Si te decimos “transferencia microbiótica”, no te sugerirá nada. Si te hablamos de trasplante de heces, se entiende todo. La materia fecal humana ha resultado ser beneficiosa para tratar ciertos tipos de colitis, tanto que ya se practican trasplantes en algunos centros hospitalarios de nuestro país. Como en cualquier otro caso de donación, requiere un seguimiento y control rigurosos. Vamos a contarte en qué consiste el trasplante de heces, para qué resulta adecuado y por qué se perfila como una terapia valiosa para algunas enfermedades del sistema digestivo.
Restablecer el equilibrio de la flora intestinal y ayudar a la curación de algunas enfermedades del aparato digestivo es el objetivo de este tipo de trasplante, una terapia médica poco conocida con un origen milenario. La medicina china, en el siglo IV, ya hablaba de una preparación de suspensión de heces humanas como el tratamiento más eficaz para diarreas graves. En las grandes epidemias de cólera de la Edad Media los soldados ingerían las heces de los compañeros sanos para no morir de diarrea. Es, por tanto, una técnica ancestral, pero desconocida en la medicina moderna.
El trasplante de heces comienza ahora a investigarse y a implantarse en España después de ensayarse con éxito en Estados Unidos por la creciente importancia que ha adquirido la investigación del microbioma, microbiota o flora intestinal, nuestro segundo cerebro, si atendemos a su importancia para el correcto funcionamiento del organismo".
Tenemos más bacterias en nuestro cuerpo que células. Esas bacterias producen sustancias que modifican funciones no solo intestinales, sino metabólicas o del sistema nervioso central. Cuando hay una alteración importante de la microbiota pueden aparecer alteraciones en estos sistemas, aumentando el riesgo de padecer Parkinson, Alzheimer, autismo, hipertensión, diabetes u obesidad. Hoy sabemos que, por ejemplo, una microbiota que no esté bien predispone a sufrir un trastorno depresivo”, explica el doctor Xavier Cortés, coordinador de la Unidad de Endoscopia Digestiva del Hospital Casa de Salud de Valencia.
Hoy por hoy, el trasplante fecal “es una técnica experimental y sólo debería realizarse en el contexto de ensayos clínicos, conocidos por las autoridades responsables (en España la Agencia Española del Medicamento) y autorizadas por los comités éticos nacionales, autonómicos, locales o de cada centro hospitalario”, explican en la Confederación de Crohn y Colitis Ulcerosa.
En cuanto al trasplante propiamente dicho, la técnica es sencilla: “tomamos las heces de un donante sano, las diluimos en agua y centrifugamos. Hacemos el estudio de las bacterias multirresistentes, incluyendo marcadores víricos y de todo tipo. Una vez que comprobamos que todo está bien, introducimos esa materia en el colón del paciente. En un 95% la respuesta es positiva. He visto cómo un paciente grave recibía el alta al día siguiente sin efectos secundarios”, explica Xavier Cortés. El trasplante fecal, de hecho, ya ha salvado alguna vida en el hospital de Sagunto gracias a la intervención de este profesional, uno de los referentes de este tipo de terapias.
Respecto a las técnicas de trasplante, hay distintos procedimientos, básicamente por vía endoscópica y oral. Así son a grandes rasgos:
Hasta la fecha, todos los estudios han demostrado que el trasplante fecal es plenamente eficaz contra la infección recurrente de clostridium difficile, una bacteria responsable de un tipo de diarrea muy habitual en pacientes polimedicados. Esta bacteria normalmente no causa ningún problema, pero si la microbiota se ve alterada, libera una toxina que inflama el colon. La clostridium difficile es, además, muy resistente a los antibióticos, por lo que la probabilidad de recidivas y, por tanto, de nuevas infecciones, es muy habitual. “La enorme ventaja del trasplante de heces es que es una técnica sencillísima plenamente eficaz con el clostridium, cuya infección puede ser recurrente porque es una bacteria habitual que consumimos por vía oral. Por esta razón creo que no tardará en implantarse en la mayoría de los hospitales”, afirma el doctor Manuel Goicoechea, especialista en el Aparato Digestivo.
En otras dolencias con la microbiota muy alterada, como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, los resultados son heterogéneos. “Creemos que ahí hay una línea terapéutica que tenemos que investigar, pero no hay nada concluyente”, explica Xavier Cortés, que también comparte los resultados de un estudio revelador: “en un grupo de ratones genéticamente iguales, algunos recibieron las heces de personas obesas y otros de personas delgadas. El resultado es que unos desarrollaron la obesidad y los otros se mantuvieron delgados”.
¿Supondría esto el fin de las dietas? “Los estudios con ratones pueden arrojar buenos resultados, pero en el mundo real hay otras variables. No hay nada concluyente en la aplicación del trasplante fecal contra la obesidad”, explica Jordi Guardiola, Jefe de Servicio de la Unidad de Aparato Digestivo del hospital de Bellvitge y otro de los referentes en el estudio de microbiota y trasplante fecal.
La mayoría de los expertos se muestran también cautos. “El problema fundamental es que cuando se trasplantan las heces no hay un control sobre lo que se utiliza: incluye literalmente miles de cepas diferentes de bacterias, virus que viven normalmente en el intestino, arqueas, y también hongos. Es posible que en una persona, con una genética única y un sistema inmunológico también único, la microbiota sea positiva en esa persona y negativa en el receptor; algo que tal vez podría apreciarse sólo en un plazo largo. Lo ideal es determinar qué factores son los fundamentales (la presencia o ausencia de esta o aquella bacteria, de este o aquel metabolito, o combinación de los mismos) y utilizar solo esos productos y no las heces completas”, explican desde la Confederación de Crohn y Colitis Ulcerosa.
