo que afecta a muchos parámetros de la vida", apunta Ramírez.
Y realmente es así. Podemos llegar a intoxicarnos si no somos capaces de detectar un alimento que está en malas condiciones o ser incapaces de oler un escape que pueda ocasionar un fuego. Incluso no saber si olemos bien o mal. "Además, la gente que lo padece suele variar mucho su dieta, condimentando todo muchísimo más, para intentar saborear algo, y eso es realmente perjudicial para la salud", añade García.
Pese a parecer un problema totalmente aislado, no siempre es así, por lo que el estudio del paciente tiene que ser integral y valorado desde las diferentes áreas, incluida la atención neuropsicológica. "La duración del tratamiento depende de cada paciente y de las patologías asociadas que pueda tener, como por ejemplo la fatiga, que es otra de las secuelas del coronavirus. En este último caso las terapias son muy breves y, por lo tanto, se alargan en el tiempo", incide la coordinadora técnica.
En la recuperación del olfato, el cerebro es el protagonista y por eso, estas sesiones se integran dentro de la neurrehabilitación que trabaja todo aquello que ha sido afectado tras un daño neuronal adquirido o neurodegenerativo. Para ello es necesario combinar dos tipos de actividades, unas que se realizan en el centro con ayuda de un experto y otras complementarias que se hacen en casa. "El proceso para recuperar el olfato consta de tres fases: primero detectar, después discriminar y, por último, identificar", señala la terapeuta.
En el centro de trabaja en dos zonas muy reconocibles: la cocina y el baño. Dos áreas de nuestro hogar que forman el núcleo de nuestra vida. "Una de las actividades que llevamos a cabo es la de quemar comida. Es sorprendente, pero es uno de los mayores miedos de la gente. Vemos cuándo detecta el paciente el olor a quemado, qué identifica y después le mandamos información a las neuronas para que reconozca ese olor y le de la categoría de quemado".
Una vez conseguido, se pasa al siguiente olor y así sucesivamente. Después, en casa, se reafirma esta información con unos kits con los que se realizan ejercicios durante 10 minutos al día, por la mañana y por la noche. "Cada caja contiene muchísimos olores y en función del paciente se irán utilizando unos u otros", asegura la experta. En el vídeo superior puedes ver cómo son y cómo se realiza el tratamiento (dale al play).
Lamentablemente, en pacientes que han padecido coronavirus a partir de una determinada edad, la pérdida del olfato y el gusto no suele ser la única secuela que aparece. "Muchos de los enfermos que nos llegan han padecido un ictus tras estar contagiados, otros presentan dificultades respiratorias y fatiga, e incluso, los que más graves han estado, una falta generalizada de movilidad causada por largos periodos en el hospital", explica la coordinadora técnica.
En estos casos los tratamientos son más complicados y requieren una rehabilitación más completa, con logopedia, fisioterapia, psicología y ejercicios. "Estos pacientes no suelen venir solo a la terapia y luego se van a casa. En el centro ofrecemos tres opciones, por un lado, para los que peor están, la posibilidad de que se queden ingresados, para aquellos que tiene fatiga la opción de centro de día ya que las sesiones se deben espaciar mucho y para los que solo tienen secuelas leves, que vengan a terapia y se vayan", apunta.
En cuanto a la recuperación completa, sí es posible, pero no en todos los casos. "Los seis primeros meses se avanza muchísimo pero no se sabe dónde está el techo de rehabilitación. Depende de la edad, las patologías, los hábitos... Nosotros lo que intentamos es que se pueda recuperar una vida normal en función de las necesidades de cada paciente, que pueda vivir lo mejor posible", concluye.