El sol es el responsable en un 90% de la vitamina D que almacenamos en nuestro organismo. Según datos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, en España, uno de los países más soleados de Europa (más de 2.500 horas de sol al año), con solo tomar el sol entre 5 y 15 minutos en los meses más cálidos, podríamos sintetizar niveles adecuados de vitamina D. Sin embargo, los españoles tenemos déficit de esta vitamina, algo muy llamativo si nos comparamos con los países nórdicos, donde la luz solar es mucho más esquiva.
Esto explica que en tu último análisis de sangre, la vitamina D esté baja. No hay que asustarse: el 60% de los adultos y el 80% de los mayores españoles presentan déficit de este nutriente. Hay maneras de alcanzar los niveles adecuados pero, antes, sepamos por qué es tan importante andar bien surtidos de vitamina D.
En principio, la vitamina D se incluye en la categoría de las liposoluble, aunque los últimos estudios no la catalogan como vitamina, sino como hormona. Las vitaminas proceden de los alimentos; sin embargo, esta sustancia es una hormona esteroidea que constituye un eje hormonal implicado en diferentes órganos y líneas celulares.
La vitamina u hormona D se sintetiza a través de la piel con la exposición solar, tan solo solo una pequeña parte proviene de la dieta. Aunque, como decíamos, España tiene abundantes horas de sol, un estilo de vida sedentario, con poca actividad al aire libre, y el uso de protectores solares han dificultado la síntesis de esta sustancia.
Las personas más propensas a tener déficit de vitamina D son las que padecen enfermedades que provocan su mala absorción, como las personas celíacas; las que toman ciertos medicamentos que afectan al metabolismo de esta vitamina; las que tienen sobrepeso; las que padecen insuficiencia renal y las mujeres embarazadas.
Los mayores son población de riesgo, ya que su piel no produce vitamina D como cuando eran jóvenes y sus riñones tampoco son igual de eficientes metabolizando la vitamina. Además, las personas de piel oscura producen menos vitamina D porque su melanina compite con el precursor de la vitamina D proveniente del sol.
La vitamina D desempeña una función clave en el buen funcionamiento del organismo. Es fundamental para la absorción y el mantenimiento de los niveles de calcio en los huesos. Por esta razón, un déficit mantenido de vitamina D puede propiciar el desarrollo de osteoporosis y fracturas óseas. También es fundamental para mantener en buen estado el sistema inmune, el encargado de protegernos de las enfermedades.
La deficiencia severa de la vitamina D también puede producir raquitismo en los niños y osteomalacia (huesos débiles que cursan con dolor) en los adultos. Además, los últimos estudios están analizando el vínculo entre la vitamina D y la diabetes, la hipertensión, el cáncer y enfermedades autoinmunes.
La cantidad de vitamina D que necesita cada día depende de la edad. Las cantidades recomendadas, en unidades internacionales (UI), oscilan entre los 400 UI en los bebés hasta 12 meses y los 800 UI en los mayores de 70 años. En medio, niños, adolescentse, adultos y mujeres embarazadas y lactantese, con una dosis común de 600 UI, aunque las personas con deficiencia severa o riesgo de padecerla pueden necesitar más. El médico es el profesional adecuado para pautar las dosis correctas.
Sintetizar esta hormona-vitamina no es fácil, pero hay algunas pautas comunes en todas las recomendaciones médicas: