El intestino está compuesto por alrededor de 100 billones de microbios, más conocidos como la flora intestinal. En su totalidad, tienen tres funciones: nutricional, protectora e inmunológica. Como consecuencia, su importancia es vital y conlleva funciones esenciales en el organismo.
La función nutricional consiste en la síntesis de compuestos que facilitan la absorción en el colon y favorecen el movimiento intestinal. La protectora, impide la entrada de bacterias que pueden llegar a provocar una infección. En cuanto a la inmunológica, se encarga de fortalecer el sistema inmunológico para combatir mediante un mayor número de defensas la invasión de microorganismos.
La obesidad tiene un índice de heredabilidad de entre un 40% y un 75%. Sin embargo, si en tu caso has optado por seguir una dieta pautada por un profesional pero aun así, te resulta complicado adelgazar, puede deberse a la presencia de esas bacterias y a las enzimas que contienen y con las que realizamos un proceso de simbiosis al ingerir un alimento.
En ese curso, la comida llega hasta nuestro intestino, lo que conlleva un aumento de las calorías adicionales adicionales que nuestro organismo crea y que la flora intestinal es incapaz de devolvernos ya que, al tardar más tiempo en recorrer nuestro intestino, mayor capacidad tendrá nuestro organismo posteriormente de absorber los nutrientes y extraer sus calorías.
Si la microbiota se ve alterada, también afectará a la permeabilidad del intestino. Como consecuencia, algunas sustancias se instalarán en el torrente sanguíneo y aumentarán el tejido adiposo, provocando un aumento de peso ya que tendremos más hambre y comeremos más porque reducirán las bacterias protectoras de la barrera intestinal que alteran los procesos inflamatorios de la obesidad.
Sin embargo, según Boticaria García, experta en nutrición y autora del libro ‘Tu cerebro tiene hambre', existen unos factores y unas estrategias que pueden llevarse a cabo para desinflamar el intestino, tal y como explica en el vídeo.