Si hay una enfermedad asociada a la pobreza y a la falta de higiene es la sarna, una de esas afecciones que creíamos desterrada del mundo civilizado. Sin embargo, un tuit y un vídeo subido a Tik Tok vuelven a ponerla de actualidad. Que alguien pueda contraer sarna probándose un pantalón es poco probable, pero no imposible. Esto no implica que estemos ante una plaga de sarna, aunque, según parece, se trata de otro de los 'regalos' de la pandemia.
Tirando de hemeroteca, comprobamos que los casos de sarna se quintuplicaron entre 2010 y 2018. En la actualidad, ha habido un aumento de contagios debido al confinamiento, al retraso en el diagnóstico por la saturación de la atención primaria y las resistencias del ácaro. Sin embargo, el parásito humano Sarcoptes scabiei, popularmente conocido como sarna, ha infectado a los seres humanos desde hace más de 2.000 años. La prevalencia de esta enfermedad es de más de 300 millones de casos de sarna en el mundo cada año.
Pese a ser tan antigua como el hombre, y a diferencia de otras patologías cuyos síntomas tenemos integrados, no estamos familiarizados con ella, nos auto-diagnosticamos con todo tipo de productos y esto hace que el ácaro sobreviva haciéndose, incluso, más fuerte. Conocerla más nos hará atacar cuanto antes el problema.
Según la Clínica Mayo, la sarna es un trastorno de la piel que provoca prurito o picazón. La causan los ácaros Sarcoptes scabiei. La picazón intensa ocurre en la zona del cuerpo donde el ácaro está 'cavando', provocando lesiones en la piel. La necesidad urgente de rascarse puede ser especialmente intensa por la noche.
A veces, las lesiones también dan origen a pequeñas ampollas. Lo habitual es encontrar pequeños surcos finos e irregulares de color rojizo formados por pequeños nódulos o protuberancias en la piel.
Visto en el microscopio, el ácaro que produce la sarna tiene ocho patas y cuerpo redondo. Penetra en la piel, normalmente atraído por el calor, la humedad y el olor corporal.
Una vez en la epidermis, el ácaro hembra hace un pequeño túnel, deposita sus huevos y deposiciones, y segrega sustancias que causan reacciones alérgicas. Todo este proceso puede llevar varias semanas en las que el paciente desarrolla una alergia manifestada por el famoso picor, más intenso por la noche.
Las larvas eclosionan al cabo de unos 20 días y excavan túneles en las capas externas de la piel, donde van creciendo. Cuando el ácaro es expulsado de la piel, normalmente después de rascarse, puede vivir en el exterior cerca de 24 horas. El paciente puede tardar un mes en notar el picor, especialmente si mantiene una buena higiene.
Las lesiones suelen aparecer en los pliegues de la piel. Sin embargo, cualquier parte del cuerpo puede verse afectada, pero en los adultos y los niños de más edad la sarna se suele encontrar en las siguientes zonas:
En lactantes y niños pequeños, los lugares frecuentes son el cuero cabelludo, la palma de las manos y la planta de los pies.
Es muy contagiosa y el contagio se produce rápidamente por el contacto físico en la familia, guarderías, colegios, residencias, hospitales, prisiones, centros de trabajo… En definitiva, en todos los enclaves donde hay un grupo numeroso en convivencia.
Al ser tan contagiosa, se recomienda que toda la familia o entorno cercano de la persona contagiada se trate con los medicamentos, normalmente tópicos, recomendados por el médico. La sarna no cursa con fiebre, a no ser que haya una infección bacteriana añadida.
Si has tenido sarna anteriormente, los signos y síntomas se pueden desarrollar algunos días después de la exposición. Si nunca has tenido sarna, los signos y síntomas pueden tardar hasta seis semanas en aparecer. Puedes contagiar la sarna incluso cuando no presentas signos y síntomas.
Algunas patologías de la piel, como la dermatitis o el eccema, están relacionadas con picazón y pequeñas protuberancias en la piel. Por esta razón, la sarna puede estar infradiagnosticada, incluso cuando se acude al profesional médico.
Para diagnosticar sarna, el médico examina toda la piel en busca de signos de ácaros, incluidas las madrigueras características. Cuando se localiza, es frecuente realizar un raspado para poder examinar la muestra ante el microscopio, que, de manera concluyente, confirmará si hay presencia de ácaros o de huevos.
El tratamiento de la sarna consiste en eliminar la infestación con medicamentos, normalmente cremas y lociones tópicas prescritas con receta médica. Es habitual que el medicamento tenga que aplicarse en todo el cuerpo y que haya que dejarlo actuar entre ocho y 12 horas. Si los síntomas persisten, hay que aplicar el tratamiento las veces que sea necesario.
Existen tres principios activos eficaces contra la sarna. El primero es la permetrina en crema, un producto que puede aplicarse de manera segura en adultos, embarazadas y niños mayores de dos meses.
Cuando el paciente tiene el sistema inmunitario afectado, el médico puede recomendarle la ivermectina, un tratamiento de uso oral. La ivermectina no se recomienda en mujeres embarazadas o en período de lactancia ni para niños que pesen menos de 15 kilos.
El último principio activo eficaz contra la sarna es el crotamitón, disponible en crema o loción. Se aplica una vez al día durante dos días, pero es un medicamento no recomendado en niños, adultos de 65 años en adelante y mujeres embarazadas o en período de lactancia.
Además, el profesional médico puede recetar otros medicamentos tópicos, como azufre con vaselina, para las personas que no toleren los tratamientos anteriores.
Aún con tratamiento médico, el picor puede continuar durante un tiempo. Para paliar el picor hay diferentes remedios caseros, como refrescar la piel en agua fría o en un baño de avena. Para ello, basta con humedecer una toalla o un algodón en este líquido y aplicar en la zona donde haya prurito.
Otra opción es aplicar una loción calmante a base de calamina. Se trata de un producto asequible sin receta médica que puede aliviar el dolor de las lesiones, si estas no son importantes.
Los antihistamínicos de venta libre también pueden mitigar los síntomas alérgicos que están producidos por la sarna.
Los miembros de la familia, el grupo de personas conviviente o en contacto estrecho con el afectado deben tratarse de forma simultánea para impedir la propagación de la sarna, aunque no tengan síntomas.
Es fundamental no compartir sábanas o toallas, y la limpieza aquí también es esencial: sábanas, toallas y prendas se deben lavar a 60 grados. Los tejidos que no admitan esta limpieza pueden dejarse en una bolsa cerrada durante 15 días con el objetivo de que los ácaros y huevos mueran de asfixia. Ambos tratamientos son útiles para todos los parásitos.
No es necesario limpiar el resto de la ropa, los muebles, la alfombra o los objetos de uso frecuente, ya que estos parásitos sólo sobreviven un máximo de cuatro días fuera de la piel humana.
Se puede volver al centro de trabajo o la escuela un día después del tratamiento. Haber tenido sarna previamente no otorga inmunidad, ya que los ácaros pasan indistintamente de una persona a otra siempre que haya una infección activa. Si en un mes el paciente no mejora, será necesaria otra evaluación médica y quizá una terapia diferente.