Las cosas de tu alrededor comienzan a moverse o a girar y notas que tu equilibrio se reduce, lo más probable es que estés pasado por un episodio de vértigo o mareo. Pero hay que saber diferenciar ambos. El mareo viene acompañado de una sensación de vacío en la cabeza, con malestar, sudoración e incluso nauseas o vómitos. Mientras, los vértigos pueden traer estos síntomas, pero su causa se encuentra en el sistema vestibular, en el oído interno. Además, hay dos etapas de la vida especialmente sensibles en relación a los vértigos, por una parte la infancia y por otra la vejez.
Pero el vértigo no siempre es el mismo, pues hay dos tipos diferentes. A un lado se encuentran los vértigos periféricos, que tienen su desencadenante en el oído interno y el nervio vestibular que se encarga de llevar la información del equilibrio desde esa zona del oído hasta el cerebro. Dentro de este tipo de vértigo hay otros tantos. El posicional paroxístico benigno es uno de los más comunes, con corta duración, suele durar un minuto, y se debe especialmente a movimientos bruscos. Además, el vértigo periférico puede conllevar una pérdida de audición o dolores de oído.
En el otro lado está el vértigo central, que se debe a una alteración del sistema nervioso y que puede aparecer de forma lenta y progresiva y durar algunos días. Las causas pueden venir por múltiples vías acompañada de otras patologías, como las migrañas o patologías relacionadas con el cerebro.
Diferenciar ambos tipos de vértigos es posible gracias a sus síntomas, ya que en los periféricos se acompaña de a pérdida de equilibrio que dificulta caminar con normalidad y autonomía y, como ya hemos ido comentando, con presencia de nauseas, vómitos, pérdida de audición o incluso notar ruidos que no existen. Por su lado, el vértigo central puede venir acompañado de afecciones en la vista al tener una visión doble, una posible inestabilidad al caminar o tener dificultades para pronunciar palabras, impidiendo hablar con normalidad.
Además, antes te hablábamos de los dos sectores que más pueden padecer los vértigos. Mientras que en los niños son episodios breves, hay que tener cuidado con los mayores, ya que los vértigos pueden aparecer según se avanza en la madurez y puede afectar a varios sentidos, pues fallan los sistemas que mantienen el cuerpo en equilibrio: la vista, el oído y las articulaciones.
El diagnóstico correcto viene dado por varias partes, especialmente por el otorrino y por el oftalmólogo, además de otras pruebas relacionadas con la neurología o un TAC que permita descartar otras patologías que puedan estar causando estos problemas.
En cuanto al tratamiento, cuando se padece un episodio de vértigo se aconseja reposo con los ojos cerrados y el mínimo posible de ruido. Pero en cuanto al tratamiento específico, todo dependerá del tipo de vértigo que se padezca según los síntomas y las causas. Por ejemplo, el vértigo posicional paroxístico benigno se trata precisamente con movimientos de cabeza que permitan tener todo en la posición correcta y que, normalmente, realiza el especialista en la consulta, aunque algunos de esos movimientos también se pueden hacer en casa.
Para otro tipo de vértigos es recurrente la recomendación de eliminar o reducir la sal de las comidas o el uso de diuréticos que permitan menguar la cantidad de agua en el oído interno que, a su vez, mejorará la audición y la sensación de vértigo tan desagradable. Aún así, siempre será el especialista el que aconseje un tratamiento u otro dependiendo de las condiciones que presente el paciente.
El vértigo puede ser una patología que condicione, y mucho, el día a día de las personas. Mientras que en unos son casos aislados, en otras personas los episodios pueden ser constantes y limitar la rutina y la calidad de vida de la persona en muchos aspectos, ya que puede incapacitar para realizar acciones tan simples y cotidianas como conducir o comer. Si ya tenemos en cuenta que cualquier mareo puede acarrear una caída, esto también conlleva una posible lesión, por lo que tratar los vértigos es más que necesario, especialmente a partir de determinada edad.