Un cambio en el cuerpo sin realizar excesivos esfuerzos, sin cortarse de nada y de forma definitiva. Es lo que ha conseguido al influencer Isabel Llano, más conocida como Isasaweis, gracias a diez mandamientos que combinan buenos hábitos, alimentación y deporte. A punto de cumplir los 45 asegura estar mejor que nunca, llena de energía y sin pasar hambre. "Hice todas las dietas habidas y por haber: la del melocotón, la pechuga, la sopa mágica. La de nada de proteínas o la basada en ellas… todas tenían el mismo resultado: en cuanto la dieta se abandona, el peso se recupera", nos cuenta. Ante tanta frustración y desánimo publica su libro 'Come genial y no hagas dieta nunca más', una guía y recetario de cómo ella adelgazó 20 kilos hace diez años y no los ha vuelto a recuperar.
Ni alimentos prohibidos, ni cantidades minúsculas, sin combinaciones imposibles, hambre o tristeza. "Es imposible estar a dieta toda la vida, contribuye a una espiral de tristeza y agobio que te impide salir con tus amigos a cenar, disfrutar de una comida familiar o llevar la vida con normalidad. Fue ese cambio de concepto el que me llevó a aprender a comer bien, sin prohibiciones, y a hacer ejercicio de manera regular", apunta. Un método que no incluye básculas, culpabilidades ni días de compensación.
Perder peso a partir de los 50 no siempre es tarea fácil y se debe a la ralentización del metabolismo basal que provoca que, aunque realices la misma actividad que hace unos años, quemes menos. Pero ¿realmente tengo que dejar todos mis caprichos de lado para gozar de una buena salud? Isasawies responde.
Claro que sí, pero no todos los días ni a todas horas. Esa es la clave. Y cuando te lo comas, elige el que te apetezca, el que tiene almendras o caramelo. Si lo sustituyes por uno de 90% cacao que te sabe a rayos, volverás a tener ansiedad por comerlo porque realmente no lo has disfrutado.
La variedad de quesos es enorme, evidentemente siempre va a ser mejor uno rico en calcio y con poca grasa como pueden ser el cottage, el fresco o el feta -que se ha puesto muy de moda-. Es un alimento muy nutritivo que aporta muchas cosas buenas pero que no se puede comer todos los días.
Realmente la recomendación es no comer todos los días ningún ingrediente. Tenemos tantos alimentos y tan variados que lo ideal es ir alternando todos para absorber lo mejor de cada uno. Te lo digo del queso, como lo hago con el tomate, por ejemplo. Dicho esto, si un día quieres un trozo de curado, tómate una cuña, no la bandeja entera y que sea un día esporádico, no todos.
Al kéfir se le atribuyen muchas bondades y las tendrá, que no digo que no, pero ahora lo consideran un superalimento y eso es una moda también. Pasa lo mismo que en su momento, por ejemplo, con las bayas de goji y realmente no tienen nada que no aporten los arándanos de toda la vida o nuestros frutos rojos. El kéfir está bien, yo lo tengo en casa desde hace años, pero es un alimento más, igual de bueno que el yogurt.
El arroz integral aporta más nutrientes porque contiene todo el salvado. Pero si no te gusta, altérnalo con el normal. Al final, si lo tomas solo como acompañamiento y es una cantidad tan reducida como la que explicamos en el vídeo, no es significativo. Es mejor que comas el que te guste, pero raciones más moderadas. Es lo mismo que con el pan. Si el de centeno te sabe a cartón, compra uno de semillas, aunque no sea de grano entero y controla la cantidad.
Debemos entender que hay una industria, un negocio, detrás de todo esto. Hay mucha información que es publicidad y claro que es importante que nos cuenten los avances que hay en temas de alimentación, pero debemos analizarlos con lupa. Yo he pasado por todas las leches. Dejé la de vaca porque decían que era malísima, luego la de soja porque si era transgénica… Al final lo que hago es consumir todas e ir variando.
En casa compro entera, semi, desnatada y también vegetales sin azúcar. Tenemos que entender que las cosas son malas cuando las tomamos en grandes cantidades, pero no si son de vez en cuando y en porciones normales.
No soy médico y no seré yo la que diga cómo influye en la salud, pero yo puedo decir que en todo este tiempo que he remodelado mi cuerpo y mis hábitos he tenido vino en la nevera. No digo que lo tome todos los días, pero si salgo con amigos me tomo mi vermut, mi copita y la disfruto al igual que la comida saludable.
Hay muchas recetas que tienen su componente dulce y que nos quitan el antojo. Por ejemplo, a mí me encanta hacer las lentejas al curry con manzana, están deliciosas y se hacen súper fácil. También suelo echar pasas o frutas a las ensaladas que también le dan un toque dulce o a las carnes. Eso te va matando la gana. Pero con el dulce pasa lo mismo que el salado, cuanto más vayas reduciéndolo, sin querer, te acostumbras y no solo no lo necesitas, terminas por no quererlo.