Suena el despertador y tu primer pensamiento es que llegue la noche para volver a caer sobre tu cama y dormir a pierna suelta. No, no eres el único que cada día se despierta así. Aunque nos gustaría quedarnos entre las sábanas, si hemos tenido un buen descanso podemos afrontar el día con energía pese al madrugón, pero para muchos su sueño no es reparador. El estrés, las preocupaciones del día a día o la ansiedad no permite muchas veces conciliar el sueño como nos gustaría y lo cierto es que con la pandemia este problema se ha acrecentado. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN) unas 12 millones de personas cada día se despiertan con la sensación de no haber dormido bien o llegan al final del día totalmente rendidos.
Todo ello nos afecta en nuestro día a día hasta el punto que un mal sueño repercute en la calidad de vida y la salud de las personas. Para ayudarnos a descansar, la plataforma Gympass da unas claves que desmienten o apoyan algunos de los mitos más extendidos sobre el sueño para permitir un mejor descanso que tiene efectos directos en nuestra salud.
Desde siempre se ha dicho que hay que dormir 8 horas diarias, especialmente los jóvenes y que según cumplimos años esas horas van menguando hasta el punto de que algunos creen que solo con 5 horas es suficiente para dar guerra al día siguiente. Lo cierto es que no, ese sacrificio de las horas de sueño no nos beneficia, al contrario, afecta a nuestra salud y también a la atención, ya que forzamos al cerebro a focalizar las cosas y termina derivando en nuestro estado de ánimo.
Esto anterior suele ocurrir entre semana y muchos piensan que durante el fin de semana recuperarán las horas de sueño, pero no. El cuerpo necesita un patrón para dormir de forma constante y eso de dormir hasta tarde el fin de semana puede descontrolar los horarios hasta el punto de poder producir insomnio.
Es cierto que hay luces como las del móvil que son negativas para el sueño, pero no por ello es necesario dormir en plena oscuridad. Cada persona es un mundo y todo es un pack, desde el colchón, a la almohada o la claridad que entra por la ventana. Puede que descanses perfectamente con la persiana subida o que para hacerlo necesites sí o sí bajarla, es algo más personal.
A esto último hay que rescatar lo que decíamos al inicio. El móvil, la tablet o la televisión no nos ayudan a conciliar el sueño. Por una parte, lo que sale en pantalla nos puede estimular, precisamente lo contrario a lo que buscamos, y por otra, la luz azul que emiten retrasa la producción de melatonina, la hormona responsable del sueño.
Y no, una copita de vino o de whisky antes de irnos a la cama tampoco nos ayuda pese a la creencia popular. Sí, nos produce somnolencia, pero dificulta el sueño profundo y hace que la calidad del descanso sea mucho peor afectando a nuestro estado de ánimo o concentración al día siguiente.
¿Eres de los que medita? Pues no todo iba a ser malo, ya que meditar puede resultar beneficioso para calmar la excitación y la relajación de cuerpo y mente permitiéndonos prepararnos para un buen descanso.
A su vez, el deporte también nos puede ayudar. No solo a mantener nuestra figura, también a tener un buen descanso porque cuando hacemos deporte liberamos endorfinas, que nos hace sentirnos mejor y más relajados. Con ello, el cansancio del cuerpo anima a que los músculos se relajen incitando el descanso. Eso sí, nada de deporte a última hora porque la adrenalina puede afectarnos y hacer justo el efecto contrario al esperado, por lo que no se aconseja hacerlo a partir de las 19:00 o las 20:00 horas.
Por último, la alimentación también repercute. La cafeína, por ejemplo, nos afecta y mucho en el sueño y otros pueden producir acidez o pesadez que nos impide descansar bien. Por eso se aconseja cenar ligero, sin alimentos diuréticos que nos hagan levantarnos a orinar en mitad de la noche y que sean fáciles de digerir, a ser posible, dos horas antes de irnos a dormir.