La dieta anti-inflamatoria, es sin duda, la dieta de moda. Y el problema con las dietas de moda es que muchas veces arrojan mensajes simplistas, cuando no contradictorios, o atienden más bien a intereses comerciales. Afortunadamente, las recomendaciones que suelen dar los defensores de la dieta anti-inflamatoria son las típicas de una alimentación saludable (frutas, verduras, frutos secos...), por lo que no nos hará ningún daño, pero ¿nos ayuda realmente cuando tenemos la tripa hinchada?
El nutricionista Aitor Sánchez aborda el asunto de la inflamación en una nueva entrega de ‘¿En qué quedamos? Por Mi dieta cojea’, el formato de vídeo de Uppers que despeja dudas comunes sobre nuestra dieta o hábitos alimenticios y de consumo. El problema es que mucha gente atribuye la causa de todos los males que nos pasan a la inflamación, igual que antes la culpa fue de la microbiota o del estrés oxidativo.
Es cierto que la inflamación crónica puede contribuir a que surjan enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes tipo 2 y otras afecciones, pero siendo algo tan poco tangible mucha gente la está confundiendo con hinchazón o pesadez, de modo que todo el mundo termina identificando lo que le pasa como que está "inflamado". Porque, ¿quién no se ha sentido pesado alguna vez?
Por lo tanto, aunque mucha gente así lo crea, la dieta anti-inflamatoria no necesariamente nos va a ayudar con nuestro síntomas digestivos. Realmente, la inflamación crónica o sistémica es muy difícil de percibir, y cuando aparece es el resultado de un conjunto de malos hábitos: una mala alimentación, sí, pero también sedentarismo, dormir mal, tabaquismo o el abuso del alcohol. La gente debería comer más saludable, pero siempre desde la tranquilidad y la valoración de su dieta, no dejándose llevar por una moda pasajera.
Otra de las dietas de moda que más se recomiendan entre amigos es el ayuno intermitente, una forma de restringir la ingesta de calorías a lo largo del día siguiendo un método muy sencillo y simple, acortando la ventana horaria en la que se puede comer a lo largo del día. El problema es que no es para todo el mundo, y comunicar sus beneficios de manera irresponsable no es riguroso. Además, muchas de las bondades que se le atribuyen están más ligadas a lo que comemos y al ejercicio físico que al ayuno.
Otra moda consiste en eliminar el gluten de la alimentación. Incluso muchos de los que lo retiran de su dieta aseguran sentirse claramente mejor. Pero, ¿de verdad era solo el gluten lo que les hacía sentirse mal? ¿O será más bien que han restringido dulces, bollería, galletas, cruasanes, etc. Si verdaderamente no tenían ningún problema en su dieta, en la mayoría de los casos esas sensaciones positivas suelen deberse a que ahora llevan un perfil de dieta mucho más saludable.