Consumir té al menos tres veces a la semana puede hacernos vivir más tiempo y más saludables, según un estudio publicado por la Sociedad Europea de Cardiología. En los últimos años se ha especulado con los beneficios asociados a un consumo moderado de café y té. Lo relevante del nuevo estudio es que las últimas investigaciones han logrado confirmar que la ingesta habitual de té, la bebida más consumida en Reino Unido, India, China y gran parte del mundo árabe, puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de otras que suponen una amenaza para la vida, como el cáncer o la diabetes. En algunos casos, estos riesgos se reducen a la mitad.
El estudio, realizado durante más de siete años entre más de 100.000 ciudadanos chinos, concluye que las personas que beben té de manera regular viven una media de más de un año y medio respecto a los que no lo consumen. Por grupos de edad, los bebedores de té de más de 50 años aumentan su esperanza de vida en más de 15 meses y tardarían 1,4 años más en desarrollar una enfermedad cardiovascular respecto a los que no prueban esta infusión.
Para el cardiólogo Xinyan Wang, de la Academia de Ciencias Médicas de China y uno de los responsables del estudio, “las mejores propiedades terapéuticas están entre los consumidores habituales de té y en el té verde”. Esta variedad de té, creada con los brotes de la Camellia Sinensis, la planta que da origen a la infusión, es una fuente rica en polifenoles, que protegen contra la hipertensión y la falta o exceso de lípidos, como el colesterol u otros ácidos grasos, en la sangre. Son dos factores que juegan en contra del té negro, la otra variedad más bebida. La fermentación a la que es sometido este té es precisamente la causa de que pierda su efecto anti-oxidante. Además, el té negro suele servirse con leche, una sustancia que interactúa y en algún caso anula los efectos beneficiosos de la teína.
Si eres consumidor habitual de té, seguro que sabes de las bondades de los polifenoles, pero si no lo eres y no lo tienes claro o no termina de gustarte, te contamos los principales beneficios del té verde y de su componente más preciado: los polifenoles.
Las catequinas del té verde (además de las antocianinas del arándano y el resveratrol de las uvas) disminuyen la inflamación y el estrés oxidativo, responsables de compactar el colesterol en placas ateromatosas. De igual forma, los polifenoles mejoran la presión sanguínea, disminuyendo la incidencia de enfermedades cardiovasculares asociadas a la aterosclerosis o endurecimiento de las venas.
La inflamación es una de las respuestas naturales del cuerpo para defenderse de agentes infecciosos. En condiciones normales, ayuda a combatir la infección, pero de manera sostenida puede causar síntomas adversos y aumentar la incidencia de distintas enfermedades asociadas a procesos inflamatorios, como la artritis o la colitis ulcerativa, entre otras. Los polifenoles actúan sobre las células del sistema inmune para evitar daños inflamatorios a los tejidos normales.
La acción antioxidante de los polifenoles puede anular la acción de los radicales libres, sustancias inestables que cambian la estructura molecular de las proteínas a su alrededor y pueden hacer lo mismo con el ADN. Al cambiar el ADN, los radicales libres pueden crear células tumorales mutantes con crecimiento descontrolado, pero los polifenoles restauran el potencial antioxidante del cuerpo y previenen la aparición de las células tumorales.
Los polifenoles detienen la proliferación de los adipocitos, las células de grasa, disminuyen la acumulación de triglicéridos y estimulan la utilización de grasa como energía. Una dieta abundante en polifenoles, muy presente en frutas y verduras, además de en el té verde, ayuda a controlar el peso.
Dentro de los polifenoles, los flavonoides son los que tienen mayor potencial para reducir el riesgo de diabetes al mejorar la sensibilidad a la insulina. De manera natural, podemos encontrar esta sustancia en arándanos, zarzamoras y uvas rojas, entre otros alimentos.
Modulan la inflamación en el tejido cerebral, protegen al cerebro de lesiones por agentes tóxicos, y pueden mejorar la capacidad de aprendizaje y memoria. Además, estudios recientes han demostrado que, más allá de ser solamente antioxidantes, los polifenoles pueden modular la expresión genética e influir en el desarrollo de las neuronas.
Los antioxidantes disminuyen el daño celular de los tejidos relacionado con el envejecimiento. Externamente, pueden reducir la aparición de arrugas e internamente pueden prevenir varias enfermedades relacionadas con los radicales libres y con las funciones celulares.
La inflamación de los tejidos está relacionada con distintas alergias y asma. Durante los procesos inflamatarios, algunos tejidos secretan histamina o acetilcolina, sustancias que pueden modular la acción de los vasos sanguíneos, causando enrojecimiento y aumento de secreciones propias de cualquier proceso alérgico. Al ser eficaces contra los procesos inflamatorios, los polifenoles son también especialmente útiles contra el asma.
Varios estudios han detectado propiedades antibacteriales, antifúngicas y antivirales asociadas a los polifenoles. En concreto, son activos contra el cólera, el helicobácter coli (responsable entre otras enfermedades de la úlcera de estómago), el estafilococo (infecciones en huesos y piel, neumonía, infección en la sangre, entre otras patologías), el virus de la gripe o del herpes y el bacilo de la tuberculosis.
Suscríbete aquí y compartiremos contigo las mejores historias Uppers