Cuando se llega tarde a casa y ponerse a cocinar supone un esfuerzo extra a veces se ataja el hambre con un bol de leche con cereales. En Uppers hemos preguntado a nuestra nutricionista de confianza si esta rápida solución es saludable o si al contrario es malo cenar leche con cereales.
La respuesta no es tan sencilla según sus palabras porque entran en juego distintas variables. En primer lugar, depende de la calidad y del contenido nutricional de esos cereales y, en segundo lugar, de los alimentos que se hayan consumido a lo largo del día. No obstante, cuando a un nutricionista se le consulta si es malo cenar leche con cereales lo habitual es que responda que sí. Lo fácil es pensar que esa afirmación la provoca el que los cereales son hidratos de carbono, pero el tema es más complejo de lo que parece.
Por una parte, se suele creer erróneamente que por la noche no se deben cenar hidratos de carbono porque engordan; la creencia popular es que cualquier tipo de hidratos proporciona energía que no se va a gastar durmiendo y que por tanto se va a transformar en grasa. Esto es un mito pues los expertos aseguran que la clave está en la tipología concreta de hidratos de carbono, es decir, en si son saludables o no para el organismo. Frutas, hortalizas, legumbres, granos integrales, frutos secos o fruta desecada son alimentos sanos y contienen carbohidratos. De este modo, la hora en la que se ingieren es lo de menos.
Siguiendo con la respuesta a si es malo cenar cereales con leche, también entran en juego otros factores como el estilo de vida, el descanso, la actividad física, el deporte e igual o más importante el conjunto de alimentos que se ingieren durante el día. Es decir, es imprescindible valorar los hábitos de vida individuales de cada persona.
Por otra parte, los cereales que normalmente hay en la despensa como opción de desayuno y que se pueden convertir en una cena nunca resultan interesantes por su contenido nutricional, ni a primera hora de la mañana, ni a las cinco de la tarde ni a última hora del día. La causa está en sus ingredientes. Desde las marcas se han publicitado los cereales erróneamente como una opción correcta y energética para desayunar y nada más lejos de la realidad.
Se trata de alimentos ultraprocesados con un elevado contenido en harinas refinadas, pobres en fibra y en consecuencia poco saciantes, a los que además se les añaden azúcares en diversas formas o versiones que tratan de despistar aún más: dextrina, dextrosa, maltodextrina, maltosa, azúcar moreno, siropes, jarabes...
De todos modos, si se eligieran unos cereales para cenar tendrían que ser concretamente los que se comercializan en copos. Estos son los integrales de grano completo porque su único ingrediente es el cereal en sí mismo y no contienen azúcares añadidos. Es el caso de los copos de avena, quinoa, maíz, cebada o espelta porque los expertos también recuerdan que hay muchas variedades de cereales saludables más allá del trigo. Después, al mezclarlos con leche para cenar, más que considerarse una opción mala de menú, sería mejor calificarla como inadecuada o insuficiente desde el punto de vista nutricional.
La propuesta, subrayan los nutricionistas, no incluye verduras o frutas, que deben estar presentes en todas las comidas o por lo menos en las principales. Tampoco aporta el porcentaje mínimo de proteínas. Un vaso de leche no llega a los 8 gramos de proteínas cuando la cena debería contener entre 20 y 30 gramos de proteínas aproximadamente. Aunque, recuerdan la puntualización inicial de que habría que tener presente el cómputo total de lo que se come durante el día.
En líneas generales, ese bol de leche con cereales integrales y de grano entero se convertiría en una cena más adecuada, completa y saciante si se acompañara de una ensalada con pavo a la plancha o con atún. Una idea también sería basarse en el plato de Harvard por tratarse de una herramienta muy visual. La idea es dividir el plato en tres partes que son un 50% de verduras, hortalizas y frutas, un 25% de proteínas y un 25% de hidratos de carbono (cereales integrales, arroz o pasta integrales, patata o tubérculos). Por último, recuerdan acompañarlo de grasas saludables, ya sea con aceite de oliva virgen extra, aguacate, frutos secos o semillas.
No obstante, a la hora de planificar menús es imprescindible conocer a la persona, la edad, el sexo y la actividad física que realiza al igual que sus preferencias, horarios, sueño, descanso, gustos y circunstancias particulares.