Las enfermedades cardiovasculares son la causa principal de mortalidad en hombres de más de 45 años y en mujeres de más de 65 en toda Europa. De hecho, acaban con más vidas que todos los tipos de cáncer juntos. Esto ha provocado que la lucha contra ellas sea un objetivo prioritario de los sistemas sanitarios, sobre todo poniendo el acento en los niveles de colesterol, molécula considerada como su principal causante. Además, el mercado ha diseñado una serie de alimentos, muy consumidos, en cuya publicidad se puede leer que ayudan a bajar el colesterol. Pero, ¿funcionan de verdad?
Antes de responder a esa pregunta aclaremos varios aspectos sobre el colesterol. Lo primero que debemos dejar claro es que el colesterol no es una enfermedad. La OMS no lo considera como tal, sino como "un factor de riesgo determinante para desarrollar enfermedades cardiovasculares”.
Excepto en algunos casos en los que hay problemas metabólicos (como la diabetes o las hipercolesterolemias familiares) tener colesterol alto no implica que se tengan muchas más posibilidades de riesgo de infartos o ictus, enfermedades cada vez más frecuentes en la población Uppers. Sin embargo, tener el colesterol elevado puede servir como indicador de la presencia de un problema más serio, como puede ser una insuficiencia renal o un problema tiroideo. Por ello hay que buscar el problema de base y no obcecarse con bajar los niveles del colesterol.
El segundo mito que hay que destrozar es que el colesterol no sirve para nada. El colesterol no solo no es malo sino que es imprescindible para el buen funcionamiento del organismo. Su presencia en la estructura de las membranas celulares donde juega un papel fundamental en importantes procesos.
La tercera leyenda que hay que eliminar es la creencia popular de que ingiriendo determinados alimentos se van a disparar nuestros niveles de colesterol. No es cierto. Aunque el colesterol está muy presente en huevos, quesos, carne de vacuno, aves, pescado o marisco, el consumo de estos alimentos no provoca su acumulación en el organismo ya que es fácilmente eliminado. A modo de ejemplo les diré que la ingesta de hasta un huevo diario, uno de los alimentos más completos, baratos y ricos en colesterol, no tiene incidencia significativa sobre las enfermedades cardiovasculares.
Una vez conocido un poco más al colesterol analicemos la efectividad de alimentos funcionales existentes en el mercado destinados a bajar los niveles de colesterol. Me refiero a margarinas, productos lácteos, mayonesas y aderezos para ensaladas, etc. que publicitan reducir el colesterol y que tanto se venden entre la población mayor de 45 años. Todos estos alimentos funcionales están enriquecidos con esteroles y estanoles, moléculas que bloquean la absorción del colesterol a nivel intestinal. Esto provoca que el colesterol tenga difícil pasar al sistema circulatorio por lo que no puede ser absorbido y se excreta con las heces. De esta forma se reducen sus niveles sanguíneos.
Es cierto que tanto los esteroles como los estanoles se encuentran de forma natural en frutas, verduras, frutos secos, semillas, leguminosas, aceites y otras fuentes vegetales. Sin embargo la cantidad que hay de estas moléculas en los alimentos tradicionales es tan pequeña que es insuficiente para reducir los niveles de colesterol. Por ello es necesario adicionar exógenamente esteroles o estanoles a alimentos funcionales para elevar sus concentraciones. A modo de ejemplo les diré que el contenido de esteroles que hay en dos tostadas de margarina enriquecida equivalen al de 228 tomates o 225 zanahorias.
Una vez que los lectores de Uppers conocen la teoría, llega el momento de pasar a la práctica. ¿Son efectivos estos alimentos funcionales para rebajar los niveles de colesterol? A diferencia de lo ocurrido con cientos de ingredientes estrella de los alimentos funcionales, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria está informando positivamente desde el año 2010 acerca del uso de esteroles y estanoles para ”contribuir a mantener los niveles normales de colesterol sanguíneo”. Un consumo diario de 3 gramos (rango 2.6 g a 3.4 g) de esteroles/estanoles (añadidos a productos como mayonesas, margarinas o yogures) consiguen reducir el colesterol malo (c-LDL) una media del 11,3 % en un plazo mínimo de 2 o 3 semanas.
Eso sí, este organismo europeo deja claro que no todo el mundo debe consumir estos alimentos funcionales. Van dirigidos exclusivamente a aquellos consumidores que necesiten reducir su colesterol en sangre y, además, no solo no es aconsejable consumir más de tres gramos de estos compuestos bioactivos diariamente sino que no se recomienda su consumo a mujeres durante el embarazo y lactancia, ni a menores de 5 años. Por último es absolutamente recomendable que la ingesta de esteroles y estanoles se haga conjuntamente con una dieta saludable rica en frutas y verduras y que, si ya se toma alguna medicación contra el colesterol, se consulte al médico para evitar cualquier problema.
Pero no echen las campanas al vuelo. Estos productos tienen una efectividad sobre el organismo muy limitada y su beneficio real sobre la salud no es tan evidente. ¿Por qué? Porque la ligera reducción mostrada por margarinas, leches, salsas, etc. sobre los niveles de c-LDL no implica que se rebaje nuestro riesgo de enfermedad cardiovascular. Para un buen análisis necesitaríamos saber si esa reducción en la c-LDL se asocia también con una disminución en el número de lipoproteínas (p-LDL) o con otros parámetros como el colesterol bueno (c-HDL) o los triglicéridos.… sin esos datos no se puede asegurar nada.
Además, para evaluar la efectividad de estos productos, serían necesarios estudios a largo plazo que analizaran si el consumo de estos alimentos funcionales tiene algún tipo de incidencia sobre las enfermedades cardiovasculares… y hasta ahora nadie ha demostrado mediante estudios de intervención a medio o largo plazo que la ingesta de estos alimentos enriquecidos en esteroles o estanoles produzca una mejora en la salud. Dicho de otra forma: el hecho de reducir un porcentaje del colesterol malo no implica que se reduzca el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Tras todo lo leído acerca del colesterol y su relación con alimentos ricos en esteroles y estanoles los lectores de Uppers deben tener claro que, a día de hoy, no hay evidencias científicas de que consumiendo una tostada con esteroles o una bebida con estanoles durante los periodos de tiempo señalados en la publicidad de estos productos vaya a mejorar significativamente su salud. Para conseguir dicho objetivo se debe ingerir una dieta rica en verduras y frutas, suficiente en proteínas y grasas saludables, baja en carbohidratos de rápida absorción y refinados y adaptada a las circunstancias de cada metabolismo. Además hay que evitar el consumo de tabaco y alcohol y la inactividad física. Es lo que hay.