Mi congelador parece una heladería. Llega el verano y nos hacemos accionistas de las marcas de helados porque nos gustan de todos los tipos y sabores. De postre en la comida o en la cena, para merendar, al volver del trabajo… cualquier excusa es buena para disfrutar de un helado. Sin embargo, hemos puesto freno a nuestro vicio porque desde Uppers hemos apostado por la vida sana, así que hemos revisado la composición de cada uno de ellos para tener claro cuáles son los helados más saludables.
La mayoría de los helados comerciales aportan al organismo un número significativo de calorías que proceden de grasas y azúcares de los hidratos de carbono. Además, algunos incorporan ingredientes y aditivos que habría que eliminar de la dieta. Normalmente, el punto dulce de los helados lo aportan los hidratos de carbono, que además rebajan el punto de congelación del agua, evitan que se formen grandes cristales de hielo y aportan textura. Por su parte, el porcentaje de grasa de los helados oscila entre el 5% y el 15%. Según esta cantidad y el tipo de grasa, el helado será de mayor o menor calidad, más sano o menos saludable. Igualmente, esta grasa influye en la textura y en su estabilidad. Los fabricantes hacen oscilar su valor nutritivo empleando grasa láctea o grasas vegetales como la de coco, manteca de cacao o aceites vegetales de palma, colza, girasol o karité.
El otro ingrediente básico, que supone aproximadamente la mitad del helado, es aire que se combina con esos azúcares, con grasas y con proteínas, además de agua. Ese aire lo impregna de esponjosidad y ligereza porque cada burbuja se rodea de grasa y a su vez de proteínas. Después, más de la otra mitad del helado es agua para que se pueda congelar.
Por lo general, los helados más calóricos son los de crema o helados de leche con un valor energético medio o alto que superan las 200 kilocalorías por cada 100 gramos de media. Si tiene galleta o barquillo habría que sumarle otras 100 kilocalorías más o menos. En cuanto a los de hielo son los menos calóricos con unas 100 kilocalorías por cada 100 gramos de media. La clave de que cualquiera de ellos sea saludable o no está en sus ingredientes, sobre todo en el origen de las grasas y en el azúcar añadido. No queda más remedio que sacar la lupa antes de comprarlos y comprobar el origen y la calidad de todo lo que incluyen.
Una de las mejores opciones para asegurarnos esa calidad de los ingredientes es hacer los helados caseros. Es mucho más sencillo de lo que parece. En verano hay una extensa variedad de frutas de sabor intenso y que ya son dulces por naturaleza. Gracias a ellas conseguiremos sabores extraordinarios sin la necesidad de añadir azúcar. Como grasa es suficiente el yogur griego y cuanto de mayor calidad sea mejor. Por supuesto, son los helados más saludables de todos.
Para los que necesitan guardar la línea o prefieren el punto más refrescante del helado sin quedar saciado por la grasa láctea está la opción del sorbete de sandía. Tiene una enorme cantidad de agua así que congela de maravilla, es dulce y es aromática. La preparación consiste en sacar la carne, retirar las pipas y pasarla por la batidora para triturarla. Puede echarse en moldes de polo colocando un palo o directamente en las cubiteras de hacer hielo. Otra opción es cortar toda la sandía en cuadrados, congelarlos y triturarlos justo antes de servir en copas como un sorbete.
También es muy sencillo preparar un helado en casa de yogur griego con fresas y frambuesas. Si se hace para cuatro personas son necesarios tres yogures griegos de 125 gramos y 300 gramos de estas frutas rojas previamente congeladas. Queda más dulce si se congelan bastante maduras, pero si se prefiere endulzar más el helado basta con añadir tres o cuatro dátiles sin hueso o unos higos frescos pelados.
El proceso de preparación consiste en echar todos los ingredientes en el vaso de la batidora para triturarlos hasta lograr una textura homogénea, después se vierte en un recipiente con tapa y se introduce en el congelador.
Tarda en estar listo de cuatro a seis horas pero cada dos horas hay que abrir el envase para remover bien la mezcla con un tenedor. De este modo, la congelación seguirá el proceso por igual en todo el helado. El último paso es servir con una cuchara de hacer bolas en copas o vasitos y decorar con unas hojas de menta o con fresas y frambuesas frescas al gusto. Esto mismo queda igual de rico con otros tipos de frutas como, por ejemplo, el plátano.