Respecto al trasplante fecal para tratar enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer o el autismo, la cautela es la misma. “En Estados Unidos se ha hecho un estudio con pacientes con Trastorno del Espectro Autista”, explica Xavier Cortés. “Hemos visto que mejoraron los síntomas de los niños afectados de manera muy significativa. Pero la muestra era muy pequeña. Hay que ser prudente y seguir investigando”.
En España existen pocos centros en los que pueda realizarse un trasplante de heces. Por el momento no está regularizado, aunque su implantación como medicamento y procedimiento terapéutico ya está en la agenda del Ministerio de Sanidad.
Hace ya algunos años algunos centros hospitalarios comenzaron a interesarse en sus posibilidades. Uno de los más implicados ha sido el Hospital Universitario de Bellvitge, en Barcelona, el primero en crear un banco de muestras de heces congeladas para facilitar los trasplantes de microbiota fecal en pacientes con colitis recurrentes.
“Tuvimos que crear este banco para tener disponibilidad de heces. Sabemos que la transferencia microbiótica es muy eficaz y la mejor alternativa a los antibióticos. Pero desde que conseguimos una muestra hasta que podemos hacer el trasplante pasan semanas por criterios de seguridad. Si ya tenemos microbiota congelada (está demostrado que es igual de valiosa), la logística es mucho más fácil e incluso, como cualquier banco, podríamos compartir material con otros hospitales. Además también tendríamos materia suficiente para la investigación”, explica Jordi Guardiola, Jefe de Servicio de la Unidad de Aparato Digestivo del hospital de Bellvitge.
Según responsables de este centro hospitalario, el trasplante de heces consigue la recuperación del 90% de los pacientes. Las donaciones al banco de heces del Hospital de Bellvitge, que comenzaron en 2014, tienen carácter altruista y se captan principalmente entre familiares de afectados. El objetivo es ampliar la implantación del tratamiento a un ámbito territorial más amplio.
Además de este hospital catalán, el trasplante de heces está siendo investigado y aplicado en el hospital Ramón y Cajal y Gregorio Marañón, ambos en Madrid, el hospital general de Alicante, el hospital de Sagunto y el Vall d’Hebron, en Barcelona. ¿Hay más centros que planeen implantarlo? “Pocos hospitales tienes esto, cuando es una necesidad. Debería estar integrado como un recurso terapéutico más porque cada vez hay más bacterias resistentes a antibióticos. Su coste, además, es muy pequeño: el de una colonoscopia, algo muy barato para un hospital”, explica Cortés.
En principio, cualquier adulto sano, con evacuaciones diarias y sin enfermedades inflamatorias intestinales puede ser donante de heces. Sin embargo, no es un proceso exento de riesgos. En realidad, se está haciendo un trasplante de bacterias, virus y microorganismos con todo lo que eso implica. “Rechazamos más personas como donante de heces que como donante de sangre. Más del 60% de los candidatos no son aptos. Como la microbiota se ha vinculado a muchas enfermedades, somos precavidos. En principio, no encajarían personas con antecedentes de cáncer, obesas o con Síndrome de Intestino Irritable. También hay sorpresas. Vienen estudiantes donantes perfectamente sanos y descubrimos que sus heces no son aptas, pueden ser, por ejemplo, portadores de bacterias multirresitentes. Lo fundamental de este proceso, es el cribado. Los hospitales que implanten este protocolo deben contar con un Servicio de Microbiología potente, con recursos y bien dotado económicamente: cada cribado cuesta entre 800 y 1.000 euros”, argumenta el doctor Guardiola.
El mismo seguimiento exhaustivo debe hacerse con el paciente trasplantado. El receptor está recibiendo bacterias buenas, pero también virus nuevos y microorganismos que van a interaccionar con su flora intestinal. De hecho, no todas las heces de un donante sano son siempre compatibles o dan el resultado deseado. Lo ideal es hacer un seguimiento del receptor, al igual que otro cualquier otro proceso de trasplante.
Infrautilizado en los hospitales españoles
Al estar en fase experimental, y por tanto, al carecer de regulación, los trasplantes de heces no se han implantado de manera general en los centros hospitalarios de nuestro país, algo que para algunos especialistas debería solucionarse cuanto antes. “No está a disposición de todo el mundo porque no está regulado. La realidad es que está infrautilizado respecto a la demanda real. Según un estudio de VINCat, el programa de vigilancia de las infecciones nosocomiales en la red de hospitales de Cataluña, en nuestra comunidad autónoma hubo en 2018 unas 1.500 infecciones por clostridium difficile. En segunda recurrencia, cuando deberíamos hacer el tratamiento, hay unos 120 casos al año y hacemos unas 12 ó 15. Es decir, la mayoría de estos pacientes no reciben el tratamiento adecuado”.
No es posible extrapolar las cifras al resto del territorio español, pero los datos sugieren que esta infrautilización es real. La aplicación del trasplante de heces corresponde, en última instancia, al criterio más o menos vanguardista del profesional médico. Recientemente, el doctor Guardiola aplicó una transferencia microbiótica “por uso compasivo”. La curación del paciente fue completa. Pero hay que alejarse de la idea del medicamento-milagro. “Hay que preservarse de los charlatanes y la pseudo-ciencia. Puede parecer que si normalizas la microbiota, acabas con la enfermedad. No es así en absoluto. Queda mucho por investigar en las infecciones por gérmenes multirresistentes, las superbacterias que tenemos posiblemente por el consumo excesivo de antibióticos”, afirma Jordi Guardiola al tiempo que desdramatiza el problema: “es el precio que tenemos que pagar por vivir más y tener más salud”.
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